Capitulo 85

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Ciertamente envuelto en aquel aire demencial al cual tristemente acostumbraba, deslizó con pasividad su mirada cansada por aquella sosa habitación, sintiendo como la vaca en el matadero, que algo iría terriblemente mal pero no sabía hacia qué lado escapar, siguiendo al grupo. Convencido por completo de que nada bueno podría salir de allí se limitó a divagar dentro de su cabeza, erizado como un gato en peligro, perdido en olisquear el aire... difuso, esperando como un reo, la terrible sentencia. Tobías no toleraba de buena manera el desastre que se estaba por venir sobre él (más que nada porque la había cagado y.... en grande) por lo tanto, mantenía la mirada fija en el centro de mesa... qué curioso, había unas 10 naranjas en el gigante bol de mimbre. Chasqueó su lengua cuando la mano de Hoodie aterrizó sobre su hombro con un gesto meramente cariñoso, que gritaba irreverente "Chico, fortaleza. Relájate un poco, estamos juntos en esta mierda". Como si se tratase de un tonteo, una pequeña bromita que nadie entendería. Y quizás difuso, encontró la cara de Jonathan ahí sentado, solemne, con su mirada fría escondida en sus pensamientos. No estaba asustado, simplemente parecía no empatizar con el nerviosismo de los demás seseando agilizar todo el revuelo, confirmar lo que sospechaba. Y sin querer un recuerdo tonto viajó dentro de su cabeza colapsista, trayéndole un poco de humor a su triste resistencia. Recordó, entonces, abrumado en emociones sinceras que poco a poco comenzaban a darle las más dulces gotas de miel directamente en su paladar. Casi divertida, su mente decidió devolverle el retazo final de aquella vivencia que hacía años había compartido con Hoodie y Masky. Si, hablaba de esa vez que se habían escapado de casa para una tarde de adolescentes en el centro, y después el ataque con los bates con los que pusieron al corriente de la historia a aquel desgraciado. Casi se sintió sonreír cuando aquella sensación de vitalidad hizo picar sus manos y se perdió en el recuerdo, mientras esperaba que alguien tuviera el valor de hablar. Volvieron a la casa, finalmente, con la noche más oscura sobre ellos. Sus recuerdos se habían quedado varados en una situación que se dio tras haber descubierto su "pequeño paseo". No recuerda mucho del regaño que se comieron por parte de los Jonathan y todo su grupo, algunas partes se perdieron, otras no importaban tanto. Fue la primera vez que la bestia le dirigió la palabra... y fue una mierda. Los había encontrado en la sala de esa noche, casi podía asegurar que los había acompañado en todo su paseo para asegurarse de que estuvieran seguros (por curiosidad o para tener fundamentos en su regaño) ¿Quién sabe? 

Los hizo pararse en medio de la sala de estar mientras fumaba. Debió de ser la cosa más aterradora de su vida, pero eso dio lugar a la charla que francamente cambió su vida. La bestia, ciertamente, era alguien con quien no se podía dialogar ni razonar, pero en el pasado fue mucho peor. Algo debía de estarle molestando, los atacó sin ningún tipo de piedad. Y fue directo a él. 

-¿Vos, cachorrito? ¿te sacaron a pasear?- negó con la cabeza, catapultando aquella palabra tan degradante... como si se tratase de algo pequeño, molesto e insignificante. Tobías levantó la mirada del suelo como si se tratase de un niño regañado, sabiendo que cualquier cosa que dijera repercutiría en su persona, estaba aterrado. No quería meter en problemas a nadie- ¿No deberías ir a acostarte?- finalmente lo desechó, afirmando que lo que sea que sucedía no estaba al alcance de su entendimiento y frente a eso se sintió más que abatido. Finalmente, y tras aquel evidente descarte, miró a Jonathan por encima de la cabeza del chico, responsabilizandole de aquella osadía. Y mierda que era doloroso, que aquella bestia se creyera capaz de discernir sobre lo que el muchacho podía llegar a ser capaz como lo que no- te he dicho que cuides lo que hace, me tiene de los nervios que no se quede quieto- ni siquiera parecía interesado en la existencia de Tobías, como si fuese un cachorro que acababa de orinar sobre un papel importante. Un tonto animalito recogido de la calle que no sabía de modales ni de buen comportamiento, un mal menor que debía de ser tolerado y no entendido en su complejidad. Reducido a una mascota temporal, un pez dorado con el cual es imposible encariñarse o la sombra de lo que pudo haber sido. Odioso. Eso era francamente algo doloroso, como si no fuese digno de estar allí de pie, como si no mereciera un nombre o una identidad... algo que podía desecharse sin remordimientos- él rompe, vos pagas- afirmó con severidad- no voy a volver a repetirlo- elevó los hombros como si todo aquello fuese un peso que soportar- asegúrate de que no se haya lastimado y a la cama- tembló de arriba abajo cuando la nula mirada de la bestia se centró en él, como si no valiera la pena siquiera llamarle la atención. Y quizás movilizado por esa necesidad evidente del mundo en recordarle de que era una mierda, se limitó a apretar los dientes y soltar sin reparo alguno. 

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