28. NI PIES NI CABEZA

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LUCAS

Le había dicho que estaba con ella, que volvíamos a ser dos.

Pero no reaccionó como esperaba.

Se fue sin darme ninguna explicación.

Es cierto que cuando la vi venir por el parque no estaba del todo contenta de volver a nuestro banco, aunque su primera intervención desvaneció mis ideas.

En ese instante recibí una llamada que me hizo entender todo:

-Hola, Lucas.

-Buenos días, Óscar, tenemos que hablar.

Lo de ir directo al grano lo había aprendido de Alicia, y me era muy útil.

Quedé con mi compañero en el lago del parque, unos metros al oeste desde donde yo me encontraba.

-Hola, Lucas, me alegro de verte.

-Sintiéndolo mucho, no pensamos igual.

-Emm... ¿De qué querías hablar?

-No sé, por algo me habrás llamado tú, Óscar.

-Sí, claro.

Me invitó a sentarme en un banquillo de madera. Estaba nervioso, le sudaban las manos y la frente y tenía pequeños cortes en las muñecas.

-Te llamé por lo que pasó con Amanda, quería darte las noticias en persona.

-Está bien, pero quiero que Alicia esté presente, no quiero tener que hablar de Amanda con ella, no por ahora.

-Vale, pues entonces quedamos otro día.

Se levantaba para irse, pero no podía dejarle marchar sin saber qué le pasaba.

-Óscar, siéntate.

Me miró dudoso, pero al final accedió.

-Cuéntame qué te pasa, por favor. Sabes que siempre hemos sido amigos y si te puedo ayudar en algo lo haré.

-De verdad, muchísimas gracias tío, pero no puedo. Te volveré a destrozar la vida.

-Tú no me has... Espera... -el miraba al suelo, como arrepentido- Óscar, ¿tienes algo que ver con Amanda? Dime que no.

-Me tenían contra las cuerdas, Lucas, no pude reaccionar de otra manera.

Me quemaba el asiento, me levanté y me froté la cara con las manos.

Lo que me decía no tenía sentido alguno: mi fiel compañero de trabajo estaba compinchado con el demonio rubio.

Ni pies ni cabeza.

-Óscar, necesito que me cuentes todo lo que pasó, todo lo que te hizo hacer y quién más estaba con vosotros. No importa si Ali no está, ya se lo comunicaremos después.

-

Me contó toda la historia desde el principio y sentía que cada vez me ponía más pálido. Me mareaba por momentos y pensaba que me iba a desmayar.

-Esa mujer es un peligro social.

Él asentía con lágrimas en los ojos.

-No me has dicho quién era la persona que estaba compinchada también.

-Te lo voy a decir, pero no me pidas más explicaciones por hoy, te lo suplico.

-Está bien, tranquilo.

-Sofía.

Se me cayó el mundo a los pies.

Eso sí que era increíble. La buena de Sofía, con todo lo que nos apoyó cuando nos mudamos a Canadá...

-Ahora lo entiendo, ella quería que nos fuéramos para poner vuestro plan en marcha. ¡Oh, mierda! Alicia. Todavía necesito más explicaciones pero te llamaré más tarde.

Ahí entendí la cara de Ali, aunque su reacción ante mis palabras no encajaba mucho en este tema. Me dirigí, inconscientemente, a casa de sus padres.

-Buenos días, ¿está Alicia?

Sus caras eran un cuadro. Su mirada reflejaba muchas emociones comprensibles, pero no podía darles explicaciones sobre mi visita en ese momento.

-Alicia está en casa de su abuela, pero...

-Lo siento, ahora no tengo tiempo. Cuando pueda os contaré lo que está ocurriendo. Gracias, adiós.

Caminé hasta la casa de Rosa, la abuela de Ali.

Estaban en el porche charlando sobre algo. Las dos reían y eso era una buena señal.

Puede que Ali no supiera lo de su prima todavía, pero entonces no entendía su comportamiento de esta mañana.

-Mira quien viene por ahí, cariño. -me apuntaba con el dedo- Hola, Lucas, hijo, pasa.

Alicia no tenía el mismo entusiasmo que Rosa al verme.

Me preocupaba verla así.

-Hola, Rosita, te veo bien.

-Lo estoy, hijo, lo estoy.

Me regaló una amplia sonrisa, mostrando toda su dentadura perfecta y natural.

Ella me recordaba mucho a M.ª Carmen, de la que todavía no teníamos noticias.

Rosa me estuvo haciendo preguntas y yo las respondía amablemente, sin dejar de observar la expresión de Ali.

Estaba distraída y distante. Más de una vez tuvimos que llamar su atención porque tenía la mirada fija en un punto.

Comimos allí y nos quedamos a pasar la tarde.

Después del postre, jugamos a las cartas y los padres de Alicia vinieron a traerle la compra pero se fueron a trabajar enseguida.

Cuando Rosa se fue a la cocina a preparar la merienda, aproveché para hablar con Alicia:

-Princesa, ¿estás bien?

-¿Cómo quieres que esté bien? Mi prima, la persona en la que más confiaba, me ha mentido y ha jugado con la vida de una de las personas más importantes para mí.

No pude evitar sonreír porque me sentí aludido. Pero tenía toda la razón.

-Esto no tiene ni pies ni cabeza, pero lo vamos a averiguar juntos.

Le cogí la mano en señal de unión.

-El problema es que... -apartó la mano.

-Espera tengo que contestar la llamada. -era un número largo- ¿Diga?

-¿Es Lucas Torres? Llamamos del hospital... 

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capi extra! ya que el domingo pasado no hubo, hoy tenéis uno de regalo :)

pero os dejo ahí pensando en la llamada del hospital <3

en insta aviso si hay algún otro capi extra! daliaacolomeer_

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