Capítulo 72

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Un bostezó suave escapó de aquellos acaramelados labios de musa, mientras que sus níveos dedos se deslizaban con dulzura atontada sobre el sillón en el cual estaba recostado, boca abajo. Por alguna razón que no terminaba de comprender, sentía el cuerpo caliente, como si un calor húmedo se extendiera desde el cuello de su remera hasta la mitad de su ombligo. Confundido ciertamente, supuso que debió haber transpirado un poco mientras dejaba pasar el tiempo entre sueños, Hoodie estaba sobre él, había apoyado todo su cuerpo sobre el suyo recostando su cabeza sobre la nuca del otro así que supuso (aún adormilado) que ambos habían generado bastante calor cubiertos con las mantas. Uno de sus brazos yacía inmóvil, atrapado debajo de su peso de manera que su hombro estaba totalmente trabado en una posición recta, bastante molesto para alguien que solía moverse demasiado durante la noche. Tanteó con la única mano que tenía libre sobre el sillón intentando encontrar el borde de la almohada para intentar darle vuelta a un lado más fresco, ciertamente lo hacía lento, con cuidado para no molestar a Hoodie. Un escozor sacudió por completo sus sentidos logrando que se despertara casi por completo, cuando el dolor comenzó a aumentar como una punzada sin sentido a lo largo de su mano, que se encontraba pegajosa, pesada. Carraspeó girando su cabeza de lado sobre la almohada para intentar percibir por la luz del sol que se colaba por la ventana, algún indicio vago que le explicara lo sucedido. Era aún de mañana, casi rozando la madrugada, no más de las 5 en punto por lo que el sol no era lo bastante fuerte para superar las cortinas que amargamente los protegían de su afecto. Lo intentó varias veces más pero no podía enfocar la vista, estaba cansado, sus ojos parecían estar complacidos con el sueño más que con el trabajo por lo tanto hundió su rostro en la almohada respirando su dulce aliento, jadeando suavemente cuando el dolor aumentó exponencialmente con el roce. Deslizó su mano hasta el borde del sillón antes de dejarla colgando, mejorando completamente la sensación invasiva, suponía que debía de haberse lastimado las cutículas contra el áspero sillón, así que no le dio mucho más interés. Ciertamente incómodo movió la cabeza varias veces antes de llevar su mano a la boca como solía hacerlo cuando era pequeño. Cerró los ojos y pegó su dedo pulgar a su paladar, deslizando su lengua ansiosa sobre la superficie, descubriendo algo que ciertamente no era grato en alguien que estaba durmiendo, el sabor a la sangre inundó sus papilas gustativas mezclándose con su saliva. Mantuvo el dedo dentro de su boca confundido, con la mirada clavada en el vacío mientras continuaba devorando su propia sangre como si no supiera cuando detenerse, ahora conscientemente degustaba de la misma sensación placentera que muchos soles atrás había servido para disipar sus tics antes de que siquiera aparecieran. Llenó sus pulmones de aire antes de cerrar poco a poco sus ojos, pesados ya como rocas, sin darse cuenta que había empeorado por completo la situación, una pequeña herida que pudo haber sido curada con el tiempo se potenció con un éxtasis casi caníbal prevaleciendo en sus sueños. Fue entonces Hoodie quien se dio cuenta tarde de lo sucedido, cuando el desagradable sonido de un chasquido llamó por completo su atención con un movimiento lento pero sutil por parte del muchacho. Instintivamente se reincorporó lentamente, sentándose sobre sus propios talones mientras que su corazón latía con violencia, una estocada tras otra, dolorosamente el miedo sin sentido aguerría su mirada mientras se llenaba de valor para acariciar con su dedo el contacto de luz. Fue un estallido sanguinario que hizo a la habitación bufar con molestia pues su sueño de recuperación tras la fiesta había sido intervenido con un fogonazo de luz que cautivó cada uno de sus sentidos. Incluso Tobías frunció ligeramente el entrecejo mientras la sangre brotaba en hilos con su saliva, temblando visiblemente por el dolor que parecía no importarle demasiado mientras sus dientes chocaban unos con otros. Hoodie palideció angustiado, fue tanta su sorpresa que no supo cómo actuar, perdiendo el equilibrio al caer sentado simplemente llevando rápidamente sus manos hacia su propio cabello para recogerlo en una coleta en el centro de su cabeza. Nadie se había levantado, el cansancio se les impedía, pero allí estaban acurrucados en casto sueño. Sus pies descalzos tocaron el suelo mientras se bajaba del sillón como un niño que acaba de tener una pesadilla y corre a buscar a su padre.

MokshaWhere stories live. Discover now