13. LE HACE BIEN

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No es que no tuviera ganas de llorar hasta deshidratarme en ese momento pero no podía, no podía derrumbarme delante de él.

El médico me había dicho que no alterase sus constantes. También me dijo que había una máquina en la que medían el nivel de nerviosismo del paciente y que la de Lucas, desde el día que ingresó, siempre estaba al borde de la intervención médica: un pinchazo calmante que no hacía cosquillas.

Por lo tanto tenía que mantenerme serena, si en algún momento alguno de los aparatos se descontrolaba tenía que salir de la habitación para que Lucas se calmara, porque lo último que yo quería era verle sufrir.

—Alicia, ¿eres tú, princesa?

Su voz volvió a sacarme de mis pensamientos.

"Princesa"

Oírle volver a llamarme así me hizo sonreír como una boba, y recordar. Yo era su princesa, pero él no era mi príncipe, era mi castillo, porque me sentía protegida y estando con él podía enfrentarme a las brujas malvadas que se acercaran.

—Hola, Lucas —logré decir con la voz entrecortada y con la sonrisa tonta aún en los labios.

Pero en ese momento caí en algo. ¿Por qué me había llamado princesa si ya no estábamos juntos? Mi expresión cambió repentinamente y él se percató de que algo rondaba por mi cabeza.

—¿Qué te ocurre? ¿En qué piensas? —su expresión era neutra, ni felicidad ni tristeza, puede que por todas las marcas y cicatrices que surcaban su cara— Alicia, sabes que me lo puedes contar.

No, no podía. A lo mejor mis preguntas podrían hacer que se alteraran las máquinas y yo no quería irme de allí.

—Nada, Lu, solo estaba pensando en mis cosas —sin querer lo había llamado así, solo yo lo hacía, solo a mi me dejaba hacerlo—. ¿Cómo estás?

—Qué pregunta más tonta, tú misma puedes deducir —la tonta era yo, no la pregunta, a quién se le ocurre...- ¿Cómo crees que estoy?

"Estás diferente" quise decirle.

—Te veo tranquilo, te veo bien -le sonreí.

—Di que estoy diferente, cambiado, raro. Es la verdad. De hecho, no serías la primera persona en decírmelo.

—Ya, pero... El doctor me ha dicho que no te altere, por la máquina esa, ya sabes...

-Es por eso por lo que estás tan callada, "para no exceder los nervios", eso te ha dicho, ¿a que sí?

—Sí —solté una risita porque lo había imitado bastante bien, con las mismas palabras—. ¿Por qué la necesitas, la máquina?

Giró la cara y se puso a morderse las uñas y el labio inferior.

—Lo siento, lo siento —ya lo estaba fastidiando—, me ha salido sin querer, no hace falta que me respondas, tranquilízate.

Yo estaba alterada, él seguía mordiéndose las pieles de los dedos, pero estaba tranquilo.

—No te preocupes, enserio. La necesito para controlarme —iba a explicarme el por qué, así que puse mi mayor atención en su voz desgastada—. Cada paciente la tiene regulada a su nivel, depende de la enfermedad o del nivel de esta. Yo soy el que la tiene a la máxima potencia —quitó una sábana que dejó al descubierto una especie de termómetro que en lugar de grados tenía una dosis de un medicamento que no había leído nunca—, mira: ahora tiene una descarga del 76%...

—¿Descarga de qué?

—¿El doctor no te lo ha dicho?

—Me ha dicho que si pasabas a la zona roja tenían que pincharte un calmante y tendría que salirme de la habitación.

—Con que un calmante... —él se reía pero yo no encontraba el chiste— No hay ningún calmante, princesa, es una descarga eléctrica que...

-¿Qué has dicho?

El impacto de sus palabras y su forma de reírse había hecho que un par de gruesas lágrimas rodaran por mis mejillas

—Entonces, el 76% es...

—Exacto, la potencia de la descarga que estoy recibiendo en este momento.

Abrí los ojos como platos, ¡estaba recibiendo una maldita descarga eléctrica y estaba de lo más tranquilo!

—Pero no te preocupes, Ali, que solo siento un cosquilleo por todo el cuerpo, no me duele.

—Ya, pero...

—Ey, mírame —me cogió las manos con las suyas— No pasa nada mientras esa línea no se mueva hacia arriba.

Entonces me dio un beso en las manos, sus labios estaban fríos, pero no me importó. Sentí un escalofrío, pero al ver que la línea de la máquina descendía hasta quedarse en el 56% me levanté de la silla y, corriendo, me acerqué al aparato sin entenderlo.

—Alicia, ¿qué...? —se giró para ver dónde había ido, pero no se fijó en la cifra, hasta que yo la señalé para que entendiera— No puede ser...

El Dr. García se asomó por la puerta.

—He visto una sombra moverse muy rápido y me he preocupado, ¿por qué está de pie? —entonces se percató de lo que pasaba— Esto es maravilloso, nunca había estado en una cifra tan baja. ¿Qué habéis hecho?

—Ojalá hubiésemos hecho algo, doctor, pero estábamos hablando, simplemente.

Se ve que a Lucas le hacía gracia la situación, porque no paraba de reír, igual que el doctor.

—Bueno, sí que ha pasado algo...

Los dos lo miramos, a ver por dónde iba a salir...

Antes de hablar, se volvió a reír.

—Le he cogido las manos a Alicia y las he besado

Tenía razón, pero eso no tenía nada que ver con los nervios, ¿no?

—Ali, tú me haces bien.

—Lucas tiene razón. Si eso es lo que ha pasado antes de conseguir este fantástico resultado, le hace bien, señorita.



daliaacolomeer_

Volví por míWhere stories live. Discover now