44. 25 DE DICIEMBRE

23 4 0
                                    



El día 25, al despertar, cogí mi moto y fui a comprar unos churros y chocolate para desayunar y de paso ver la decoración de Navidad.

Por la noche no había podido dormir mucho con la conciencia de tener a Lucas en la cama de al lado, el posible neonato dentro de mí y la discusión que había tenido con Guille.

Por unos momentos, la noche anterior, se me pasó por la cabeza mandarlo todo a la mierda y volver a caer en él, con él y por él. Pero al mismo tiempo pensé que no debía abrir otras puertas sin antes ir cerrando otras. Pensé solo en mí, una vez más, pero había aprendido que yo era mi prioridad ante los demás y que si yo no estaba en paz el resto del mundo podía esperarme sentado.

El centro de Madrid estaba precioso, todo decorado con luces y guirnaldas. A pesar de ser temprano, ya habían familias que paseaban felices con niños ansiosos por los regalos que les esperaban.

Aparqué mi moto enfrente del puesto de churros y guardé el casco en el pequeño maletero. Cogí mi móvil, que llevaba vibrando diez minutos en el bolsillo de la chaqueta.

-¿Diga? -descolgué.

-Dile a Guille que se ponga un momento.

-¿Cómo? Guille no está conmigo, Sandra -contesté un poco nerviosa.

-Qué raro... Da igual, cuando lo veas le dices que venga a casa que mis padres le están esperando.

-Está bien, pero... -me colgó.

Ya la había cagado otra vez. No sé cómo lo hago para meter siempre a la gente en movidas por mis decisiones.

Mientras me ponía a la cola para conseguir el desayuno llamé al chico desaparecido.

Cinco tonos, sin respuesta.

Empecé a desesperarme.

Volví a marcar.

Otros cinco tonos de espera.

Mi nerviosismo aumentaba.

Me tocó el turno y pedí media docena de churros y otra media de porras, ya que en nuestra familia éramos muy de porras.

Al salir volví a llamar a Guille.

Esta vez sonaron tres tonos y alguien contestó: era una voz de mujer que me sonaba de algo.

-¿Guille? No sé si me escuchas o no pero voy a decirlo solo una única vez...

No obtuve respuesta. Solo unas respiraciones agitadas provenientes del otro lado del dispositivo.

Suspiré y seguí hablando mientras salía de otra tienda en la que me había metido para mirar una cosa que me había llamado la atención en el escaparate.

-Guille, tu hermana quiere que vayas a casa, que tus padres te están esperando.

Recibí un gruñido y lo interpreté como una afirmación.

-También quería decirte que ayer me pasé de la raya. Estaba muy alterada y ninguno de los dos parecía querer calmarme. En fin, cuando vaya a la doctora de Valencia te diré algo. Hablamos, ¿vale?

Antes de que pudiera despedirme cortaron la llamada.

Volvía a poner patas arriba las vidas ajenas, cosa que más odiaba en el mundo entero y que al parecer era mi hobbie.

La mañana transcurrió sin más inconvenientes: llegué a casa con el chocolate aún caliente y nos sentamos a comer.

-Ahora que lo pienso... ayer no celebramos la Nochebuena.

Volví por míWhere stories live. Discover now