VII. Chocolate

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Conocer a Elise el día del ataque del Kyubi no era lo que Shisui estaba planeando, pero incluso si las circunstancias no eran las ideales, estaba completamente feliz y aliviado de haber llegado a tiempo para evitar que su pobre niña fuese aplastada por una roca luego de haberse separado de sus padres en el ataque.

Abrazando fuertemente a Elise contra su pecho mientras apoyaba sus labios sobre su suave y esponjosa cabellera rosa pastel, Shisui se aferró a ella mientras saltaba entre los tejados y escombros de Konoha siguiendo las instrucciones de evacuación que le daban en conjunto un Uchiha y un Inazuka.

Minato había cumplido su palabra a la hora de decir que el ataque del Kyubi iba a ser distinto, había menos destrucción que en el ataque original, los clanes Inazuka, Aburame y Uchiha se encargaban de la evacuación junto con la búsqueda de sobrevivientes en los escombros, el Clan Hyuuga estaba buscando en las periferias algún responsable de este ataque junto con reforzar la seguridad en caso de un ataque enemigo.

El Kyubi estaba quieto en ese momento, rodeado por cientos de sombras que crearon en unidad la mitad del clan Nara, siendo retenido a duras penas para que Jiraiya y el tercer Hokage lograran crear una barrera lo suficientemente fuerte para retener al Kyubi durante algunos minutos hasta que logren volver a sellarlos.

El clan Yamanaka se encontraba dando órdenes a través de su comunicación mental y los Akimichi se encontraban cuidando a las próximas generaciones de ninjas, al menos una parte, mientras que la otra se encontraba dispuesta a utilizar su Baika no Jutsu para empujar al Kyubi fuera de los perímetros de Konoha.

Y su líder de clan... su líder de clan, Fugaku-sama, había sido designado como uno de los guardias para la seguridad de Kushina-san, por lo que era incuestionable la confianza que depositó el yondaime Hokage en su clan.

Un sollozo aterrorizado lo sacó de sus pensamientos y Shisui sintió que su corazón se partía en millones de pedazos al ver las gruesas lágrimas de Elise.

—Todo estará bien —intentó tranquilizar Shisui mientras la chica se aferraba a su ropa—. Los Shinobi se encargarán de todo, Yondaime-sama nos protegerá —continuó el azabache mirando las lágrimas en el rostro de quien amaba—. Ya verás, cuando lleguemos a un refugio de evacuación, estaremos a salvo y ni siquiera sentirás lo que sucede a fuera.

—...

—Ah... mi nombre es Uchiha Shisui, ¿Cuál es el tuyo? —preguntó suavemente intentando distraerla de los rugidos del Kyubi y el violento chakra concentrado que erizaba la piel incluso de aquellos que no tiene mucha sensibilidad a la hora de detectar chakra.

—K-Kaneko... Kaneko Elise —sollozó y un agudo chillido de pánico inundó sus oídos cuando apuntó detrás de él.

Shisui impulsó su salto con chakra y se alejó del lugar donde caería el pedazo de chimenea de una de las casas.

—No te preocupes, soy un shinobi —habló con confianza Shisui—. Soy muy fuerte, ya me ascendieron a Chunin —alardeó el Uchiha con la esperanza de tranquilizar a Elise—. Los Chunin son una fuerza a tener en cuenta, así que mientras estes en mis brazos, nada te pasará, te lo prometo.

—U-Uchiha-san —moqueó Elise aterrada y él hizo una ligera mueca en forma de sonrisa.

—Puedes llamarme por mi nombre y, a cambio, yo te llamaré por el tuyo, ¿Te parece bien? —preguntó Shisui y ella asintió.

Shisui empezó a hablar con Elise como si el Kyubi no estuviera desatado en el pueblo, instando a Elise a decir cosas sobre ella misma y, cuando llegaron al refugio seguro, la niña estaba bastante más calmada mientras respondía tímidamente las preguntas del Uchiha, el cual estaba feliz de escuchar sobre ella y responder sus preguntas.

Absortos en su pequeño mundo, Shisui observó como ella lentamente se iba quedando dormida y la dejó apoyarse en él mientras canalizaba chakra para mantener una temperatura agradable en el cuerpo de Elise.

Una sonrisa tonta apareció en el rostro de Shisui mientras quitaba la suciedad en el rostro de la niña y peinaba suavemente su cabello. No sabe cuántas horas pasó observándola dormir y regulando la temperatura en el cuerpo de Elise, pero cuando se dio cuenta, los primeros rayos del sol se habían asomado y los ruidos de batalla se habían agotado.

A pesar de su cuerpo más joven, Shisui no sentía la necesidad de dormir, años de experiencia para pasar prolongados tiempos sin dormir aun lo afectaban y, sinceramente, no quería enfrentarse a la sensación de morir ahogado y envenenado, completamente ciego e hiperconciente, atrapado en una pesadilla que sigue persiguiéndolo como su condena por retroceder en el tiempo de alguna manera.

Cuando fue una hora aceptable, algunos Shinobis empezaron a traerles comidas, pero no podrían salir de los refugios seguros hasta la tarde por precaución si esto fue un ataque por un grupo determinado o si solo fue un ataque en solitario.

Comiendo la insípida barra energética a la cual estaba acostumbrado, Shisui observó con cierta diversión el rostro deformado en una mueca de asco de su linda Elise.

Claramente no estaba acostumbrada a este tipo de comida.

Elise provenía de una familia rica, una absurdamente rica.

Billonarios se consideraría corto con lo estúpidamente bañados en dinero que estaba su familia.

Los Kaneko habían sido una familia que se hizo un nombre desde hace ya tres generaciones anteriores, pero con los padres de Elise, habían llevado ese concepto de riqueza a un nuevo nivel cuando ambos se unieron en matrimonio. La Madre de Elise, Inoue Yoshi, tal como decía su nombre, era una mujer que fue afortunada y, antes de darse cuenta, se encontraba sobre un pozo cubierto de su propia fortuna. Con ojos como águila, la mujer veía el flujo del dinero como si fueran corrientes de rio y acompañada de las abundantes conexiones de Kaneko Zaid, las oportunidades vinieron a la pareja como abejas a la miel.

Simplemente no había suficientes palabras para expresar su riqueza, si los Kaneko quisieran comprar una ciudad, darían lo suficiente como para comprar un país, si quisiera comprar un país, podrían incluso comprar una nación si así lo quisieran.

Y aun así, estarían tan forrados en dinero que hasta tres generaciones podrían vivir cómodamente sin trabajar en nada y solo derrochar el dinero.

Elise había nacido con una cuchara de diamante rosa en la boca y sus padres la adoraban demasiado, ni hablar de sus hermanos.

Entonces, una pequeña niña que está acostumbrada a lo mejor de lo mejor, no podría comer fácilmente una barrita energética insípida.

—Tengo una barra de Chocolate, ¿Quieres? —preguntó suavemente Shisui mientras sacaba un pergamino de almacenamiento.

Sinceramente, la única razón por la que había comprado chocolate era porque recordaba el amor por los chocolates de Elise, él prefería los dangos, pero ella estaba obsesionada con todas las formas de presentación del chocolate, así que, como vieja costumbre, tenía un chocolate en el bolcillo para calmarla en cualquier situación.

—¡Mmm! —Elise asintió rápidamente y tragó el bocado de barritas energéticas antes de lanzarse al chocolate que él le ofreció— ¡Muchas gracias! —Shisui quedó cegado por esa hermosa sonrisa llena de dientes y encías— ¡Eres el mejor, Shisui-kun!

—O-oh... gracias —un pequeño sonrojo apareció en su rostro, solo para que terminara con toda la cara roja cuando sintió un beso en su mejilla.

Elise comió felizmente su barra de chocolate sin importarle nada, ¡La comida de este mundo era una mierda! ¡Que suerte que los dulces eran universales! Lastima que los japoneses tengan este gusto tan suave por los dulces y tienen ese gusto extremo por lo picante, pero este chocolate le recordaba a su viejo mundo, dulce, mantecoso y fácilmente derretible en la boca.

Shisui, sin darse cuenta, le había dado un trozo se cielo.


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So Mine [Yandere! Uchiha Shisui]Where stories live. Discover now