31. EL JUICIO

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ALICIA

Era el día. Había llegado el momento de asignarle una condena al demonio rubio y Lucas, el doctor, mis padres y yo no nos lo íbamos a perder.

Cuando entramos a la sala donde se llevaría a cabo el juicio nos sentamos en las sillas más lejanas del asiento de los acusados. Si mantenía el contacto visual con Amanda por más de unos segundos iba a tener el impulso de matarla allí mismo, y me declararía culpable ante el tribunal.

El día anterior estuve llamando a Sofía y a Óscar, pero ninguno de los dos respondió. Solo sabía que él no dormía con Sofía desde el día del incidente y que mi prima estaba cada vez más desquiciada.

No estarían presentes cuando condenaran a Amanda a pasar el resto de su vida entre rejas.

Ojalá.

En el caso de que saliera limpia y solo tuviera que hacer servicios comunitarios, que no lo quiera Dios, el doctor ya había enviado su expediente a otros hospitales y manicomios. Algunos le habían respondido, otros lo habían rechazado y aún quedaban algunos por contestar.

-Señorita Amanda Moreno, levántese.

El juicio empezó. Ni Lucas ni yo habíamos sido convocados para declarar, pero estábamos como testigos del momento del disparo.

-Juro por la Biblia y por Dios que diré la verdad y nada más que la verdad.

Amanda no creía en la Iglesia, así que su juramento servía de poco.

-Abogado de la acusada, defiende que su clienta apretó el gatillo sin el conocimiento de que el arma estaba cargada.

-Así es. Mi clienta afirma y asegura que solo llevaba consigo la pistola para amenazar, pero que en sus planes nunca estuvo la idea de apretar el gatillo y mucho menos terminar con la vida de alguien.

-Está bien. Señora Moreno, ¿lo que dice su abogado es cierto?

-Completamente.

Conocía la estrategia que iban a utilizar: respuestas con escasez de palabras.

Era lo mejor, así costaría más notar el nerviosismo en la voz o los movimientos.

Maldito abogado. Seguramente habrá pagado una fortuna para tener al mejor.

El chico me sonaba de algo, creía haberlo visto en algún momento del pasado.

-Se ha analizado la bala que traspasó a la víctima y se comprueba que las balas no tenían ninguna huella. Ni de Amanda ni de otro posible cómplice.

En la zona de la familia y abogados de la víctima se pudo observar la angustia y el malestar. Estaba claro que nadie conocía los resultados de los análisis y pensaban que las huellas se relacionarían directamente con Amanda y así tendrían un eslabón ganado. Pero no.

En el lado opuesto, se habían escuchado varios suspiros al escuchar el veredicto de la jueza. Se veían algunas sonrisas dibujadas en el rostro de Amanda y su abogado.

Yo respiraba tranquila, sabía que fuera cual fuere el tiempo de condena, Amanda iba a estar controlada en algún sitio rodeada de gente de su especie.

-Se llama al estrado al doctor Gabriel García, jefe y amigo de la víctima.

A él sí que lo llamó la abogada de M.ª Carmen, supongo que al ser el director del hospital tendría más peso su declaración ante el tribunal.

-Empieza preguntando el abogado de la acusada, puede empezar.

-Buenos días, doctor.

-Buenos días.

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