Capitulo 61

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El pequeño se encontraba recostado contra el sillón en relativa calma, con aquellos preciosos ojos de indescriptible pureza entrecerrados por culpa del sueño, que como las olas del mar, lo arrullaban poco a poco contra la cálida arena. Todo aquello se volvía lentamente en una eternidad que no quería dejar ir, se sentía protegido como un pequeño cachorrillo que se escapa de la lluvia en un día tormentoso. Mantenía uno de sus dedos dentro de su boca, el pulgar para ser exactos, de esta manera se relajaba poco a poco, sintiéndose más seguro según el paso del tiempo, al tanto enredaba un mechón de su propio cabello con su otra mano, tranquilo, como era de esperarse para esa hora de la noche. No se portaba mal en lo absoluto, no hablaba, no lloraba, simplemente dormitaba de manera adorable con su cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha. Era triste pensar que nadie en ningún lugar lo estaba buscando, no sería extrañado o necesitado si en algún momento desaparecía, así que él tampoco parecía preocupado de retornar a los brazos de nadie, para ser tan pequeño, estaba casi por completo desapegado a sus padres o de cualquier adulto, Lyra y él se habrían cuidado uno al otro según el paso del tiempo, acostumbrados uno al otro, aquello era lo único que parecía necesitar. Con ella a su lado, el mundo se convertía de ese gris ensordecedor, a un cálido y pastel acuarelado aire que adormilaba sus sentidos, convirtiendo el dolor en espuma y los recuerdos en un plácido viaje que emociones, sentimientos, confundía en el otoño de sus sentidos cada palabra que no viniera de una buena voz. Cara, esa muchacha tan amable, estaba arrodillada delante de él, asegurándose de eliminar todo rastro de tierra de sus pequeños pies, que colgaban sin sentido del sillón. Esos hermosos ojos entrecerrados se deslizaron por el rostro de la muchacha mientras trataba de entender de dónde venía esa sonrisa brillante y esa voz tan dulce con el cual murmuraba una canción, lenta que de haber sido acompañada con guitarras, aún más tierno sería toda aquella muestra de trivial comportamiento. Restos de salsa adornaban su boca mientras intentaba con todas sus fuerzas mantenerse mirando la televisión, hacía tanto que no estaba frente a una que se encontraba encantado, las caricaturas repetidas, viejas grabaciones, cualquier cosa que pasara frente a sus ojos en ese momento sería considerado como algo grato. De vez en cuando, sacaba su mano llena de saliva de su boca para señalar algo en la televisión, acompañado de un balbuceo casi divertido antes de ver a la muchacha asentir con la cabeza, como si entendiera qué era lo que el menor estuviera diciéndole. De todas maneras, no había nadie que pudiera traducir un balbuceo emocionado por un gato, por colores brillantes o por cosas que pudieran parecerle divertidas. Al parecer Kate estaba hablando con Marcus al otro lado de la habitación, junto con un par de personas más que rodeaban un mapa de la ciudad, sus voces realmente estaba haciendo eco en la sala donde se encontraban pero a ambos menores aquello era como música para sus oídos. Con catdog en la televisión habría solo una cosa que podía hacer que perdieran la atención de ello, algo tan trivial como las ganas de dormir, eran niños bastante comprometidos con un horario regular que comenzaba cercano a las 8 y por la mañana, estaban despiertos al amanecer para corretear por allí, metiéndose en problemas. Forzó una pequeña sonrisa en su rostro cansado cuando la chica secó sus pies con una toalla antes de revolver su cabello con dulzura, todos había sido muy amables, cosa que lo hacía divagar, se sentía tan bien que no quería volver a casa. Lyra estaba dormida ya, con aquel hermoso cabello peinado en una trenza y una galleta de chocolate colgando de su mano, rozando el suelo, las ojeras desaparecerían con una buena noche de descanso. Pero a nadie más que a los adultos allí presentes parecía importarle aquello, discutían, se reían y bebían sin más entre cada punto que señalaban en el mapa repartiendo el trabajo que debían de hacer al día siguiente. Era gente particular claramente, los tatuajes y los piercings eran cosas normales por aquellos lares, cabellos de colores, trajes con capucha y polleras negras. Mariposas bordadas, mochilas y zapatillas preparadas por todos lados. Esos chicos eran hijos del bosque y de la noche misma. Lyra, la hermosa niña de oro se había desconectado totalmente de la realidad y mientras ellos seguían allí sentados en absoluto silencio, la vida continuaba a su alrededor como si no estuvieran. La puerta estaba cerrada, las caricaturas al máximo y el sueño a la entrada de sus corazones, así que sin más los dejaron solos en la sala de estar, por horas, realmente parecían pensar que no iban a tener la necesidad o la curiosidad de levantarse para dar vueltas por allí. Eran niños cuidando niños, errores como esos eran más que factibles. Tobías después de todo no conciliaba el sueño, le costaba muchísimo con las voces y la tele prendida, estímulos por todos lados para una criatura acostumbrada a estar encerrada en una oscura, fría y desolada casa. Todo le llamaba la atención, las luces, los ruidos, las voces, incluso los colores, así que dormir para él ya no era una opción ni mucho menos. Se sentó al borde del sillón antes de deslizar su mirada por la habitación, una iluminación tenue, fotos por todos lados, graffiti en las paredes, olor a humo y sillones de colores por todos lados, realmente parecía el refugio de un montón de adolescentes problemáticos. A Tobías le gustaba, le gustaba mucho el ambiente, muy "vintage" pero con estallidos de colores por todos lados, incluso había un mapa enorme en la pared tras la televisión, lleno de puntos rojos y banderitas dibujadas en acrílico. En silencio simplemente contempló todo, gracioso era saber que la magia parecía inundar cada pared, con un aire singular, como una institución dedicada al arte por completo y su expresión, la televisión dejó de ser interesante. El niño se bajó del sillón antes de tambalearse dudosamente hacia un escritorio que tenía una máquina de escribir hermosamente grande, de color rosado con stickers, por todos lados, se arrodilló sobre la silla antes de deslizar sus dedos sobre los botones, sin reconocer aún las letras pero divertido por la textura, Lyra no llegó para hacerlo bajar de la silla, estaba ocupada durmiendo. La puerta de enfrente se abrió sin más, con fuerza mientras un muchacho con una máscara de lobo se adentró a la casa arrastrando lo que parecía ser una capa increíblemente larga que dejaba una marca oscura en el suelo, al parecer había estado lloviendo bastante fuerte y el muchacho se había quedado atrapado en todo aquello, pero estaba seco, de alguna manera, todo el agua desaparecía rápidamente mientras se secaba los pies a la entrada. Su hermosos cabello largo caía en un ondulado recorrido sobre su rostro al tanto se bajaba el barbijo oscuro que cubría su boca, los saludó sin dirigirle la mirada al tanto se quitaba la gorra de lana y ataba su cabello en una coleta. Al parecer no se había dado cuenta de que los niños no encajaban con la estética del lugar, pero estaba más interesado en una buena cerveza helada de la heladera antes que nada. Hizo un movimiento con su mano para cerrar la puerta, moviendo unos hilos dorados que brillaron junto con sus ojos.

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