LXXXIX. Años

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Elise miró a su adorable Kagami y no pudo evitar abrazarlo con fuerza mientras soltaba pequeños chillidos besando sus regordetas mejillas y el niño de siete años se sonrojó mientras reía ligeramente abrazándola por la cintura.

Crecían tan rápido.

Elise ni siquiera puede pensar en cómo el pequeño bebito que sostenía hace lo que tan solo eran unos minutos atrás, ahora sea un energético niño de siete años que la adoraba absolutamente, sin duda, un gran niño de mamá, pero eso no dejaba de lado a sus adorables hijitos adoptados o...

—¡Mamá! —chillaron dos niños corriendo mientras reían felizmente siendo perseguidos por un Shin sonriendo con dientes de tiburón, bigotes en sus labios, un monocular y una diadema de diablo.

Sin duda sus pequeños mellizos eran bastante energéticos para tener tres años.

—¡Vengan aquí, pequeños demonios! ¡Los atraparé y los colgaré de los cordones de sus zapatos! —gritó Shin elevando uno de sus puños mientras detrás de él aparecían llamas dramáticas.

—¡No tenemos cordones con zapatos! —rio alegremente un de los mellizos y el otro rio a juego mientras le sacaba la lengua a su hermano mayor.

—¡Tenemos pegatinas! —rio el otro y corriendo hacia ella, para refugiarse de su enojado hermano mayor.

—¡Mamá, hay que devolverlos a la caja en la que los encontramos! —gritó Shin apuntando a sus hermanitos menores.

—¡No vinimos de una caja!

—¡Si, si lo hicieron! ¡Mamá los encontró en una caja de tomates, abandonados y los recogió! —se burló por despecho Shin.

—Niños, niños, cálmense —habló Elise sonriendo ligeramente—. Shin, discúlpate con tus hermanos, esa no esa la forma de hablarle a tus hermanitos.

—¡Pero mamá, me rayaron toda la cara! ¡No puedo salir así! ¡No cuando hoy nos van a dar los papeles oficiales para inscribirnos a los exámenes Chunnin! —exclamó en un puchero el albino.

—Vamos al baño, te ayudaré a limpiarte tu carita bonita—habló suavemente Elise acariciando el cabello blanco de su hijo y sonriéndole suavemente, por lo que el chico se sonrojó ligeramente.

—Hum... supongo... supongo que me disculpo, mocosos. Sin duda son hijos del diablo —asintió el albino y Elise le dio un ligero zape— ¡Ay! —se quejó Shin— ¡Pero mamá, es verdad! ¡Papá es el diablo! No creerías lo que es capaz ese diablo despiadado si no está siendo supervisado por Obito-sensei —el niño hizo un puchero cruzándose de brazos.

—No llames a tu padre diablo —regañó ligeramente Elise con las manos en las caderas, en esa típica pose de madre enojada.

—Lamento contradecir a mamá, pero padre realmente es el diablo encarnado —intervino Kimimaro apareciendo desde la cocina mientras tenía un muffin de chocolate en la boca—. Sus entrenamientos son despiadados, las únicas dos veces que Obito-sensei se enfermó y no pudo guiarnos como grupo y papá tomó el mando, fue un infierno. Tuvimos que ir a donde Tsunade-sama porque incluso me rompió las costillas.

—¿Qué hizo qué? —Elise se volteó hacia el albino el cual dio un paso atrás estremeciéndose por la mirada oscurecida de su madre y su puño apretado.

Ah, si... habían acordado que no le dirían nada a mamá.

—¡Es cierto, ese bastardo me rompió el brazo y las piernas! ¡Bastardo monstruoso que no tiene piedad por nadie! —gritó con frustración Shin— ¡Incluso Karin temió por su vida! ¡Y ella tiene esa cosa rota de morderse y regenerarse! ¡Una trampa total!

So Mine [Yandere! Uchiha Shisui]Where stories live. Discover now