Capítulo 74

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No les importó una mierda la orden dada por el mayor, estaban más que dispuestos a destrozar la ciudad aquel día donde todo lo vedado se podía. Tobías dibujó una sonrisa nerviosa en sus labios mientras se inclinaba hacia delante tratando de encender la radio para aminorar el peso de sus decisiones, ciertamente molesto de que no se les permitiese ir en el asiento delantero, generalmente esto no era algo que común dentro de su vida, salir y hacer el caos abiertamente era un tiro ciego al aire, peligroso como la mierda pero genuinamente divertido. Sacarlos del bosque para aquella reunión de privilegiados dejaría marca en sus experiencias hasta el final de los días de gloria, lo llevarían hasta la tumba. Su corazón latió con fiereza como los caballos desbocados de un desfile patrio, asustados por las trompetas y el constante grito de la multitud. Sus piernas temblaban unas contra otras mientras Masky daba vuelta el tablero bajo el auto rebuscando aquello que solamente habían visto en películas muy malas de los 80tas. El aire se impregnó el olor al tabaco mientras Jeff se arrodillaba sobre el asiento para mirar hacia atrás, pronto todo se llenaría de luces y eso le hacía salivar de la emoción. Oh como amaría volver a lo suyo, el ruido de las sirenas, los gritos y su fiel cuchillo rozando su ombligo. Hoodie en el asiento delantero simplemente rebuscaba dentro de los compartimientos del vehículo algo interesante que hacer, no era la primera vez que con Masky hacían una estupidez de ese estilo, así que con genuina versatilidad trasmitía serenidad a los que allí nerviosamente se miraban. En especial Tobías, que tiritaba como un perro mojado, con una de sus manos dentro de su boca comprendiendo con ejemplar maestría lo que significaría que el auto encendiera. Mordió una de sus uñas antes de por fin apretar el botón correcto en la radio, logrando que el ruido de la estática privilegiara el ruido del motor encendiendo finalmente con un ronroneo casi austero que marcó un antes y un después en todo lo que conocía. Se dejó caer finalmente en el asiento, viendo la sonrisa satisfactoria en los labios de Masky que no tardó demasiado en colocarse la máscara sobre esta. La radio, comenzó a sonar tras ello, una agradable canción que hizo a Hoodie mirar por encima de su hombro ligeramente confundido, pues cuando esperaba que el muchacho pusiera algo más animado, una especie de rock o algo por el estilo (un gusto compartido entre los presentes en el coche) el agradable sonido de una voz femenina cubrió por completo sus sentidos, adormecido sin lugar a dudas con "Girls Just Want To Have Fun". Ciertamente Tobías no había tenido tiempo de elegir una canción más "digna" para el robo del auto y lo que sea que atraería su encuentro con la policía, pero de alguna manera fue considerado como bastante agradable por los demás allí dentro que en un comienzo no quisieron admitir que querían que se quedara. Pero cuando Tobías se inclinó una vez más ligeramente avergonzado para cambiar la canción, fue detenido por la mano de Masky que lo frenó sin más. La canción flotó sobre ellos como una nube de divertido encanto antes de que Masky se encogiera de hombros, subiendo considerablemente el volumen de la canción hasta que retumbara dentro del auto. Una carcajada finalmente escapó de los nerviosos muchachos al tanto Tobías se deslizaba por el asiento abriendo la ventanilla hasta abajo perdiéndose en el envión que lo mandó contra el sillón al sacar finalmente el hermoso auto del estacionamiento, arroyando un cartel que marcaba el horario en el cual el auto podía permanecer estacionado y el precio de cada uno de los meses, entre otras cosas. Tobías se encogió de hombros mientras se reincorporaba, gateando sobre el asiento hasta arrodillarse frente a la ventana de su lado, como solía hacer cuando era pequeño, asomando ligeramente la cabeza para ser sacudido por el viento con presteza. Se subió la máscara cuando comenzaron a salir del sótano del estacionamiento, procurando cubrir por completo su rostro, curiosamente su rostro aún decoraba los carteles de niños perdidos. Jeff se había atado el cabello y lo estaba imitando, quizás ligeramente más temerario que los demás, sacando por completo la cabeza para observar mejor lo que sucedía.

-Cuando Jay se entere, nos reventará la cabeza- rió finalmente Masky por encima del viento haciendo que Hoodie lo mirase asintiendo suavemente con la cabeza, reconocía que aquella pequeña venganza se les había ido de las manos, más teniendo en cuenta lo que estaban pensando hacer. Firmemente tendrían la decencia de ser vistos por las cámaras de seguridad para no generarle muchos más problemas al cretino de la cámara, que deliberadamente había filtrado algún tipo de información sobre ellos y su "banda criminal" ahora les daría a sus fans un muy buen motivo para creer en ellos. Masky hundió su pie en el acelerados cuando atravesaron la rampa, rompiendo por completo el seguro que mantenía alejado a los forasteros, así como también abollaron la parte delantera del coche, nada importante pero firmemente notorio en un auto negro. Ciertamente Tobías recordaba vagamente el rostro de Jay, era más un "alguien" que más había odio hablar que otra cosa, era uno de los pocos que no se había mantenido conectado al mundo "real" fuera de los confines del bosque más bajo un tipo de supervisión paternal exagerada que de otra cosa. Supuso que ese tal Jay tenía algo que ver con el pasado (por lo visto aún el presente) de los otros dos muchachos, un muy buen amigo de la infancia o del secundario. Se detuvieron en un semáforo a los pocos pasos del lugar del cual habían escapado momentos antes, haciendo que se vieran totalmente fuera de lugar en medio de aquella ciudad ciertamente puritana donde la diferencia significaba la muerte o el forzado ostracismo. Una ciudad que nunca extrañó ni deseo. Se dejó caer en el asiento respirando agitadamente, con un subidón de adrenalina dilatando de manera deliciosa sus pupilas hasta volverlas un pozo oscuro que se tragaba toda la luz del lugar, una firme carcajada escapó de sus labios cuando el auto arrancó nuevamente arrastrándolo hacia delante. Jeff también se veía afectado por la inercia, pero aquello no dejaba de lado aquel infantilismo que lo guiaba a recostar sus piernas sobre el respaldo del sillón mientras se empujaba con fuerza para mantenerse en el lugar. Ambos cruzaron sus miradas en el candor del viento que los sacudía como una borrasca infernal de un lado al otro haciendo que sea imposible abrir los ojos por más de un minuto. Sus miradas brillaron con el peligro mientras la energía ceñía cada uno de sus músculos, aún más cuando la sirena de la policía resonaba a lo lejos, siguiendo sus pistas como un zorro a un conejo aterrado de nuevo a la madriguera. Tobías se llevó su chupetín a la boca antes de sentarse con las piernas cruzadas sobre el asiento del coche, tomando la mochila que en el transcurso de todo había terminado en el suelo, con una calma envidiable le daba la señal a Jeff que debían de comenzar su trabajo final.

MokshaWhere stories live. Discover now