Capitulo 62

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Lyra deslizaba sus dedos sobre la cabeza de la pequeña ardilla, mientras de sus manos esta robaba pequeños pedacitos de nueces que Marcus le había facilitado, sin más ambos parecían llevarse extrañamente bien, hundidos en sus propios pensamientos mientras el animalito se rebatía con su cola peluda a su alrededor. Su cabello se deslizaba como una corriente sobre sus hombros al tanto llevaba un abrigo que le proveía el calor necesario para evitar tener que correr a dentro por culpa del viento, era realmente bastante tranquila. Apilaba al lado del camino pequeñas ramitas y hojas, al tanto su hermano menor correteaba por allí con esa energía propia de la juventud, transportando piedras para luego arrojarlas sin más al suelo y salir disparado hacia otro lado, como una cabritilla de brillante pelaje, al tanto, los demás jóvenes se ocupaban del mantenimiento de la casa, algo como juntar las hojas podridas de debajo del pórtico por miedo a atraer serpientes. Rastrillos y palabras cansadas susurradas a la nada con cada viento, malhumor de un adolescente común, aquella tarea se volvía tediosa poco a poco. La radio en el suelo anunciaba las 7 de la mañana de un tormentoso despertar mientras ellos trabajaban para que, el eco de un recuerdo de madrugada en el boliche, sonara con una movida canción que adormecía recuerdos. Tobías seguía descalzo, no había zapatos que pudieran quedarle, por lo tanto había alguien que se aseguraba que no corriera sobre cosas peligrosas, no faltarían botellas rotas o cristales en la tierra por algún error humano. Jonathan deslizaba sus hilos para redirigir al azar los pasos del menor o simplemente mover bolsas pesadas llenas de hojas húmedas del camino, cosas que sería demasiado complicado hacerlas sin su ayuda. Al tanto un caliente café descansaba entre sus manos y una gorra de lana mantenía sus cabellos encerrados y ligeramente más estilizados. El magnetismo propio de su persona lo impulsaba a menear suavemente la cabeza al ritmo de "Shape of you" a veces siendo observado de manera burlona por los demás o simplemente acompañado con algún verso al azar, aquello hacía todo más ameno. Los niños no querían irse y ellos amaban tenerlos cerca, así que aquello hacía más soportable su estadía lejos de las demás personas. Era él quien marcaba el rumbo de la mañana, casi divertido, haciendo bromas de vez en cuando, a Tobías le encantaba, estaba gratamente encantado con ese chico aunque no sabía su nombre, se sentía seguro con él. En esa casa no se desayunaba sentado, por alguna razón siempre tenían cosas que hacer, le tardaría años al menor darse cuenta de la razón de aquello, los pequeños moretones en los brazos de la mayoría de ellos denotaban un pasado turbulento y la adicción se luchaba, se trabajaba un jodido día a la vez. Siempre estaban ocupados y la cerveza en la casa era sin alcohol, chicos sanos habría supuesto antes, pero cuando las cosas se ponían verdaderamente difíciles, algo helado que le recordaba un poco a casa siempre era bienvenido. Tobías y Lyra recibieron un tambaleante pote de gelatina rojo, una delicia para el menor que no se mantuvo quieto, hasta que Alexander lo mandó a sentar por estar interfiriendo en el trabajo del resto. Lyra hablaba encantada sobre lo relacionado a las ardillas, asegurándoles muchas cosas que había escuchado de su maestra, siendo ese día un viernes, faltó a las clases y eso la ponía ligeramente melancólica, pero no lo demostraba. Ocasionalmente alguien haría una pregunta con respecto a un animal cualquiera, a lo que la niña levantaría la mano para contestar animada alguna curiosidad con lo referente a su alimentación, su habitad o el nombre científico que tenía. Algo sorprendente, pero la niña amaba los animales y con sus precarias habilidades de lecturas, esperadas en un niño de 6 años, era capaz de memorizar lo que sea que pasara frente a sus ansias infantiles. Lea se encontraba sentada en el suelo, frente a ellos, dibujando con sumo cuidado unas runas en el suelo, algo nórdico según había escuchado, pero no llegaba a comprender del todo su valor. Al parecer era algo relacionado con la religión wicca, no era muy buena con las palabras, así que se no dio muchos detalles, pero al parecer era una alabanza a algún dios, había flores, palitos, velas, piñas, algo de fruta, realmente había formado un altar hermoso. Su rostro en tinieblas por la capucha, se encontraba de cuclillas frente a su obra, dándole los toques finales antes de colocar sus manos sobre ella de manera dulce, casi maternal.

MokshaWhere stories live. Discover now