35. KARMA

42 5 2
                                    

ALICIA

Era tronchante. Al parecer Lucas había sido la víctima de todo este barullo, aunque Amanda haya terminado en la cárcel, Sofía y Óscar se hayan distanciado, M.ª Carmen haya fallecido y yo tenga que ir a una maldita terapia para locos.

Nada había salido como Amanda planeó, pero cosas como esta son las que definen a los buenos amigos y aclara las relaciones. Esta situación ha roto muchos corazones, pero los ha ido cosiendo poco a poco.

Por ejemplo: yo.

A principios del año pasado estaba excitada y enamorada por el futuro que se me abría en Canadá con mi persona favorita, con el único chico que había amado en mi vida.

Después, en septiembre, hecha polvo. Con el corazón confundido y sola en otro continente, tomando la decisión de volver a España para "rehacer el futuro".

Durante los últimos meses del año estuve en modo detective, intentando averiguar qué era lo que había cambiado mi vida inesperadamente.

Empecé el año yéndome a Madrid para despejar mi mente, pero pendiente de un mensaje que envié en un momento de debilidad. En el supuesto mes del amor, febrero, volví a ver al que consideré compañero de vida durante mucho tiempo.

Pasé un mes aproximadamente con él, sin hablar de nada de lo que pasó, como si fuera un tema tabú.

Y llegó el desastre. El disparo. La muerte de M.ª Carmen. El desmadre. Lo que hizo que la historia diera otra vuelta de 360º, cambiando por completo los planes de Amanda.

Y ahora, finales de primavera, conociendo todo lo que pasó y tronchándome porque todo lo que habían querido hacer contra mí para arruinarme les ha acabado salpicando a todos los involucrados.

Es a lo que yo llamaría Karma.

-

Al salir de la cafetería dejando a Lucas pensativo, debía ir a reunirme con el doctor porque tenía una cita pendiente desde hacía una semana , pero ese encuentro nunca se realizó ya que me fui a Madrid después de la bomba que soltó Lucas en aquel callejón. Los problemas de Valencia empezaron a ahogarme y utilicé la capital española para recargarme.

Aunque Gabriel me esperaba, quise dar un paseo por el centro, hacía mucho que no tenía tiempo libre para disfrutar de mi ciudad. Pero había cambiado, la ciudad y yo, ahora las dos éramos diferentes. Ella ya no tenía tantas palomas por todas las calles y yo ya no andaba borracha por callejuelas perdidas y sin salida.

A paso lento, fui acercándome a la clínica. Llegué cuarenta minutos después de lo estipulado, pero no me importó.

-Alicia, te veo radiante. ¿Algo nuevo?

-Todo y nada, doctor. Simplemente mi escapada a Madrid me ha servido para pensar en todo, y para darme cuenta de que si ha pasado es por algún motivo que no es necesario saber. Si la vida, o el destino, o quién tú quieras ha decidido que esto tenía que pasarnos es por algo. Así que voy a dejar de querer averiguar el por qué de todo, porque hoy me he dado cuenta de que las respuestas a mis preguntas son demasiado absurdas como para querer más.

-Vaya, me dejas patidifuso. Pero me alegro por ti, anda, que ya está bien. Tienes toda la razón, querida. ¿Sabes qué? No voy a hacerte ningún examen, me he dado cuenta de que tú única terapia son las escapadas a la capital, así que cuando te vea sofocada yo mismo te pagaré el viaje para que puedas abstenerte de todo lo que te agobia.

-¿Lo dices enserio, Gabriel?

-Completamente.

-De verdad, te lo agradezco.

No pude contenerme y le abracé muy fuerte. Realmente ir a Madrid me calmaba y me hacía reflexionar, y ahora podía ir cuando quisiera.

-Dicho esto, te dejo vía libre, señorita. Puedes irte a casa.

-Eso haré.

Y salí del edificio con una sonrisa de oreja a oreja, que se desvaneció cuando recordé que antes de mi viaje dejé plantadas en un callejón a otras dos personas que tampoco lo estaban pasando bien.

-¿Sofía?

-¡Ali! Cielos, cuánto me alegro.

-Lo sé, lo sé. Me echabais de menos...-reí socarronamente- Prima, ¿puedo pasar a verte?

-Por supuesto que sí. Estoy en mi casa, pásate cuando quieras.

-Perfecto, ahora mismo voy.

No quise preguntar si Óscar se encontraba con ella por si la respuesta era negativa y empeoraba la situación, aunque en el cementerio los vi juntos.

Pedí un taxi y llegué al parque en quince minutos. Fui andando hasta mi destino.

Durante el breve trayecto estuve pensando que, a pesar de que había sido el entierro de nuestra amiga, habían pasado cosas buenas, positivas, beneficiosas. Así que encaré el resto de la mañana con buen humor.

-¡Hola, Sof! Me alegro de verte.

-¿Y ese humor? Me han cambiado a mi prima en Madrid.

-No, boba. Solamente, he recapacitado sobre muchas cosas y he decidido cambiar.

-Pues muy bien que me parece, yo también he pensado. Pero tengo que consultar algunos pensamientos con tu aclarada mente para poder hacerlo con la mía...

-Adelante, hoy estoy de buen humor, así que aprovecha.

Sofía preparó dos cafés y los tomamos sentadas en el sofá.

Tras contarme todo sobre lo que había pensado, seguimos hablando de otros temas, cotilleos y vidas ajenas, como en los viejos tiempos.

-Ah, se agradecen estos momentos después de una tormenta.

-¿Tormenta? Más bien huracán o avalancha.

Las dos nos reímos como unas locas despotricadas que acaban de desahogarse soltando todas sus penas.

-Hola, amor. Ya estoy en casa.

Miré a mi prima extrañada. Ella seguía con su cara de felicidad, señalando a la puerta indicándome que me diera la vuelta.

-Eh... ¡Vaya! Pero si es mi querido cuñado. -Dije mientras avanzaba hacia Óscar, caminando de espaldas para que él no pudiera ver las caras de euforia que le regalaba a mi prima.

-¿Yo también me alegro de verte, Alicia?

-¿Por qué preguntas, hombre?

-¿Todo bien? ¿Vais bebidas?

Sofía y yo reímos, porque realmente parecíamos dos borrachas que beben para ahogar sus problemas con el alcohol.

-No, hombre, no.

-No hemos bebido nada, cariño. Así es como se quedan dos personas después de reconciliarse y darse cuenta de que las cosas pasan por algo.

-Ah, pues entonces perfecto. Si vuestra euforia y alegría me permite ir a la ducha, me marcho.

-Claro que sí, si quieres vamos todos juntos.

-¡Alicia!

-Lo siento, Sof.

El chiste me salió solo, al pobre Óscar no le hizo mucha gracia, y a mi prima tampoco al principio porque después estuvimos hasta la hora de comer recordando mi estúpido comentario y mojando la ropa interior cada vez que reíamos.

Esto era lo que yo añoraba, y lo que había recuperado. Como había pensado esta mañana: estas cosas separan y unen a las personas. A mi prima y a mí nos separó, pero lo que se trabaja como hierro desde la infancia cuesta de deformar.

----------------------------

Un capítulo alegre, oye, se agradece ;)

el siguiente... bueno, dejémoslo en: lo narra él.

Volví por míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora