PRÓLOGO

82 3 1
                                    

[Enero de 2020]

ALICIA

—Ali, mi amor, tengo algo muy guay que contarte.

—¿Qué es, Lu? Madre mía, tranquilízate.

Lo calmé como pude cogiéndole del brazo, mientras los dos reíamos sin saber todavía qué quería decirme.

—Alicia, la vida nos va a cambiar, ¿sabes?

—¡Lucas! Me va a dar algo, dímelo ya.

—Está bien... -se ajustó el cuello de la camisa y soltó un bufido- Llevamos cuatro años juntos y creo que ya somos solo uno, hemos vivido tanto que podríamos escribir un libro, nos queda mucho por vivir juntos...

—Lucas, al grano.

Mi paciencia rozaba el límite cuando empezaba así. Me gustan las cosas claras y concisas y él no lo estaba siendo en aquel preciso momento.

—Lo siento, princesa, ya voy. Es que estoy tan contento...

La emoción pudo con él y me abrazó tan fuerte que mi trasero dejó de estar reposado sobre el banco de madera del parque. Tras el achuchón vinieron muchos besos y muchas otras muestras de cariño. Hasta que le cogí la cara con mis dos manos y le supliqué que me contara lo que le hacía tan feliz.

Y así, con nuestras narices separadas por escasos milímetros, me dijo lo que iba a hacer que nuestras vidas cambiaran, en todos los sentidos posibles:

—Me han ascendido en la empresa y tengo que mudarme a Canadá. ¿Te vienes conmigo?

Sin dudar ni un segundo acepté su chiflada propuesta, sin pararme a pensar en todo lo que eso conllevaba.

Pero en ese momento todo mi cuerpo: la sangre que fluía por mis venas, el oxígeno que mis células transformaban en energía, los impulsos nerviosos que mi cerebro enviaba... todo, todo era felicidad.

Felicidad que contagiábamos a todas las personas que pasaban por delante de aquel banco con nuestros besos y nuestros gritos.

Nos mirábamos a los ojos y éstos hablaban por sí mismos, reflejaban el amor que flotaba a nuestro alrededor.

—Mi vida va a dar un giro de 360 grados y no sabes cuánto me alegro de que sea a tu lado, princesa.

Rozamos las puntas de nuestras narices, simulando un beso de gnomos.

—Te quiero muchísimo, Alicia. Muchísimo.

—Yo también, mi amor.

Abrí los ojos y le miré mientras reía. Esa sonrisa que me volvió loca la primera vez que lo vi ahora me gustaba todavía más.

Estaba muy feliz.

Feliz porque no sabía lo que me esperaba pocos meses después...


daliaacolomeer_

Volví por míWhere stories live. Discover now