Capitulo 63

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De alguna manera, todo comenzó a volverse oscuro, como si se hubiera metido de golpe en una pesadilla, jadeando ruidosamente al tanto sumergía la cabeza de golpe en el agua de la corriente eterna de sus pensamientos. Arrugó suavemente la nariz de manera lenta al despedirse de su infancia poco a poco, sintiendo el ruido de un coche dentro de su cabeza al tanto se giraba lentamente en la cama. Un grito, jadeó lloroso. El humo giraba sobre su cabeza como una constante tormenta gris que lo cegaba y asfixiaba a la vez, haciendo que en lo frenética de su carrera, se deslizara contra los árboles, con el latido de su solitario corazón haciendo eco en sus oídos. Corría con la cabeza ligeramente agachada para evitar los golpes de las ramas de los árboles, al tanto los gritos inexistente no le permitían escuchar su propia voz, no le permitían comprender si todo se trataba de un excéntrico sueño o realmente, allí corría por su vida en terreno no explorado. Sujetaba su antebrazo contra su pecho, saltando las raíces como alguna vez habría hecho coronado con canciones infantiles y la gracia del sol coronando sobre su cabeza. No veía más allá que la punta de su nariz, por lo que atinaba a sacudir la cabeza para cambiar de recorrido a cada maldito segundo, podría estar corriendo en círculos y nunca lo sabría, gracioso era pensar que hacía cuatro horas estaba acostado en su cama saboreando una idea en la base de su paladar. Como una danza inexplorada, esquivó la rama de un árbol incendiada que rozó su cabeza al tanto sus manos temblorosas se aferraban al bozal para intentar arrancarlo de su piel, ya casi no podía respirar, como si el fuego mismo hubiera llenado de carbón todo lo que conocía, ardiendo en sus pulmones. Atinó a girar su cabeza ligeramente, para observar una figura alta, perdida entre la niebla que se alzaba glorioso entre todo el fuego que a su alrededor se arremolinaba. Algo dentro de su corazón comenzó a encontrar una ridícula paz, casi aceptación a la muerte, al tanto mantenía los ojos clavados en aquel lugar, sin disminuir la velocidad en lo más mínimo. Algo había cambiado sin cambiar absolutamente nada. Una mano lo sujetó del brazo repentinamente, haciendo que todo su peso lo mandara directamente al suelo, doblando su delgado brazo de forma violenta. Esa fue la primera vez que pudo escuchar, fue su propio grito austero mientras una figura lo retenía contra el suelo, de haber sido la policía probablemente se habría dejado someter más fácilmente pero... aquello distaba de la realidad. Salido de una película de ficción, un muchacho con una capucha amarilla lo sujetaba contra el suelo, al parecer se había cambiado con rapidez, porque algunos mechones de rubio cabello salían por la máscara que cubría su cabeza. Le estaba hablando, pero Tobías no podía escuchar más que su propia voz haciendo eco en sus oídos y el ruido del fuego crepitando a su alrededor. Lo tenía de los hombros, incluso chasqueó sus dedos frente a sus ojos antes de rebuscar dentro de sus bolsillos sin más, sacando el cuchillo cazador que le había robado a su padrastro antes de escapar. Podía escuchar de fondo la voz del muchacho, pero no le transmitía absolutamente nada, como si todos sus sentidos hubieras siendo inhibidos por un eco triste de recuerdos sin sentidos del rostro de su hermana estrellado contra la ventana del coche. Giró su cabeza a la derecha apretando los ojos para no ver, mientras Lyra arrodillada a su lado insistía en llamarlo, provocando que su corazón latiera rápidamente y estallara gritándole "¡Estás muerta, déjame solo, no existes!" el otro muchacho giró la cabeza para ver a quien estaba gritando, ligeramente sorprendido, cabe destacar, y el menor aprovechó para deslizar su mano contra el suelo tomando la roca más cercana, estrellándola contra uno de los flancos de la cabeza del otro. La sangre salpicó su rostro mientras el peso sobre él desaparecía, se volteó con rapidez antes de deslizarse en el suelo como un jodido gusano. Viendo que el viento hacía danzar a los árboles propagando el fuego por todos lados, escuchando ahora si la voz perdida del otro diciéndole de forma inestable "¡Ve para el otro lado!" no cambio de dirección, ya no podía, después de todo su mente se había fugado nuevamente y Lyra continuaba corriendo a su lado como un lobo hambriento. "¡No me toques, no puedes hacerlo, no existes!" le gritó a la sombra que continuaba desapareciendo para rozar sus brazos con aquellos helados dedos que bien pudo haber sido fuego pues ardía de la misma forma. Jadeante se giró justo a tiempo para esquivar el ataque de una chica de cabellera oscura, una máscara blanca salpicada de negro hizo que el terror se ponderara de cada músculo y la huida fuera más evidente. No tenía sus hachas, el otro muchacho se había encargado de desarmarlo y de alguna manera, no se había dado cuenta de nada hasta el momento. Se agachó esquivando un golpe, para chocase de lleno con un árbol cuyas frágiles ramas ardían, el fuego terminó impactado sobre ambos de una manera casi poética provocando una retirada apresurada del momento. La chica lo tomó del brazo mientras lo guiaba por el bosque, tratando de alejarlo de los árboles que caían, pero el muchacho se soltó corriendo en la dirección opuesta. Lyra nuevamente estaba con él y eso le provocaba más pesares, pero ya no podía gritar, sus pulmones estaban llenos de humo, sus ojos lagrimeaban violentamente mientras intentaban devolverla la vista y repentinamente, ya no podía escuchar de nuevo. Estaba realmente asustado, veía tanto a su hermana como a la sombría figura por todos lados al tanto comenzaba a marearse y tambalearse como un muñeco de trapo en una corriente de agua casi eterna. No sabía qué cosas eran parte de su imaginación y cuáles fruto de la realidad, quería tomar agua, tumbarse o morir, en cualquier orden quería detener el dolor. Apretó con sus manos ambos lados de su cabeza continuando con la sensación de que la muerte le rozaba los talones como una tormenta, las ideas parecían capaces de reventar cada diminuta vena dentro de su cerebro, todo dolía, todo era insoportable y él solo tenía 14 años. Estallidos de fuego, corridas erráticas y la sensación de estarse perdiendo como música clásica susurrada a su oído. Todo era como una película muda, como si realmente fuera el espectador de lo que sucedía, con el corazón latiendo a una velocidad absurda al tanto unos fuertes brazos lo sujetaban por la espalda, aplastando su cara contra uno de los árboles. Quizás, de haber estado un poco más consciente, hubiera reconocido que trataban de ayudarlo, de redirigirlo a un lugar seguro o por lo menos hacerlo salir del bosque, pero estaba aturdido por un golpe en la cabeza que no paraba de sangrar y la falta de sus pastillas, había desatado un ataque a todos sus sistemas. De alguna manera logró poner sus piernas entre el árbol y su cara, pateando con todas sus fuerzas para que ambos aterrizaran sobre el suelo, tropezando quizás con alguna raíz salida. La mano ajena lentamente trepó por su rostro antes de llegar a su boca, haciendo que el menor sacudiera la cabeza de manera violenta, como un perro que ve llegar al veterinario con nuevas pastillas. Para su sorpresa, le bajó el bozal con rudeza, provocando que una cantidad considerable de sangre cayera al suelo por parte de su boca y nariz, repentinamente podía respirar mejor. Había estado asfixiándose con sui propia sangre todo ese tiempo. Sus pies se curvaron mientras comenzaba a toser violentamente, el momento de paz se había terminado, sentía que iba a escupir sus pulmones por accidente. Rasguñó las manos que lo sujetaban pero no consiguió nada más que un gruñido gutural al tanto lo sujetaba con más fuerza, no dolía, pero mantenía su cabeza inclinada ligeramente al tanto mantenía sus piernas quietas. No hablaba o por lo menos no podía escucharlo sobre todo el ruido dentro de su cabeza y los jadeos dolorosos que hacía al intentar respirar, como si el agua misma hundiera sus pulmones sin permitirle respirar absolutamente nada. Casi dulcemente peinó sus cabellos hacia atrás antes de vaciar una botella de agua sobre su rostro, haciéndolo tiritar e hipar suavemente, al tanto la ceniza se limpiaba e sus ojos. "Vuelves a morderme y arrancaré tus jodidos dientes con una pinza" escuchó casi a lo lejos en sus oídos al tanto continuaba luchando por respirar, no se había dado cuenta de ello, las manos del otro chico estaban marcadas por completo con una serie de mordidas que debían de doler como la mierda, no había escatimado en la fuerza de esta al parecer. La amenaza no parecía tener sentido de todas maneras, al tanto lo sujetaba con fuerza, sin permitirle moverse aunque sea un centímetro de donde se encontraba, no es como si tuviera fuerzas para hacerlo de todas maneras. Debieron de haberse quedado mucho tiempo en esa posición, porque a medida que recuperaba la vista, ligeramente nublada, podía ver como a su alrededor se encontraban varias personas de apariencia similar a las que se había encontrado con anterioridad. Estaban discutiendo al parecer, pero no podía escuchar nada más que no sea un ligero pitido, al tanto una nueva corriente de sangre se deslizaba por su nariz y boca, eso hizo que se detuvieran un segundo.

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