Capitulo 33

1.5K 108 13
                                    

-¡Burla al nazareno!- Resonaron las trompetas que para el mundo hubiese significado el fin de sus tiempos, pero ahora iniciaba un baile de lánguidas piernas de serpentina y corazones atiborrados de odio. El muchacho se encontraba de pie en una magnánima habitación en la que nunca había estado antes, bellísimas cortinas de seda se balanceaban de un lado al otro acunadas por el viento nocturno que avisaba al mundo que las una de la mañana se había ganado a pulso su lugar en el eterno firmamento que los rodeaba. Bolados en colores suaves decoraban las bellas cortinas mientras esta bailaba al ritmo de la música que una serie de ocho o nueve personas enmascaradas emitía con unos extraños instrumentos que imitaban a la lira eterna de cierto imponente cantante cuya vida por las ninfas arrebatada hubiese sido. El ensayo de la banda recién comenzaba, pero para Tobías aquello resultaba molesto e innecesario, al tanto se aferraba a la muñeca entre sus manos mientras inflaba los mofletes terriblemente cansado de aquella situación y con ganas de hundir nuevamente su cabeza en la almohada para poder descansar hasta el amanecer. Aquello vedado estaba del itinerario del menor, que de haber obedecido al pie de la letra lo dicho por la sombra que en silencio leía, mejor la hubiese pasado en aquellos infernados lares, pero era de esperarse que dormir en lugares desconocidos no hubiese sido un santo de su devoción. Con los hermosos cabellos sujetos con un gel desagradable, se había convertido aquel movimiento divino en una escultura de piedra inamovible donde las flores blancas se enredaban con la pasividad de un ángel de hermosa belleza. Tobías deslizaba la muñeca por el suelo debido a que era más grande de lo que recordaba, al tanto su rostro reflejaba la molestia que aquello le ocasionada, como si el hilo de seda que forma su paciencia se hubiese roto al soportar más peso del que pudiese siquiera pensar. Enormes candelabros de cristal colgaban del techo acompañando el ensueño de esa danza tribal, al tanto los músicos quizás haciéndole una gracia al menor, se limitaban a tocar canciones suaves para luego aumentar la velocidad hasta que casi era imposible seguirle el ritmo y los errores de arpas, guitarras o pianos, se volvía risible al paso del tiempo. De todas maneras, Tobías había decidido que todo ese día se pondría de una manera casi pensada en la cual todo lo dicho y hecho por los demás le resultaría molesto, es decir, sería lo más insoportable que pudiese para dar a entender su lugar ¡No quería estar en esa estúpida cena! ¡No quería recostarse en esa estúpida cama! ¡No quería ser así de pequeño! ¡Quería volver a su jodida casa para estar con su maldita familia! Se sorbió la nariz mientras la molestia tornaba sus mejillas de un agradable color rosado, mientras sujetaba aún la muñeca contra su cuerpo y mantenía su mirada puesta en los cuadros que lo rodeaban ¡Risibles eran todos frente a su genio malintencionado! La sombra, de vez en cuando giraba su cabeza del libro que en sus manos cuna fértil encontraba, para controlar que no estuviese haciendo ninguna travesura de las que creía que fuese capaz ¿Cómo explicaría la manera en la cual lo había encontrado terriblemente sucio recostado en la cama de seda? Solo le había apartado la mirada un par de minutos para darse cuenta de que había desaparecido, fue incluso un motivo por el cual no pudo terminar lo realizado con su amante, los demonios al parecer tenían un aguante increíble pero el niño estaba primero en todos sus planes. Era su pasaje para vivir en el palacio con el resto de los sirvientes, por lo tanto realmente importaba demasiado que se encontrase limpio y tranquilo para la hora de la cena. Esto último parecía ser incapaz de cumplir, pues desde que se había despertado había sido una lucha increíble el mantenerlo vestido y cooperando ¡El pobrecito solo quería volver a dormir! Y de haber sabido lo malo que se pondrían las cosas, ni siquiera hubiera pensado en golpearlo otra vez ¡pero le sacaba de quicio! ¿Quién en su sano juicio quería llevar esa horrorosa muñeca consigo a todos lados? ¿De dónde demonios la había saco después de todo? Molería a golpes al sirviente que en su insano sentido del humor le hubiese dado esa basura. Tobías, por su parte, lentamente se abrazó a la muñeca mientras ensayaba aquella molesta mirada con el cuadro de Cronos que se encontraba a un par de pasos de él, esa bestia estaba devorando a sus hijos de una manera tan sádica que incluso le daba vueltas el estómago encontrarse bajo esa visión tenebrosa de una relación padre e hijo. Se talló los ojos mientras daba un par de pasos hacia atrás ligeramente acobardado por ello, que su mente más desarrollada trataba de explicarse a sí mismo que se trataba de una simple pintura algo que no era real en lo absoluto, pero su mente infantil le jugaba una mala jugada cuando al moverse notaba como esos ojos lo seguían con la mirada. Comenzaba a odiar ese lugar y con justas razones. Deslizó sus dedos con mucho cuidado sobre los pétalos de una flor mientras se paraba de puntitas de pie, sonriendo ante la sensación de humedad que el roció sobre esta le dejaba, bostezando de forma mansa.

MokshaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora