36. ERA LO QUE QUERÍA

37 5 0
                                    

LUCAS

He de reconocer que no me había sentido tan humillado en toda mi vida, pero tenía que actuar si no quería perder a personas que eran demasiado importantes. Todos sabemos a quién me refiero.

Aunque puede que ya fuera tarde.

Ella ya había tomado una decisión, y yo no entraba en sus planes. Me veía como un niño inocente que ha caído en las trampas y las mentiras de una mala persona que solo sabía amenazar y que era incapaz de matar a un mosquito. Y, mucho menos, coger un avión solo por un ataque de celos.

-Te diría que no entiendo por qué me pasa esto, que no sé que he hecho mal; también podría salir con lo de "no me importa", "saldré de esta sin ella"... Pero no haré nada de eso, me limitaré a machacarme el cerebro a mi mismo y a apuñalarme por mi propia espalda.

-Lucas, tío, no digas bobadas. Ya te lo he dicho: habla con ella.

-No me va a escuchar, Óscar. Será inútil y me hará quedar como un niño tonto que se arrastra ante alguien.

-¿Acaso no lo eres?

Le lancé mi mayor mirada de desaprobación, mi amigo captó la indirecta enseguida y añadió:

-Está bien, lo siento. Pero por lo que yo sé y entiendo, por Alicia te arrastrarías e incluso harías otras cosas.

Exhalé agotado. Por mucho que intentara negárselo, tenía razón, yo por ella iría al fin del mundo.

Pero Ali ostentaba otros planes para los dos: yo podía irme al cuerno mientras ella rehacía su vida sin mi.

Al mismo tiempo, Óscar tenía razón. ¿Iba a dejar que se marchara así como así?

La respuesta a esa pregunta era muy sencilla: nunca. Pero responder así, tan contundente y egoístamente, albergaba otras muchas cuestiones.

¿Volvería a ser igual entre nosotros?

¿Ella me seguía queriendo?

¿Me necesitaba tanto como yo a ella?

Yo solo no podía aclarar mi mente, por ese mismo motivo me planté en casa de Isa y Rafa aquella tarde de mayo.

El hombre me recibió.

-Vaya, qué sorpresa. Adelante, hijo.

A pesar de todo él me seguía tratando como uno de la familia; después del juicio me pidió disculpas por todo lo que había especulado sobre y contra mi persona y yo, con intenciones de recuperar a su hija, acepté su perdón y me limité a hacerme el culpable que no merecía su arrepentimiento.

Pero en esa familia el peso gordo lo llevaba la jefa, ya podía llevarme bien con todo el mundo que si Isa decía que no, era que no.

Traspasé el umbral de la puerta de aquella casa que siempre me pareció acogedora y me dirigí al salón. Isa se encontraba allí, sentada en el sofá, leyendo uno de los libros preferidos de Ali.

-Buenas tardes, Isabel.

Obvié el "¿qué tal todo?" para prevenir respuestas punzantes.

-Bienvenido. -dijo sin apenas mirarme a los ojos.

-Isa, cariño, el chaval habrá venido por algo, no seas así.

Ella le miró por arriba de las gafas que descansaban en el puente de su nariz y suspiró, cerró el libro y me regaló una sonrisa tan forzada que dolía.

-¿A qué se debe tu visita, Lucas?

-Esto... Sí, bien... Eh...

-No tengo todo el día para ti, ¿sabes?

-Isabel, por favor. -le recriminó su marido- Hazlo por Alicia.

Esto último se lo dijo en susurro, pero pude escucharlo.

-Yo también estoy aquí por ella, Isa. Así que no me demoraré más y, como diría ella, iré directo al grano.

-Toma asiento, anda.

Cedí ante la invitación de la mujer y me senté en el sillón, enfrente del sofá donde se sentaron ambos padres de la persona a la que le debíamos este encuentro.

Eché un vistazo al libro que estaba encima de la mesilla, el que hacía poco leía Isabel.

-Siempre ha sido su favorito.

-De pequeña quería que se lo leyese todas las noches, cuando se hizo más mayor, ella me lo leía a mi. Es lo único que no se ha llevado.

Asentí con la cabeza, pero algo en mi mente se descuadró.

-¿Cómo? ¿Se ha llevado dónde?

Ambos cruzaron miradas y, resignados, me miraron.

-Alicia se va a Madrid.

-¿Cuándo? -sin querer iba atando cabos y la conclusión era para nada de mi agrado.

-Se ha ido a hablar con su abuela, el avión sale esta noche.

-No puede ser... -logré decir con la voz rota- no, no, no... Tengo que hablar con ella

-Lucas, escúchame, -levanté la cabeza con los ojos vidriosos- ella quiere vivir, va a empezar a hacerlo después de mucho tiempo. Déjala que se vaya.

No veía maldad por parte de Rafa, todo lo contrario. Veía en su mirada una llamada, como si me suplicara que fuera a por ella, como si lo que me estaba diciendo se lo había preparado. Isabel ni siquiera levantaba la cabeza, la tenía escondida en la espalda de su marido. No quería mirarme para no suplicarme que trajese a su hija de vuelta, que intentara hacerla entrar en razón para que no se marchara otra vez.

Yo capté el mensaje, o al menos el que yo creí entender, ya que cuando me estaba levantando para irme ninguno de los dos me detuvo, tampoco cuando volví sobre mis pasos para coger el libro y largarme de allí a toda mecha.

-

Cuando me faltaban apenas unos metros para llegar al precioso porche, vi a Sofía dirigirse a la misma dirección que yo.

-¡Lucas!

Nos detuvimos delante de la puerta de la casa de la abuela, los dos exhaustos por la carrera.

-Lucas, creo que eres el único que puede hacer que se quede.

-¿Que se quede? ¿Pero tú no quieres que vuelva a vivir? ¿Por qué todo el mundo quiere que viva otra vez pero nadie quiere que se marche?

-Sí, era lo que quería. Pero mi prima no sabe vivir sola, nunca ha sido independiente.

-Entiendo... Pero no puede quedarse aquí toda la vida, viviendo con sus padres, viviendo de esta manera.

-Tampoco quiero eso para ella, no quiero que esté sola...

-Pues me temo que para eso no hay solución.

-Puede que sí la haya... Ali es muy tozuda, pero por intentarlo no pasa nada.

-Sofía, ¿qué estás tramando?

-----------------------

qué tramará nuestra sof...

espérate una semana y lo sabrás :)

Volví por míWhere stories live. Discover now