Capitulo 9

2.8K 183 19
                                    

Tobías se encontraba sentado frente al ventanal que se encontraba en la cocina, con la nariz aplastada contra el vidrio y sus ojos entrecerrados centrados en el infinito, en las interminables hileras de arboles de variantes formas, que enredaban sus raíces a kilómetros bajo tierra, cruzando los dedos veía desdibujarse puntos blancos cercanos al horizonte, animales en fuga dejaban rastros de sangre a sus espaldas. Patas atestadas de uñas sangrientas, herían sin pena el vientre de la madre tierra, desgarrando la tierra y arrancando tiernos brotes de pasto que al siempre libre cervatillo hubiera servido de alimento. Bocas atiborradas de colmillos refulgentes que brillaban en blanco mármol, coronados por lenguas rojas, sedientas de sangre que bailaban entre trozos de victimas inmorales. El ardiente sol hirió el cielo con su espada de dorado oro, ahuyentando bestias, acunando dioses terrenales. Dada la luminiscente figura que había ocupado ya su trono sobre el cielo tardío, el menor pudo dejar escapar un suspiro lento que no sabía que había estado aguantado por todo ese tiempo, el vidrio no se empañó, pero gotitas transparentes de saliva quedaron marcadas en sus flancos de cristal.

-¿Pasó toda la noche allí?- preguntó con un deje de escalofriante estática aquella magnánima criatura de elevada altura, con la nula vista puesta sobre el jovencito que aún encerrado en sus propios pensamientos veía el día pasar, se notaba exhausto por la forma en la que su espalda estaba inclinada, bastas ojeras cubrían su tierna piel y el desasosiego de saberse aterrado volvía cal al tiempo que lo retenía en esa misma posición, alarmado, como el sabueso, fiel amigo, que permanece en vela toda una noche para defender al amo del cruel invasor que su mente recrea tras la tormenta. Ante la nula respuesta de los otros dos jóvenes, que por lo visto también resultaron un poco sorprendidos por el comportamiento del menor, prosiguió con su demandante monólogo- ¿Por qué está ahí? ¿Qué pasó?- volvió a preguntar, como si estuviera hablándoles a paredes desnudas, triste blanco que niega respuesta y el sentir pesa- ¿Acaso les comió la lengua el gato? Déjennos solos- finalizó señalando la puerta de entrada, que se abrió de par en par con un fuerte estallido, que alerto al menor y desestabilizó a los otros dos, quienes como cachorros regañados se apresuraron a salir corriendo por la entrada, sin perder el tiempo de cambiarse siquiera la ropa que habían usado para dormir. Hoodie, se colocó la máscara que guardaba celosamente en uno de sus bolsillos y miró repetidas veces hacia atrás, sintiendo pesar al dejar a uno de ellos atrás. Masky por su parte, fue el primero en desaparecer, sentía la estática lastimar sus oídos y no quería estar cerca si el adulto comenzara a regañar al menor, estaba bastante conforme con haber superado la etapa del sangrado de nariz y la tos incontrolable, que si no era tratada terminaba en un ataque de pánico y la pérdida del conocimiento. Como sabuesos entrenados, bien dispuestos a mover la cola tras un castigo, se alejaron en paz, sin temer peligro alguno, pues en los cuellos de ambos chicos una cicatriz en forma de esfera, con una cruz en su centro los protegía, les otorgaba confianza. Este método tan invasivo, tan aparentemente cruel, había sido implementada luego de la "era oscura" donde gran parte de los seres que estaban bajo el mando de la criatura se habían revelado, impulsados por Kate, quien con aquel semblante serio dio pie al llamado "casi apocalipsis". Todos corrieron peligro de muerte por aquellos años, escondidos como ratas hasta que la criatura retomó las riendas de sus siervos y los marcó de por vida, el collar con los que envolvió sus cuellos fue muy pesado para la mayoría de ellos, por lo cual la muerte fue el castigo adecuado para aquella falta. Aquel trío que aún estaba a su lado contaba con pobre edad para cuando todo aquello había pasado, fueron los primeros en acudir a buscar refugio en él. De igual forma las medidas asfixiantes fueron tomadas hacia ellos también. A raíz de ese problema, ellos quedaron marcados con respecto a la idea de la "traición" y la "debilidad". Ni siquiera quiere pensar lo que esas pobres almas debieron enfrentar cuando la vida fue arrancada de aquella enorme casa, numerosas habitaciones vacías, millones de platos vacíos a la hora de comer, recuerdos por todos lados. Asistieron a cada ejecución, a cada entierro, vieron como aquellos animales del bosque devoraron los cuerpos y como el invierno les cayó encima, sin decir ni una palabra, ni derramar una sola lágrima. Esa quizás era la razón por la que ya no les agradaba estar rodeados de tantas personas, razón por la cual negaron la idea de mudarse a la otra cabaña con los supervivientes del desastre provocado por un grupo insubordinado. Se creyeron aves y con sus tiernas alitas de cera, volaron demasiada cerca del sol y las alas que presumían se derritieron como la nieve precipitándolos al suelo, cama de hojas secas, no amortiguó su caída. Ajeno a aquel recuerdo que atormentó momentáneamente el sentir del Operador, Tobías apartó la mirada del cristal mientras dibujaba con dificultad una sonrisa que se borró al sentir el aire de reproche que inundaba la habitación, tragó en seco mientras se ponía de pie con algo de dificultad, escuchando como sus vertebras crujían con cada esfuerzo por erguirse. La criatura lo observó con marcada molestia mientras el menor se alistaba.

MokshaWhere stories live. Discover now