46. SALVAVIDAS

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LUCAS

Notaba a Ali molesta desde la primera llamada que recibí de Tamara. Era comprensible, en cierto modo.

Alicia siempre ha sido muy celosa, muchísimo. Más que Amanda, incluso. Pero se callaba y abría el cajón de mierda cuando todo iba cuesta abajo.

Yo no me consideraba alguien extremadamente celoso, pero tenía mis cosas. Cosas que me molestaban, como por ejemplo Guillem. Él, en su pura esencia, me ponía de los nervios y no solo porque estuviera causándole más problemas a Ali. Creo que si lo hubiera conocido en otro contexto también me hubiese caído mal.

El paseo por Madrid hasta el restaurante había sido tranquilo hasta que había aparecido él, o puede que un poco antes... Me enfureció ver como Alicia se lanzaba a rescatar a una persona que no merecía más que un escupitajo.

Menos mal que al llegar a la mesa se suavizó el ambiente.

Charlamos de asuntos generales, sin entrar en polémicas ni malos rollos.

Antes del postre Sofía y yo fuimos al baño, cada uno al del sexo correspondiente, por supuesto.

Cuando fui a lavarme las manos me di cuenta de que me había dejado el móvil en la mesa, cosa que no implicaría tanto sofoco si Tamara no me hubiera dicho que me volvería a llamar y conociendo a la chica que se quedó sentada en la mesa sabía que no dudaría en descolgar y responder algo absurdo para crear una tensión innecesaria.

Y así ocurrió: volvimos a la mesa y Ali tenía una sonrisa sospechosa en la cara. Esperé para ver si me notificaba algo, pero perdí las esperanzas y opté por revisar las últimas llamadas. Evidentemente Tamara había llamado y había recibido una respuesta, no por mi parte especialmente.

-Esta tarta de queso con arándanos está de muerte -comentó Alicia.

La miré de reojo, deseando por dentro que en realidad no había respondido a esa llamada.

-Ali, ¿ha llamado alguien? -Fui directo al grano, como siempre me había pedido.

-Sí -al menos era sincera - Ha llamado Tamara, le he dicho que estabas en el baño, era verdad.

-¿Solo le has dicho eso? -recalqué.

Ella asintió con vehemencia.

No terminaba de fiarme, pero tampoco iba a desmentir algo que afirmaba con tanta seguridad.

-Le he dicho eso y me ha colgado, no sería tan importante lo que quería...

Si hablamos de personas celosas Ali está en el top uno, Amanda en el dos... y Tamara en el tres (cuando se trata de Alicia).

Marqué su número para asegurarme de que estaba bien mientras cruzaba miradas con Alicia.

-¿Le has dicho quién eras? -pregunté oliéndome lo que había pasado.

-Por supuesto, me he presentado. Es de buena educación -soltó con toda la tranquilidad del mundo.

Antes de que mi desespero subiera de nivel, Tamara me contestó.

-¿Qué quieres? ¿Ya has salido del baño? -no sonaba muy contenta.

-Estamos terminando el postre, dime qué necesitabas antes, Tam.

Alicia me fusiló con la mirada.

-Ah, antes... Cuando la famosa Alicia me ha respondido...

La nombrada, que lo había oído, abrió los ojos con atención, rió por lo bajini y volvió a su pasatiempo: romper en tiras la servilleta de papel.

Volví por míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora