29. TU CULPA

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ALICIA

Lucas había vuelto a mencionar un "juntos" y otra vez mi cerebro había reaccionado antes que mi corazón.

El hecho de verle con mi abuela me ponía feliz, pero estropeó el momento cuando se refirió a un futuro compartido. No entendía qué me pasaba pero algo en mí hacía click cuando hablaba de esas cosas.

Iba a explicarle lo que sentía, pero tuvo que contestar a una llamada. No sabía quién era, pero por la expresión de su rostro diría que Amanda no era.

-¿Diga? -descolgó.

No escuchaba nada del otro lado de la línea, pero él prestaba atención a lo que le decían y asentía de vez en cuando, o soltaba monosílabos para responder.

-No puede ser, no... No, joder, no...

Fue la contestación más larga que dio y mi abuela, que ya había traído la merienda, y yo nos sobresaltamos al oír sus gritos.

Él me miró con los ojos llorosos y la frente sudorosa, el pelo se le pagaba a los costados y le quedaba muy bien.

Pero estaba agobiado y al otro lado del teléfono podían escucharse unos murmullos incomprensibles.

-Sí, yo le avisaré, gracias.

Yo le miraba expectante. Tenía la mente en blanco y no se me ocurría que podía ser.

Lucas colgó el teléfono y se dejó caer al suelo sobre sus rodillas. Empezó a llorar y a decir que no con la cabeza.

-No puede ser, Ali. ¿Por qué me pasa esto a mí? Todas las personas a las que necesito se van de mi vida sin despedirse y de la manera más cruel posible.

-M.ª Carmen. Mierda.

Pensé en voz alta. Por desgracia, deduje bien, ya que Lucas me miró y rompió en llanto descontrolado.

Se estiraba del pelo y se daba golpes a sí mismo.

Gritaba y maldecía todo lo que se movía y más.

Aunque le habían dado el alta, el doctor nos dijo que padecía ansiedad y que tenerlo allí lo mantenía estable. En ese momento estaba teniendo un ataque y no sabía cómo manejarlo.

Mi abuela estaba asustada, le pedí que se metiera dentro de casa y que se lo explicaría cuando pudiera. Le di un beso, levanté a Lucas del suelo de la terraza como pude y salimos de allí.

No sabía dónde ir. A mi casa no, porque tendría que darles explicaciones a mis padres y no querrían ver a Lucas ni en pintura tras todo lo ocurrido; estaba la opción de casa de mi prima, pero suponiendo que ella está igual de histérica que yo o peor no lo considero un buen refugio; también podíamos ir al parque que estaba relativamente cerca, pero que la gente nos mirase y más aún siendo Lucas famoso... Va a ser que no.

Por el momento decidí sentar al chico en el bordillo de la puerta de casa de mi abuela mientras yo llamaba al doctor.

-Lucas, por favor, intenta tranquilizarte.

En vano quedaban mis intentos de calmarlo. Además, el hecho de que yo estuviera de un lado a otro esperando que Gabriel me cogiera la llamada no ayudaba en la causa. No recibía respuesta.

Lucas seguía mordiéndose las pieles de los dedos y movía arriba y abajo el pie derecho, cuando se le dormía cambiaba al izquierdo, y así cinco minutos. Hasta que mi teléfono repicó entre mis dedos: era el doctor.

-Alicia, ahora irá una ambulancia. Subid los dos, os traerán aquí a la clínica.

-Eh, doctor...

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