Capitulo 52

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Si se me permite decirlo, este fue el capitulo que más me emocionó. Es una experiencia nueva, no lo sé, algo que aún no conocía. La canción, más las palabras, más las emociones, convierte esta lectura en un viaje inolvidable directamente al corazón y a la nostalgia. Quizás simplemente estoy más sentimental. Seleneomg

El adulto no esperó un segundo más para levantarlo del interior de sus hombros con un cariño singular, antes de abrazarlo con fuerza en ademán protector mientras él mismo se sentía cada vez más débil, comprometido con las emociones que con una sonrisa encantadora le daban a probar aquellos sentimientos humanos de los que tiempo atrás se había burlado. Acababa de recuperar a su bebé y eso era motivo suficiente para perder la compostura. Lo tenía allí entre sus brazos, tan risueño como era de esperarse, con aquellos enormes ojos avellana fijos en su rostro mientras sus pequeñas manitos añoraban abrazarlo también. Lo sostuvo contra su pecho mientras se deslizaba contra uno de los árboles allí presentes, rozando el suelo finalmente mientras lo escuchaba llorar de pura emoción al tanto trataba de asegurarse de que todo aquello no era un sueño, lo había venido a buscar y ahora se sentí completamente seguro. No le importaba nada más, allí lo tenía y eso era suficiente para ambos. Tobías insistía en deslizar sus manos por aquel rostro blanco mientras sonreía suavemente, limpiando sus propias lágrimas para asentir con la cabeza un par de veces, esa había sido una bienvenida increíble a decir verdad y por un instante todo dentro del menor se había calmado. Se mordía los labios mientras asentía con la cabeza dejándose abrazar, había sentido que estaba perdido, desamparado, pero ahora, simplemente volvía a la tierra que le pertenecía. Ese casto momento de padre e hijo que no hubiera existido nunca de no haber enfrentado una situación tan adversa pasó a la historia como el abrazo más necesitado del mundo, algo irremediablemente puro. Se quedaron así un instante antes de que suavemente, como un murmullo de sol le dijera al oído "Te estábamos esperando". Tobías hundió su cabeza en el pecho del adulto mientras sus manos temblaban y no podía evitar dejar escapar un suspiro tan ahogado que sonaba dolido, plenamente esperanzado mientras el adulto insistía en ver su rostro, sujetando con cuidado aquella carita llorosa salpicada de barro. Observaba aquellos hermosos ojos que clamaban por ese afecto, lo miraba allí tan alegre, sin un atisbo de remordimiento que no podía evitar sentirse culpable de aquella fidelidad que tan certeramente le profesaba. "No llores, corazón, no llores" le dijo con una imperceptible sonrisa mientras limpiaba con sus dedos los rastros de lágrimas, provocando que el menor mordiera sus labios al tanto asentía lentamente con la cabeza "No te preocupes, ya estás a salvo, con tu familia" Tobías no podía parar de llorar mientras se aferraba a las manos del adulto asintiendo con la cabeza, este enternecido no decía absolutamente nada, lo dejaba estar, tiempo había pasado desde la última vez que lo vio tan emocionado. Era su pequeño niño coronado con los signos de la victoria, todo en él era perfecto, incluso esa carita llorosa y esas manos inquietas que se arrebataban ansiosas por todo sitio. Lo vio allí tan agradecido que no podía hacer otra cosa que no sea abrazarlo hasta robarse por completo aquellas ganas de llorar que él mismo sentía. Después de esa odisea finalmente los tenía a todos, del más grande al más pequeño, todos estaban en sus manos otra vez. Las sombras de lo que alguna vez fueron seres humanos completamente vacíos, allí se alzaban llenos de gloria infernal, los genuinos hijos sanos de la histeria y el descuido. "Vamos, te están esperando" continuó mientras Tobías se aferraba a su cuello como un niño pequeño que no quiere caminar por su cuenta ni mucho menos, el abrazo fue aún más casto según el adulto caminaba rumbo a la casa que entre agujeros de gusano, quedaba a solo un parpadeo de la antigua vida del menor, quien se despedía con una simple inclinación de cabeza. Para nunca más volver, aquello formaba parte de su historia. El camino fue lento pero completamente sentimental, recordaba la primera vez que había sido cargado a casa, debía de tener unos 8 años, en sus primeras andadas por el bosque, Masky y Hoodie en teoría le estaban enseñando pero él se distrajo con una ardilla regordeta que recolectaba nueces apartándose del camino sin más, allí simplemente se había perdido y se quedó sentado dentro de un árbol hueco llorando su suerte hasta que su amo lo encontró. No le dijo ni una palabra sobre eso, simplemente le tendió la mano con una sonrisa mientras le comentaba lo fácil que era perderse en un lugar como ese, no se burló, no se enojó con nadie ese día, simplemente lo llevó a casa. Hoodie y Masky si lo regañaron antes de llenarlo de abrazos, se habían pegado el susto de sus cortas vidas, así que era claro que no querrían repetir algo como eso en el futuro. Aunque tenía frío por el poco abrigo, no dijo absolutamente nada mientras sonreía adormilado por el contoneo de su amo por aquel sinuoso camino que lo llevaría a la boca del lobo donde estaba más que contento de perderse. Sin poder evitarlo, se quedó dormido, como en los viejos tiempos. No tenía nada más de lo que preocuparse así que no lloraría ningún destino trágico y sus sueños serían tan dulces como siempre. Nada más que la simple vanidad de saberse contenido, en paz con sus pensamientos, con su cuerpo, con todo lo que significaba estar vivo, contento ¿De qué? De estar contento. El adulto simplemente ignoró los moretones descubiertos, el rastro verdoso y amarillo que dejaban a su paso, sintiéndose completo nuevamente. Acariciando esos cabellos suavemente al tanto hacía eterno el regreso a la casa, degustando del frío y de la compañía, ese era su momento de debilidad, sorprendendentemente humano, el único que se permitiría. Todo aquello lo mantenía preso de una irrealidad latente que adquiría un sabor cada vez más dulce fruto del paso del tiempo. La casa a lo lejos, la extravagante sensación de que ahora no tenían nada se volvía cada vez algo más creíble al tanto el sol moría a sus espaldas, el cambio a la vuelta de la esquina y la emoción de no saber lo que vendría. Ahora la fortaleza inundaba el alma, en momentos de flaqueza era eso lo que más importaba, un aguantar la respiración antes de sumergir la cabeza bajo el agua y gritar. Nada más que eso. Hoodie estaba sentado en la puerta al lado de Masky, ambos estaban tomando agua mientras hablaban, se los veía preocupados e inquietos, como tiempo antes lo hubiesen hecho tras fallar en un entrenamiento o sorprenderse por una película de terror. Masky humedeció su dedo con su lengua antes de comenzar a limpiar una marca de sangre en la mejilla del otro chico, tallando suavemente la zona mientras murmuraba algo sobre la computadora que se había dejado en la otra casa, al parecer no se había asegurado de destruir el chip. De sobrevivir al fuego sería un problema, pero se preocuparía por él más adelante, pues la importancia de su vida radicaba en ese encuentro esperado que ninguno de los dos estaba consciente de lo que se avecinaba. Hoodie envolvió su cuello con uno de sus brazos antes de reír suavemente en su oído algo que realmente, más en papel de padre que otra cosa, no quería escuchar. No iba a dejar que ninguno de ellos escapara a la paz del momento, la información de la computadora podía esperar, el mundo entero iba a esperar hasta mañana pues ese era su momento y nada, realmente nada iba a hacer que aquello no ocurriera. Para eso no había tiempo, nunca era demasiado tarde.

MokshaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang