37. SALE ESTA NOCHE

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ALICIA

Me iba a vivir a Madrid. Lo decidí el día que me reconcilié con mi prima. Solo pensé en mí, aunque fuera muy egoísta por mi parte, era la única opción que consideraba factible para todos.

No quería quedarme estancada en mi pasado, mi presente era horroroso y necesitaba una vía de escape. Hablé ese mismo día con Gabriel y me dijo que él me pagaría el primer trimestre de estancia en un hostal que había encontrado cerca del centro, me hospedaría allí hasta que encontrase algo más formal como un piso o una habitación alquilada.

También me había propuesto a mi misma ponerme a estudiar. Todavía era joven y solo tenía el título de la ESO, necesitaba algo más si quería empezar una vida corriente en la capital. También un coche, aunque primero tendría que aprobar el carné y luego ahorrar para el vehículo.

A los minutos de salir de casa de Sofía aquel día, me llamó Gabriel:

-Alicia, querida, ¿ya tienes las maletas preparadas?

-No, ¿por qué?

-Ya tienes tu hostal reservado y los billetes del avión, sales esta noche.

-¿Qué? ¿Cómo?

-Lo que oyes, chica.

-Ostras, de verdad muchísimas gracias Gabriel. No me lo puedo creer.

-De nada, mujer, para eso estamos los amigos.

Antes de colgar estuvimos hablando de cosas varias: me envió la ubicación de mi residencia momentánea y me pasó los billetes por correo electrónico. Sin darme cuenta ya había llegado a mi casa.

-¡Mamá, papá! Tengo algo que deciros.

Sinceramente, me temía lo peor. No podía imaginar su reacción cuando les dijera que me iba a vivir fuera, otra vez, sobre todo me preocupaba mi madre.

-Buenos días, hija. La comida está casi lista, ayúdanos a terminar de poner la mesa.

Obedecí y en un santiamén estábamos los tres alrededor de la mesa degustando la empanada de carne que mi padre había preparado. En mi familia todos tenían el don de la cocina, excepto yo y esto tenía que empezar a cambiar si no quería alimentarme a base de comida precocinada o comida basura.

-Estaba delicioso, papá.

-Me alegro de que te haya gustado, cariño.

Todos juntos recogimos los platos y cogimos una pieza de fruta de postre.

-Tengo algo que contaros... Mamá, por favor, te pi...

-Tranquila. Lo sabemos. El doctor, ese amigo tuyo nos ha llamado y nos lo ha contado. Quería saber nuestra opinión antes de decírtelo a ti.

-Evidentemente le hemos dado el visto bueno. Aunque a tu madre le ha costado un poco al principio, hemos accedido a que empieces una nueva vida allí por ti.

-Porque te queremos y queremos que seas feliz, donde tú necesites estar.

-Esto parece un discurso de despedida. Me haréis llorar, callad.

Lloré. Y mis dos progenitores me abrazaron, manchando mi camiseta de lágrimas también.

-Me alegro de que aceptéis la idea, voy a aprovechar esta ocasión al máximo.

-No lo dudamos. Anda, prepara tu maleta y ve a despedirte de tu abuela. Sofía te llevará al aeropuerto.

-Claro.

Sonreí abiertamente. Estaba feliz, muy feliz. Iba a hacer lo que yo quería y porque yo quería. No estaba atada a nada ni a nadie. Me sentía libre.

-

Preparé una maleta con mucha ropa dentro. No metí la de invierno porque estábamos en mayo y si me llevaba todos los jerséis no tendría sitio para la ropa de baño, aunque en Madrid no hayan muchos sitios para refrescarse en verano

En otro bolso aparte, guardé todos los cables y el portátil. También el neceser donde llevaba las cremas para la cara y algo de maquillaje por si salía alguna noche.

Los libros que tenía en mi estantería los tuve que dar a la librería del barrio, gané algo de dinero a cambio y encima me deshice de trastos innecesarios. Solo dejé uno: "El niño con el pijama de rayas".

Siempre había sido mi preferido. Mi madre me lo leía cuando era pequeña y conforme fui haciéndome mayor intercambiamos los roles.

Mi madre agradeció el detalle y dijo que lo leería cada vez que me echara de menos.

-A ese paso, cuando vuelva te lo sabrás de memoria.

Los tres reímos de mi acudido y volvimos a sumirnos en un abrazo fraternal.

-Ya está bien, -me separé de ellos, limpiando las últimas lágrimas de mi cara- no quiero hacer esperar a la abuela.

-

Llegué a casa de mi abuela y, como siempre, olía a comida. Aunque fueran las cuatro de la tarde, la casa de Rosa olía a puchero.

Siempre he dudado sobre si tiene algún ambientador escondido que huele a manjar.

-¡Abuela!

-¡Cariño!

La abracé muy fuerte, quería impregnarme de su olor para que no se me olvidase nunca. Mi abuela era muy mayor y, muy a nuestro pesar, los médicos nos habían advertido más de una vez que nos fuésemos haciendo la idea de que no es eterna...

Volver de Madrid para hacer una visita y no encontrarla en su sillón volvería a hacerme cambiar de vida.

-Abuela, respecto a lo que pasó con Lucas...

-No tienes que darme explicaciones, nenita. No te preocupes por eso, yo no haré preguntas.

La miré y sonreí, la volví a enrollar entre mis brazos.

-

Le estuve contando mis planes: ir a Madrid, ponerme a estudiar, hacer nuevos amigos... Ella escuchaba atenta todo el tiempo, me miraba entusiasmada. Yo sabía que en el fondo, al igual que mis padres, se alegraba de que quisiera volver a vivir.

Yo me sentía segura sabiendo que ellos me apoyaban.

De la única persona que no sabía su opinión era Sofía, y Óscar. Se lo contaría de camino al aeropuerto, pero confiaba en que ella no me iba a cortar las alas.

Ella fue la que me impulsó a tomar la decisión, y también quería verme feliz.

-Abuela, mi vuelo sale dentro de 3h. Sofía me ha dicho que está en camino para recogerme e ir al aeropuerto.

-Me parece genial, cielo. Quiero que disfrutes esto, ¿vale?

-Lo haré, abu, te lo prometo.

Hicimos una promesa de meñiques, como cuando era pequeña y ella me juraba que no le contaría mis padres que había merendado tostadas con chocolate.

Salimos de la casa y Sofía ya me esperaba en el coche, con el maletero abierto para que metiera mis pertenencias.

Me despedí de mi abuela con la mano mientras nos alejábamos de su casa.

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otro capítulo alegre, no os acostumbréis 😏 el próximo hmm

¿Qué título le pondrías a este capi?

daliaacolomeer_

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