Capitulo 48

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Gracioso era sin lugar a dudas que ese sueño susurrado por los ángeles en una noche lluviosa se hubiera esfumado, claro era que aquello se había convertido tan gradualmente en una pesadilla que habría preferido mil veces encontrarse vagando por el inconmensurable bosque que le había dado vida en primer lugar, realmente hubiera encontrado más dulce el sabor de la soledad de aquella manera tan efímera y natural. Sin embargo, allí iba la alada criatura, con el hocico húmedo de emociones y la cabeza cargada hasta la muerte con pensamientos vagos, huidizos como un zorro. Ahora era presa viva del destino que con la fiereza de una fosa llena de hambrientos leones, lo asediaba, lo rompía y a la vez le obligaba a caminar por ese sendero lleno de rosas de eterna belleza, provista de espinas venenosas. Comprendiendo su innegable humanidad, se relamía ansioso de volver con los que lo amaban, pero ahora, acompañaba al sol en una mañana desesperantemente lenta. Allí iba cabizbajo, entonces, por la vereda soleada, al tanto se mantenía distante de las flores, el pasto y el viento invernal, con el bozal atrapando su voz y marcando su caminar vacío, arrastrando la pureza de saberse comprometido con ese silente vaivén de emociones contradictorias. Bostezó suavemente al tanto Moca seguía marcando el trote de ese para nada calmo caminar, esquivando hojas y coronando la belleza de las bellotas con ladridos divinos. Para él, aquello era lo mejor que podía haberle sucedido, estaba acostumbrado a ver las correas que conducían y encausaban su caminar errático, para Tobías, aquello simplemente era motivo de entristecerse ligeramente. Moca se notaba contento de salir, de caminar y de vibrar en la sintonía de un día que recién comenzaba para ellos. Para Tobías era todo lo contrario, amarrado como la bestia más peligrosa del lugar, no parecía estar disfrutando de nada en lo absoluto, ni de la brisa, ni del paseo ni de la idea a libertad que se acurrucaba como un niño dentro de su pecho, claro era que escapar había sido su primera idea pero ahora lamía las heridas de un plan fracasado y frustrado por sus propios límites físicos. No estaban lejos de la casa, habían considerado que no estaba preparado para darle la vuelta a la manzana y amablemente se detenían con él para que pudiera tomar un descanso a la sombra de un roble. Moca quería continuar caminando, pero lo respetaba como todo un hermano mayor, lamiendo de vez en cuando su rostro para asegurarle de que todo estaba bien y que tonto era preocuparse por continuar. Finalmente decidió que no quería caminar más, se tumbó con mucho cuidado sobe su lado sano antes de jadear suavemente recibiendo una caricia sobre la cabeza festejando lo mucho que había caminado. Nada nuevo, un par de palabras amables antes de que la parejita se sentara en la vereda a su lado, abrigados hasta la muerte charlaban entre ellos con el aroma a café en la boca, entre risas divertidas y se tomaban de las manos. Parecían hablar de algo importante, pero no estaba de humor para husmear en la vida de las demás personas, era un chico bastante centrado en lo que quería o no hacer, por lo tanto simplemente se quedó a su lado con la vista fija en la calle. Era muy malo con los nombres en realidad, por lo tanto no estaba seguro de conocer el de la chica, así que siembre se refería a ella de esa manera tan desconectada. De todas maneras demostró ser alguien muy agradable, daba las mejores caricias que hubiera sentido en su perruna vida, aquello era demasiado par alguien a quien no le agradaba que le tocasen mucho. Recostó su cabeza sobre el regazo de ella mientras la escuchaba hablar, nada interesante, pero ella se notaba bastante preocupada al tanto intentaba introducir poco a poco un tema en específico. El otro tarado no entendía, así que bajo un suspiro se deshizo el buen momento en un suspiro. Tobías supo que aquello debía de ser importante, ella se notaba nerviosa, de alguna manera podía sentirlo en la base de su cabeza como una punzada que le hacía empatizar con rapidez. La conversación seguiría, era seguro de que ella tenía que reunir la valentía para hablarle de frente, ese muchacho no tenía muchas luces para captar que algo la estaba incomodando.

-¿No vas a trabajar hoy?- preguntó ella al tanto introducía sus dedos en el pelaje del menor, con una suave caricia que continuó por su adolorida espada. Se le estaba haciendo tarde de ser así, realmente era muy descuidado con los horarios y solía cometer aquellas pequeñas faltas constantemente. El hombre observaba su celular sin más antes de levantar la cabeza y sonreírle abiertamente, era claro de que no la había estado escuchando "Si, si, pide lo que quieras" le respondió creyendo quizás de que estaban hablando del almuerzo. Ella asintió suavemente con la cabeza antes de suspirar- sé que no es un buen momento, Lucas, pero...- comenzó ella en voz baja, con la mirada clavada en el rostro de Tobías- sabes que yo...- fue interrumpida cuando él finalmente observó la hora en su teléfono.

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