Capitulo 29

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Tobías observó como su remera suavemente se deslizaba por sus hombros hasta descubrirlos por completo, enseñando aquella infantil piel que se erizó al instante en el que una corriente de viento empujó su cabello hacia delante, que ahora rebelde era parte de su gracia acaramelados como si hubiesen sido acariciados con las alitas de un ángel, tan dulces ojos cristalizados que se fijaron en los de la criatura ya varios pies más alto que él, sujetando entre sus pequeñas manitos la carta arrugada que había generado toda esa situación. Una invitación al infierno, como castos comensales, hijos de la nobleza que en su propia tierra nunca habían degustado con tal presteza. Insistía en detener su manito libre dentro de su boca la tanto estudiaba la situación que se gestaba sobre su cabeza, ya que aquellos sabuesos se encargaban de afirmar sus manos como lanzas sobre el grupo aterrorizado y petrificado de niños que eran el legado del libertinaje humano, eran joyas de burdo trabajo que vibraban en su pureza plena. Sobre ellos, los vigilantes, los sirvientes de aquel sacro imperio bajo tierra, corrompidos por la renombrada "Peace of death" se rebatían ansiosos en su vacío por responder a las ordenes de su superior, coronado por la victoria satírica de liderar un vacío séquito de alimañas. Con el rostro cubierto ahora si con máscaras terriblemente perturbadoras de conejos negros como el carbón, asegurados en sus cabezas por la gracia de unas ligas de cuero (animal seguramente...) que se aferraban a sus nucas con una increíble fuerza, limitando no solo el reconocimiento de su propio rostro sino que también logrando casi imposible el pronunciar alguna palabra debido a que se ajustaba a su barbilla haciendo crujir sus dientes podridos. Costuras de caucho sobre esa piel que poco a poco dejaba de resultar animal y se volvía similar a la que los mismos niños traían, logrando que lo perturbador rozara el cielo de la incredulidad. Tobías los observó reclamar a sus compañeros, pero lejos de ser una manera violenta, era casi como si todo estuviese ensayado con cariño, practicado responsablemente y repasado hasta el hartazgo, para evitarse problemas como el temor de que intentasen escapar presas del pánico. Aquello era algo irrepetible, una bienvenida a la nobleza de su sangre y de su posición, comprendió entonces con aquella calma propia de la tormenta pasada, que no los dañaría (necesariamente) todo estaba preparado para honrarlos, pero en ello radicaba su peligrosidad, tan cerca del fuego que sin cuidado se quemarían y tan lejos de la tierra que sin cuidado perderían. No valía la pena resistirse en lo absoluto, todos lo sabían menos Jeff, quien realmente reflejaba el miedo en sus transparentes ojos que no podían ocultar ninguna emoción de los que los vieran. Tobías lo observó de reojo, superando poco a poco esa sensación de abandono y desprotección para dejar que su mente juvenil pensara, dejando de lado a su más pueril forma que amenazaba con ponerse a llorar.

-No se preocupen corderitos- atinó a calmar sus ansias la criatura a sus espaldas, de brazos cruzados viendo como los sirvientes pretendían ganarse la confianza de los niños- volverán a estar juntos en el gran banquete, por ahora, limítense a hacer de su voluntad una orden- luego se dirigió a los que los retenían con bien armados trucos de luces y brillos- no quiero escuchar ni un solo llanto- amenazó de forma burda- corre el tiempo, muchachos, a trabajar- a su lado una puerta se abrió removiéndose los ladrillos del inacabado pasillo antes de sumergirse en la penumbra cuando nuevamente se cerraron las puertas, aquello era secreto y engañoso hasta la muerte. Masky simplemente se encogió de hombros cuando Tobías levantó su manito infantil hasta la altura de sus ojos señalándole un pequeño dedo meñique, mal lugar para una promesa tan dulce, pero cuando Hoodie lo imitó sonriendo suavemente, lo supo, eso era una promesa de protección "Hasta el final" supuso mientras aquellos deditos se unían en una promesa triple. El corazón del trío finalmente se relajó, se tenían entre ellos y ese simple acto de armonía logró que más manitos se unieran a aquello, completando una hermosa flor de loto. Todos eran la sombra del operador, incluso en las tinieblas más perdidas de su tierra en ruinas de fuego. No se quebrantó aquella unión incluso cuando vinieron a buscarlos, pero fue espeluznante, no había caras reconocibles simplemente conejos tétricos.

MokshaWhere stories live. Discover now