45. DE PASEO POR LOS MADRILES

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No era mi móvil el que sonaba sin parar, era el de Lucas.

En la pantalla iluminada se podía ver un nombre, pero antes de que lo alcanzara para leerlo Lucas me lo arrebató de las manos, provocando que casi cayera al suelo.

-Hola, dime.

Hablaba con la respiración alterada por la carrera hasta la cocina, no entendía por qué tanta prisa por descolgar...

No pude averiguar quién era, solo escuchaba la voz de Lucas:

-Todo bien por aquí, ¿y tú?

-[...]

-¡Me alegro! Sí, volvemos el día 27.

-[...]

-No, no te preocupes, dormirá en casa de sus padres. Y sabes que no me gusta que hables así de ella.

-[...]

-Venga... Hablamos mañana, un beso, te quiero, chao.

Esas palabras habían desatado una guerra entre mi subconsciente y no sé qué otra parte de mi razón que no me dejaba pensar en nada:

-Ha dicho "un beso, te quiero, chao" seguro tiene a otra -lloraba mi voz interna.

-No será nada de eso. Es Lucas, ¿a quién va a tener si no es a Ali? -batallaba otra vocecilla.

El único pensamiento en claro que ganaron con esa estúpida discusión fue: tenemos que averiguarlo como sea.

Intenté acallar esa lucha poniendo la mente en blanco, pero la incertidumbre de la situación de Guillem y la dichosa despedida telefónica no me dejaban descansar.

-

Bien entrada la tarde, nos preparamos para salir a dar un paseo por el parque del Retiro.

Hacía bastante fresco así que opté por ponerme un vestido de lana por encima de las rodillas, con unas medias y unas botas altas negras. Cogí un bolso negro de cuero que me había comprado en rebajas las primeras Navidades que pasé allí, también me coloqué unos pequeños aretes dorados, un colgante con mi inicial, un par de anillos y un brazalete precioso que había heredado de mi abuela.

En el pelo me hice unas ondas desenfadadas con la plancha y lo recogí con una hebilla en forma de hoja en el lado izquierdo de la cabeza.

Decidí estrenar un abrigo negro que me había comprado por una página online hacía un par de meses.

Me puse un poco de máscara de pestañas y brillo de labios y estaba lista.

Sofía había optado por unos pantalones vaqueros color beige y un jersey de lana blanco roto, con unas Converse y un bolso blanco de Shein que usaba siempre. Llevaba el pelo suelto y un ligero maquillaje que quedaba muy natural.

Y Lucas... Iba guapísimo. Llevaba unos pantalones ajustados azul marino que le llegaban justo por encima de los talones, una camisa de botones azul cielo y una americana desabrochada a conjunto con los pantalones. En los pies, unas sneakers blancas de la nueva colección de Tommy Hilfiger.

Me quedé embobada cuando lo vi salir del baño dejando atrás una nube de fragancia masculina que hacía que me temblaran las rodillas.

Un pellizco en el codo por parte de mi prima me hizo volver a la realidad y darme cuenta de que me caía la baba literalmente. Lucas se rio por lo bajo y se dirigió a la puerta, seguido de mi prima. Yo los alcancé enseguida y cerré la puerta con llave tras de mí.

Estaba oscureciendo, pero hacía un tiempo estupendo: nada de viento, nada de calor, nada de lluvia... Idóneo para dar un largo paseo por los madriles.

Volví por míWhere stories live. Discover now