Capitulo 31

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Tobías se sujetó con presteza al hombro de la sombra mientras la sentía jugar con sus cabellos acaramelados, procurando adormecerlo mientras sus pasos de gacela lo guiaba sin pena ni gloria por esos pasadizos oscuros que evocaban un sentimiento de calma en los ojos del muchacho, que degustaban del arte y las pinturas, esculturas o grabados barrocos que se encontraban por todos lados como una oda al arte que solo los privilegiados entre los condenados serían capaces de ver, como un reto suicida para los que guiados por el destino recorrieron esos caminos escabrosos asediados por Asterión, con cabeza de toro y hambre insaciable que corría ciego por la violencia pretendiendo encontrar la luz que salvaría todo. Casi podía escuchar el eco de una voz masculina cubrir con un velo trágico aquel silencioso lugar que la naturaleza tomaba poco a poco "¿Puedes creerlo, Ariadna? El minotauro ni siquiera se defendió" cuando en muerte casta su cuerpo cubierto de flores fue descubierto por Faetón mientras quemaba el mundo con sus caballos desbocados. Deslizó sus dedos por el morro de la escultura de mármol que estaba a su lado, degustando de la profundidad de las narinas del animal, sonriendo ante la sensación mientras se despedía de ella para siempre (o eso le gustaría creer), sería esa la primera y última vez que sus dedos recorrerían la figura del temible minotauro. Se sorbió la nariz suavemente mientras entrecerraba los ojos dejándose llevar por el impulso infantil que yacía sepultado dentro de su cabeza, llevando entonces un dedo a su boca, saboreando no solo los restos de la fruta sino que también la tranquilidad de saberse contenido aunque sea por un pobre instante. Una mano se internó en sus cabellos mientras espantaba las ganas de seguir discutiendo con la sombra y la cambiaba por ensueño, como el niño coronado con la victoria que se veía asediado por los fieros guardias que caminaban a varios metros de distancia, ya no le agradaba verlos cerca, armados hasta los dientes como iban. Quería volver nuevamente a la cama, acurrucarse un par de minutitos al lado de Masky y Hoodie, como esa mañana, mirándose nuevamente uno al otro, una discusión por quien usaría el baño primero y compartir un cigarrillo en el patio. Se mordió los labios.

-Verás que los jardines son impresionantes- le dijo sonriendo suavemente, pensando que quizás el cambio de actitud del menor se debía a ello, pero ¿cómo podía evitar sonreír si estaba pensando en ellos? Realmente pasaban mucho tiempo juntos, quizás o apreciaba del todo su compañía así, pero ahora, alejados con presteza, daría lo que fuera para repetir su rutina imperturbable con ellos- veo que la historia de Asterión te llama mucho la atención- sonrió suavemente- honramos mucho a los dioses antiguos, como verás- finalizó.

-¿Por qué? ¿No creen en Zalgo?- preguntó ligeramente curioso mientras se sorbía la nariz, llorando no conseguiría más que su cabeza le doliera. Eso sería insoportable. Ligeramente sorprendida de que le siguiera la charla desde que llegaron, esbozó una sonrisa a medias mientras trataba de explicarle los fundamentos de su religión- no tiene sentido que adoren a otros dioses.

-Ciertamente en el cristianismo con el que te criaste, las cosas funcionan así- sonrió suavemente- creemos en Zalgo si- afirmó- pero honramos a los dioses antiguos, pequeño, el pueblo que olvida está condenado a repetir sus errores- continuó- existieron si, en algún momento y ellos forjaron todo lo que conocemos- señaló con el dedo el dibujo de cronos en una pared- respiramos historia, compartimos historia y en definitiva aquí estamos... hundidos hasta la cabeza en recuerdos de vidas pasadas.

-¿Y Zalgo...?- cuestionó, solo conocía como base el cristianismo, eso le enseñaron en su casa cuando vivía con sus padres, pero además de eso, no conocía nada más que no hubiese estado en libros antiguos perdidos en estanterías. Con obra y gracia de su incansable interés en las cosas, había logrado leer la divina comedia, pero eso era toda su preparación.

-Con más respeto cuando pronuncies su nombre- le llamó la atención- las noticias aquí abajo se la llevan los murciélagos- al ver que el menor no comprendía trato de explicarle- "Se lo llevan los murciélagos" es un viejo cuento que se les contaba a los niños por aquí, refiere a que viaja rápido y no puede contenerse una vez se ha dicho- continuo- Nuestro amo y señor, Zalgo, es el ultimo que queda de los dioses antiguos.

MokshaWhere stories live. Discover now