56. MIL COSAS QUE HACER

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ALICIA

A Lucas le había pedido una cosa muy especial e importante para mí, y seguramente para él: sería el padrino de mi bebé y me acompañaría al ginecólogo para saber su sexo.

No me esperé para ver su reacción, pero seguro se quedó dándole muchas vueltas e intentando encontrar un por qué.

Tenía y quería hacer muchas cosas ese día: ir a ver a mi abuela al hospital, le habían detectado un cáncer en la médula ósea y le quedaba poco tiempo con nosotros, solo rezábamos para que llegara a la boda de Sofía; tenía que hablar con mis padres y contarles todo lo que estaba pasando, y lo que podía pasar; intentar localizar a Guillem de una vez por todas y comprarme el vestido para la boda de mi prima.

Iba en el coche haciendo varias cosas, como siempre.

-Tía, llevas todo el trayecto mirando la pantalla, ¿qué haces? -me preguntó Sofía.

-Pues intento comunicarme con el padre de mi hijo, y al mismo tiempo busco inspiración para el vestido.

Mi móvil estaba a punto de estallar, faltaba poco para que echara humo, pero el esfuerzo obtuvo recompensa.

Puse la llamada en manos libres y sonaron las vibraciones que indicaban que la llamada había sido remitida al otro teléfono. Las tres nos miramos y la respiración que nos paró por un segundo, hasta que una voz respondió.

-¿Quién cojones llama a esta hora?- decía muy encabronado.

-¿Guillem?

-Ostia, Alicia... -pareció atragantarse con algo que estaba bebiendo.

-No me cuelgues, te lo suplico. Ayúdame a entenderlo todo, por favor, dame una explicación.

El sujeto que hablaba desde la otra línea se quedó callado. Los murmullos empezaron a subir de tono hasta que la discusión entre las dos personas fue completamente entendible:

-Te dije que tenías completamente prohibido responder las llamadas -gritaba una voz femenina.

Sofía y yo nos miramos y llegamos a la misma conclusión: era Amanda. Tamara andaba un poco perdida pero entendió que era la chica que buscábamos.

-No iba a contestar, solo quería saber quién era -se excusaba el chico.

-¡Ah! Guillem, eres idiota -se escuchó una bofetada- ¡No has silenciado el micrófono! ¡No sirves para nada!

Oímos un estruendo de vidrios y cosas romperse y luego se colgó la llamada.

Las tres nos quedamos mirando la pantalla apagada, en silencio, pero pensando lo mismo.

-Guillem está en peligro -dije.

-No podemos ayudarlo, Alicia.

-Tenemos que dar con ellos lo antes posible -animó Tamara, que se veía bastante implicada a pesar de no tener nada que ver con ella.

El coche estaba aparcado en el parking del centro comercial, a la sombra.

-Ahora tengo la mente bloqueada, entremos a algunas tiendas y luego veremos qué hacemos.

La preocupación era notable en los tres rostros, pero teníamos claro que no podíamos quedarnos estancadas en un problema al que no encontraríamos una solución inmediata.

La preocupación era notable en los tres rostros, pero teníamos claro que no podíamos quedarnos estancadas en un problema al que no encontraríamos una solución inmediata

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