Capitulo 45

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Sentía su cabeza bajo el agua, el deje de una voz mantenía a su mente aún conectada a su cuerpo, estaba disociando tan rápido que casi le era imposible manejar correctamente sus extremidades, sea lo que sea que estaba sucediendo, dolía, dolía demasiado como para poder siquiera respirar con tranquilidad. Sentía como el vómito se deslizaba por sus fosas nasales y chorreaba por su boca entreabierta al tanto se deslizaba por el suelo, aguantando su peso por la fuerza de sus antebrazos que ya flaqueaban con el paso del tiempo. La sangre parecía hervir dentro de sus venas y pulsar dolorosamente en su cabeza, había tanta presión dentro de su cráneo que fantaseó con la idea de que finalmente reventara en una tormenta de cerebro hecho puré y sangre. Estaba seguro de que era un espectáculo difícil de digerir para los que estaban viendo, amargo para el paladar y asquerosamente letal para el estómago, si aquello resultaba en el camino a la muerte, realmente era una jodida basura. No había luces blancas, no había coros de ángeles (no para él por lo menos) solo el asquerosamente vomitivo olor de aquella negra sustancia que había teñido sus encías y que ardía como el demonio haciendo que la saliva se escurriera sin control por todas partes. Ni siquiera podía escuchar su propia voz ¿Estaba gritando? Tenía la boca abierta, las cuerdas vocales estaban tensas, de estarlo haciendo realmente no era consciente de ello ¿Estaba llorando? Lo más probable era que se tratara de una mezcla sanguinolenta, una burla a las lágrimas cristalinas que recordaba. Sus pies descalzos se curvaban dolorosamente mientras se limitaba a tumbarse en posición fetal, escuchaba el propio jadeo de su respiración dificultosa mientras una bruma de odio cubría su visión, si se estaba muriendo, aquello debía de ser una jodida broma, no sentía ni un atisbo de paz o algo por el estilo, una furia animal crecía en la base de su espalda y se reunía en su pecho como el pulso de un gatillo a punto de disparar. Dolía, carajo, dolía como el demonio pero no se desmayaba ¿Por qué su cerebro no podía hacer bien las cosas por primera vez en su vida? Desconcertarse, quería irse por un segundo, dejar todo de lado y rozar el infinito. Quizás se sintió triste, abandonado, pero lo único que podía hacer era mantenerse tumbado en su decadencia, rozando lo perturbados mientras veía como los demás eran forzados a beber de la misma "copa" si así pudiera llamarse a ese jarro infernal que aflojó sus mejores colmillos y abrió su carne como una afilada navaja. Aquella esquelética mano descendió junto con la figura antes de que lo sujetara de la parte posterior de la nuca, como si fuera un tierno cachorro, levantándolo como si se tratase de un peso muerto. Con la poca fuerza que tuvo estiró su mano para intentar sujetar aquello que parecía arrancarle la piel por completo, dolía demasiado para poder hacer otra cosa, dejando escapar un lamento casi una burla al llanto animal que parecía acunar su alma. Algo andaba mal, se sentía más ágil de alguna manera, como si todo se hubiera contraído en una forma más cómoda, más natural. Ya no estaba erguido o no podría explicar cómo pudieran sujetarlo con tal facilidad en el aire, debía de haberle dado alguna de esas mierdas preparadas químicamente, algo asquerosamente similares a la forma de ilusión que su amo le había dado a probar días atrás. Era algo de ese tipo ¿Era alguna estúpida prueba de su amo? No tenía sentido de serlo así, esos eran indefectiblemente hombres de Zalgo. Tan ocupado estaba pensado (era toda una proeza con lo que le estaba sucediendo) que había ignorado el hecho de que lo estaba exhibiendo como un trofeo, como un bárbaro que levanta la cabeza de su víctima para escuchar el regocijo del público. Se sintió pequeño, indefenso por un instante mientras trataba de adivinar dentro de qué piel se encontraba ahora que veía todo tan distante. La luz le lastimaba los ojos, aún era incapaz de escuchar lo que se decía, pero por la mirada aterrada de Jane, quien se había resistido con más fuerza a todo, le daba a entender que no era nada bueno. Divagó sobre eso mientras intentaba focalizar su vista en algo que no fueran sus compañeros resbalando en su propio vomito bajo él, su vista se deslizaba, se perdía en la pared mientras sentía su corazón latir velozmente en sus oídos. Dieron finalmente sus ojos en el pequeño espejo de su habitación y allí finalmente encontró su propia mirada aterrada, destruida, enrojecida y hasta degradada en cierto punto. Él no era él. Se trasformado en algo que su cerebro todavía trataba de discernir, era una bestia, su maxilar cubierto de dientes le enseñaba una ridícula semi sonrisa mientras la saliva se deslizaba de su lengua. Parecía una hiena, pero no podía estar completamente seguro, era de alguna forma perteneciente a la familia de los cánidos. El suave color gris casi cremoso en un lacio pelaje decoraba su piel salpicada en sangre y barro, sobre todo estaba más impresionado de su mirada, la forma en la que estaba constituido su cuerpo formaba casi un penoso segundo lugar. Por fin entendió el terror de los demás, debió de haber sido horrible de ver, los huesos cambiando, el pelaje quebrando su piel y la deformación de su cuerpo por completo. Se tambaleó en el aire mientras sentía sus miembros laxos, era como si todo se hubiera puesto en un agradable color negro por un segundo, un simple parpadeo para que un torrente eléctrico le diese finalmente control completo de su cuerpo, ahora se sentía menos desplazado, pero el escape del shock inundó sus sentidos por completo, todo era "demasiado" la lluvia, los gritos, el olor a la sangre, incienso, lo que sea, las luces, los truenos, los sentimientos. Estaba ciego del miedo, del horror puro a abandonar la tranquilidad de la nulidad, la disociación había terminado, él estaba allí dentro y no quería estar más asustado, no quería más dolor, no quería absolutamente nada más. El ruido de la voz a su lado sería un buen comienzo, quería, ansiaba escapar, dejó finalmente que el instinto lo guíe hacia el lugar indicado. Lo logró. Lo dejó caer al instante en el cual tiró su cabeza hacia atrás para darle una mordida horriblemente profunda en la mano, sintió como los tendones reventaban, la sangre borboteaba en su boca mientras apretaba con más fuerza, cerrando los ojos para escuchar en todo su cuerpo el crujido de un par de falanges rotas. Ese eco le perseguirá hasta el final de sus días y el estallido de dolor cuando terminó en el suelo, el terror absoluto de saberse libre y dispuesto a dar pelea. Un aumento de la irritabilidad animal, miedo puro se alzaba en sus ojos mientras la agresividad había erizado el pelaje de su cuerpo en una horrida mirada animal. Debía encontrar a su amo. Ya nada importaba. Escuchó el ruido de arañazos antes de gruñir.

MokshaWhere stories live. Discover now