5. ¿QUÉ ESCONDÉIS?

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El olor irresistible que inundaba mi casa me sacó del desconcierto por lo que me habían dicho de Lucas. Y es que mi madre cocinaba la mejor lasaña del mundo y eso era indiscutible, hasta los pájaros de la calle se asomaban a la ventana para olisquear.

Por fin estábamos los tres solos otra vez, desde que habíamos llegado a España no habíamos tenido tiempo para hablar.

Mi padre tenía el semblante serio, algo normal, pero la expresión de mi madre no era para nada corriente. Su sonrisa estaba forzada y sus labios se movían, indicándome que se estaba guardando algo para sí.

—Mamá, ¿ocurre algo? —yo sabía que disimular se le daba fatal, mentir nunca fue su fuerte.

—Nada, hija, estoy bien —sus ojos llorosos y sus labios temblando la delataban.

—Mamá, nos conocemos, quieres decir algo pero te lo estás tragando.

—Díselo, Isa —intervino mi padre—, o se lo digo yo.

—¿Papá, qué ocurre? Que alguien me diga algo.

Mi madre empezó a llorar.

—Rafa, díselo tú, yo no puedo.

Mi mirada iba intermitente de un lado a otro, ¿qué demonios querían decirme?

—Ali, cielo, nos ha llamado Sofía y nos ha dicho que has ido a verla.

Mierda, por lo menos no les ha contado lo que he hecho en el parque, ¿o sí?

—Sí, estaba paseando por el parque y me he cruzado con ella —¿por eso lloraba mi madre? No lo creo, hay más—. ¿Hay algún problema con eso?

—Para nada, me alegro, pero nos ha dicho que en el parque...

¡No, venga ya! Lo sabía. Trago saliva porque se me seca la garganta. Mi madre se limpia las lágrimas con el torso de la mano y mi padre se digna a seguir.

—Bueno, nos ha dicho que has estado buscando a Lucas en el banco donde os sentabais siempre.

Qué mal. No sé qué decir, solo miro a mi padre, que me observa con los ojos muy abiertos esperando alguna reacción, y a mi madre que ha vuelto a sollozar.

—Solo estaba paseando y he pasado por delante del banco, simplemente —mentira—. ¿Por qué tendría que haber ido a buscarlo?

Mi padre suspira sujetándose el puente de la nariz.

—Alicia, cálmate —sin darme cuenta me había levantado de la silla—. No voy a decirte que es normal lo que has hecho, porque ese hombre te ha destrozado la vida, pero lo entiendo.

—¿Lo entiendes? —por primera vez mi madre levanta la voz más de lo normal— ¿Cómo puedes decir que lo entiendes, Rafa?

—Isa, relájate —la voz de mi padre nunca sonaba tan fría—. Después de haberse enterado lo más lógico es lo que ha hecho.

—¿Qué? ¿De qué me he enterado?

Después de la mirada que me echaron mis padres supuse que había algo que no sabía y que ellos pensaban que sí. ¿Se referían a lo de Amanda? No era normal tanto revuelo por eso.

—Si es por lo de ella, ya lo sé, y ya no me afecta —mentira otra vez—. Pero creo que esto no va por ahí, ¿qué está pasando aquí? ¿Qué debería saber y no sé?

Silencio.

Solo obtuve como respuesta el silencio de mis padres. ¡Genial! Justo lo que necesitaba.

Me fui a mi habitación después de que los dos bajaran la mirada, no sé si decepcionados, cansados de las mentiras o enfadados.

Por primera vez en muchos meses no lloré por una situación que me agobiaba, decidí pensar, pensar en lo que podría ser eso que me ocultaban.

Llamé a Sofía, ella tenía que saber algo.


daliaacolomeer_

Volví por míHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin