Capitulo 55

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Espantando suavemente el pánico anterior con un suspiro adormilado, se limitaba a morderse los labios mientras los espasmos predecesores del llanto aún lo hacían hipar por lo bajo, se notaba terriblemente dolido con lo que había sucedido antes ¿Cómo no estarlo? La inseguridad había regresado y aún acurrucado entre esos brazos, se sentía completamente solo. Desganado quizás, recostaba su cabeza sorbe el hombro de la criatura observando la oscuridad del bosque en la madrugada, aquello era casi tranquilizante, arrullado como un niño que se despierta aterrado tras una pesadilla. Slenderman se mostraba de una manera que nunca antes hubiera pensado en conocer, se estaba ocupando de él sin burlarse ni decir nada fuera de lugar, ni siquiera había podido caminar fuera por sí solo y ahora lo estaban cargando de un lado a otro como nunca en su vida sus padres lo hicieron. Entrecerró los ojos mientras se sorbía la nariz, las ganas de llorar pasaban lentamente, pero el hombre no decía absolutamente nada, se ocupaba de arrullarlo como a su propio niño, procurando que se liberase de aquella tensión que el llanto provocaba en la base de la garganta, un nudo eterno que solo servía para demostrar lo débil que era en momentos como aquellos. Solos en la madrugada, sin decir ni una palabra, degustando del helado aire en su piel de porcelana. Nada más podría pedirse de todo, como un momento invaluable de una conexión que sin ese momento de inflexión nunca hubiese sucedido, ambos eran demasiado orgullosos como para doblegarse. El universo les había regalado entonces, una helada madrugada de desacato, de desencanto y... ¿por qué no? De tiempo de calidad entre dos personas que no se conocían en lo absoluto pero que estaban destinadas a encontrarse una y otra vez en cada maldita línea temporal. Le dio una suave palmada en la espalda al escucharlo toser, mientras se limitaba a rebuscar dentro de sus bolsillos uno de sus cigarrillos, Jeff no fumaba, pero realmente el adulto necesitaba algo para calmar sus nervios y no encontró mejor cosa que hacer, que cumplir esa pequeña tradición que mantenía cercanos a los suyos. Los ojos acuarelados del muchacho se centraron en el fuego que surgió de aquel encendedor, sin más, algo tan natural, tan mundano en aquel retorcido rincón del mundo. La chispa se alzó con violencia mientras se apoderaba del extremo sur del cigarrillo oscuro, haciendo que un humo casi imperceptible se escapara a toda prisa, recordándole a las almas en pena en noches como aquellas. Las de ataño, sin luces, fogatas y acompañados de la luna. Era vergonzoso que lo tuviera aún en sus brazos, pero no tenía la fortaleza para alejarse y de hacerlo, no estaba seguro de poder mantener su propio peso sobre sus pequeños pies temblorosos. Deslizó su brazo salpicado de sangre para limpiar los rastros casi secos de lágrimas en su rostro antes de recostar nuevamente su cabeza sobre su hombro, se lo notaba adormilado, a punto de traspasar aquellas fronteras del sueño que tanto tentaba a los mortales. Después de todo era tan niño como los demás, incluso más si se puede decir. Debió de haberse quedado dormido, eso era claro, estaba cansado, irritado por la falta de sueño y sobre todo un tarado intentó forzarlo a tener relaciones sexuales. Todo se volvía cada vez más oscuro alrededor de aquella casa que en un momento representó la libertad de elección, pero que ahora se teñía a la sombra de Zalgo y todos sus jodidos demonios de mente podrida. El olor al tabaco inundó el aire mientras la calidez de humo los envolvía a ambos con esa exhalación infernal que duró un par de minutos. La criatura le pasó el cigarrillo de manera amable, a lo que el menor simplemente negó, sin observarle mucho, fumar no era algo que le apasionara demasiado, pero era capaz de disfrutarlo en un ambiente más festivo... claramente este no le beneficiaba en lo absoluto. Aquella ojerosa vista estaba fija en uno de sus dedos, el índice para ser exactos, se había levantado la uña casi por completo de manera que ahora parecía colgar inerte de esa extremidad, no dolía demasiado o su cuerpo estaba tan lleno de adrenalina que no podía sentirlo aún. De todas maneras decidió ignorar el problema mientras se sorbía la nariz, sintiendo en su pecho la presión de saberse atrapado dentro de aquella maraña de emociones y sentimientos encontrados.

-Ese fue un muy buen golpe- comenzó a hablar la criatura mientras detenía una de sus manos sobre la cabeza del muchacho, internando sus dedos dentro de aquella suave y dulce cabellera oscura como la misma noche que los rodeaba- un par de centímetros más adentro y hubieras perforado uno de los pulmones- Jeff giró su cabeza para observar ese inocuo rostro blanco que ahora provista de una boca, se limitaba a decir palabras al azar, como si intentara comenzar una conversación amigable. Simplemente quería que el muchacho dejara de pensar tanto en lo anterior sucedido. Quizás solamente procuraba que el menor encontrara su centro, que pudiera comenzar a moverse en beneficio propio.

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