Capitulo 38

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-Te ves estúpidamente ridículo de esa manera, espero que estés consciente de eso- soltó finalmente Masky de forma seria mientras veía al muchacho detener frente a sus ojos unos binoculares camuflados que colgaban de su cuello de una manera casi divertida gracias a un lazo color violeta que resaltaba sobre su ropa de trabajo clásica, el abrigo con capucha, unos jeans azul marino que se equiparaban a una calza por lo elástico (y debían serlo para más utilidad) un par de zapatillas negras y el bozal sobre sus labios, para evitar que comenzara a morderse debido a las emociones que todo aquel trabajo le generaba. Sacando levemente la lengua por la comisura de sus labios, se limitaba a escudriñar el lugar que tendrían que revisar en búsqueda de algunas hierbas que la criatura mayor les había indicado, aunque sabían muy por lo bajo que trataba de mantenerlos ocupados para poder planear su siguiente jugada, claramente reponer las hierbas curativas no era una prioridad para aquellos momentos. El encontrar un lugar nuevo para habitar si lo era, pero de alguna manera estaban perdiendo el tiempo sentados sobre una rama de un árbol mientras observaban como Tobías se ocupaba de controlar la distancia entre un nuevo campamento que se había mudado cerca del lugar. Nada nuevo, un padre con dos niños, que probablemente debían de pasar el fin de semana con el adulto para reponer el tiempo que el divorcio les había quitado, de todas maneras no se veían muy contentos de estar allí. Masky desde el suelo, dio un golpe con la palma de su mando al tronco del árbol haciendo que Tobías se mordiera la lengua por error- ¿Sigues ahí? No te desconectes, aunque sea un trabajo idiota- finalizó haciendo que el muchacho apartara la vista del humeante campamento para fijarlo en el suelo, donde Hoodie estaba arrodillado intentando comparar dos tipos de raíces de mandrágora para tener una vaga idea de lo que debía traerle a su amo, no haría dos estúpidos viajes en un mismo día. Masky perdió el interés cuando comenzó a cargar dentro de una bolsa de tela las plantas que su compañero había seleccionado, con maestría, casi como si fuera la cosa más difícil del mundo, Tobías suspiró cuando pensó en lo mucho que extrañaba la adrenalina de sus hachas y el cargador caliente del arma entre sus manos. No era un jodido niño, quería algo de acción, correr, disparar y quizás algo de afecto después de todo, aquel viaje al inframundo le había dado la lección de que la vida no era tan larga como pensaba, una eternidad cuando era niño, una risa en la adultez y un pestañeo... para cuando quisiera darse cuenta sería polvo de estrellas. Una sensación de ambigüedad pura llenó su corazón cuando tras sus goggles de ese agradable color anaranjado, una mirada de irrealidad dejó pasar a la aprensión- deja de colgarte- le llamó la atención nuevamente como si se tratase de un niño que se perdía viendo un escaparate. Después de todo, ese preciso día nadie parecía tolerarse lo suficiente como para entablar una conversación más directa, no era su culpa, la criatura les había explicado que era un efecto secundario de todas las deliciosas frutas que habían estado comiendo todo el día y el cambio horario que habían sufrido, más el cansancio, era un coctel molotov que ninguno de ellos estaba listo para enfrentar. Era cuestión de tiempo para que una chispa hiciera estallar una pelea, Tobías no contestaba porque sabía que la paliza de su vida podría estarse jugando en esos momentos, jugando era una cosa, pero Masky y Hoodie bien sabían que entre ellos la pelea estaba perdida. Entornó los ojos al mayor antes de entrecerrar los ojos para poder observar que la carpa a la lejanía se encontraba cerrado, eran las 5 de la mañana, claramente la familia se encontraba durmiendo- Tobías, habló en serio- le regañó otra vez, seguro estaba cansado y quería volver a la cama, como un niño chiquito se estaba desquitando con él. Tobías ignoró eso mientras el enojo subía como una corriente de fuego por el interior de su estómago como si fuera acidez, haciendo que dejase los binoculares colgando de su cuello antes de mirarle de mala manera.

-Oh, cierra la boca- comenzó haciendo que Hoodie levantara la mirada para hacer que bajase la voz, lo menos que querían era llamar la atención de algún madrugador que paseara por allí- Solo lo dices porque no tienes uno- sentenció el menor mientras chasqueaba la lengua adolorida, centrándose en lo primero que había escuchado, teniendo en cuenta de que probablemente el otro no hubiese comprendido del todo aquella respuesta tardía- hablo de los binoculares- se explicó finalmente mientras los llevaba a sus ojos para volver a su trabajo- después de todo, no podemos vernos más geniales si solo somos jardineros.

MokshaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon