Capítulo 75

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Tobías sacó levemente la lengua mientras pateaba la mochila en el suelo ligeramente hasta llegar a la pared de aquel vistoso lugar, sabía que lo estaban mirando pero nadie hacía nada para pararlo, reconocía un cierto aire de admiración que llegado a ese punto era más manejable que amistoso. Miró por encima de su hombro a los ancianos tomando café en la esquina, sus ojos estaban clavados en él como si esperaran que hiciera algo increíble o simplemente se desvaneciera como un fantasma, algo ciertamente más improbable que lo anteriormente nombrado, estaba cumpliendo órdenes claras no era por placer (aunque entre la verdad y la mentira florecía una cierta planta de gozo que intentaba frenar). Arrugó ligeramente la nariz mientras se agachaba para tomar una de las latas, pasándola directamente hasta Jeff, quien parecía más nervioso que otra cosa, esto no era algo rutinario, le sentaba como un baldazo de agua fría directamente sobre la cabeza, no estaba dentro del auto y efectivamente temía ser atrapado con las manos en la masa. Mordió sus labios recibiendo la pintura, lo mejor era acabar con eso cuanto antes y reunirse con los otros dos para desaparecer de allí e ir a hacer eso que lo tenía tan emocionado, como un par de niños que deben comer la cena antes que el postre. La sonrisa se ensancho visiblemente inconsistente mientras Tobías deslizó sus dedos por encima de los frascos tomando el rosado, Hoodie se había llevado el negro y no pensaba esperar demasiado. Se puso de pie, pateando ligeramente la mochila para cerrarla, tratando de leer el prospecto de la lata para saber cómo se usaba, pero las letras eran muy pequeñas y frente a la tarde muriendo no podía hacer mucho más. Sacudió la lata con fuerza antes de quitarle la tapa, apuntando a la pared antes de mirar a lo lejos como un regordete policía se acercaba antes de que siquiera hubiera podido hacer aunque sea una línea, su corazón se encogió al ver como la lata se resbalaba de sus manos pero la atrapó antes de que terminara en el suelo. Rodó en sus manos antes de que la apretara en dirección a la pared, tirando un desafortunado chorro de pintura directamente en su rostro, llenando de aquel dulce color pastel bueno parte de su cara, afortunadamente no dentro de su boca o nariz, el bozal y los goggles contribuyeron bastante bien con eso. Trastabilló ligeramente antes de girar la botella y hacer un círculo rápido, quitándose los lentes para dejarlos colgar de su cuello sin más, viendo como el regordete hombre, idealizado oficial come rosquillas, corriendo con falta de aire a su dirección, ya bien debían de tener como un par de minutos antes de que llegara. Le dio un codazo a Jeff antes de señalar con la cabeza la dirección en la cual el sujeto se acercaba gritando órdenes a odios sordos, Tobías cruzó el circulo con una enorme "x" algo que estaba acostumbrado a hacer en el común de sus días, le salí bastante bien para hacerlo a mano alzada. Jeff tomó la mochila mirando de reojo el nuevo look del otro muchacho, arrugando ligeramente la punta de la nariz mientras apuraba el paso, tirando todo dentro de la bolsa como si no tuviera nada mejor que hacer. Cargó la mochila sobre su espalda mientras le daba su lata a Tobías, quien comenzó a caminar ligeramente hacia atrás mientras observaba como el hombre se acercaba. Sacudió las latas y le arrojó el contenido encima antes de finalizar lanzándole la lata en la cabeza. Los gritos hicieron eco mientras sus zapatillas chirriaron por la acera, escuchando rebotar las latas en las espaldas del otro muchacho y la alarma evidente de la pintura quemando su piel. "Llorón" pensó Tobías con la mitad de la cara salpicada de pintura que ciertamente ardía, levantaba temperatura y todo, pero no llegaba a ser algo muy molesto. A mitad del camino ya todo pactado se dividió, uno a la derecha y el otro a la izquierda, apurando el paso para encontrarse con los otros dos. Tobías dejó caer al lata vacía que aún tenía en su mano alertando a Hoodie, quien había hecho un buen trabajo con su pintura, pero alertado por el muchacho supo que era momento de escapar. Lo tomó de brazo mientras se reía, guiándolo por un pasillo interno del residencial donde estaba garabateando, Tobías parecía bastante animado ahora pues no podía parar de reír mientras Hoodie lo impulsaba por encima de una pared bastante accesible para los jóvenes ágiles pero no tanto para sus perseguidores. Tobías por su cuenta trepó usando los ladrillos salidos hasta el balcón de una casa, pasando su mano a Hoodie lo ayudó a trepar, antes abrir la puerta y entrar a la extraña casa. Cuatro pares de ojos de dos criaturas se clavaron en ellos, unos niños de unos 11 y 7 años estaban sentados en el suelo jugando con muñecos, pero el miedo los invadió cuando los vieron entrar. Hoodie simplemente les saludó con la mano antes de dejar caer las botellas de pintura sobre los juguetes.

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