LXXI. Umino-sensei

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Sai y Shin estaban un poco nerviosos, honestamente, en este corto periodo de tiempo que habían estado a los cuidados de su ruidosa y feliz madre, sus vidas usualmente monótonas y grises se habían llenado de color y sentimientos que su madre se tomó tiempo de explicarles de una forma suave y paciente, incluso cuando de vez en cuando Shin soltaba algunos improperios, la mujer solo reía ligeramente divertida y les enseñaba palabras nuevas para expandir sus lenguajes.

Entonces, cuando la mujer les dijo que entrarían a la academia con su hermano mayor, Kimimaro y su, ahora prima, Karin, ellos estuvieron ligeramente nerviosos.

-recuerdos de Raíz inundaban sus mentes, como tenían que matar para sobrevivir, como sus resultados decidirían si eran lo suficientemente dignos como para comer ese día y tener unas mantas para no pasar frío en la noche-.

-ambos niños temían, que, si les iba mal en la academia, volverían a ese entorno oscuro, déspota y hostil, a ese sistema cruel e inhumano al cual los habían sometido. Sai y Shin no creen poder sobrevivir de nuevo a ese cruento entorno una vez que probaron la dulzura de ser amados, de la preocupación real en los ojos de alguien, de ese afecto crudo y sin adulterar, de los abrazos y besos que la mujer cálidamente les dio como si se los merecieran sin haber hecho nada por ella aparte de existir-.

-Shin y Sai no querían eso, no querían volver a dormir en el suelo cubiertos por frías mantas que apenas servían para aminorar ligeramente el frio de las instalaciones, no querían volver a dormir en los bosques fríos y oscuros bosques por no ser suficientes, no querían volver a ese sistema en el que tendrían que olvidarse de su humanidad para tener algo en sus estómagos vacíos-.

-pero Shin es un hermano mayor, es el hermano mayor de Sai y, como tal, estaría dispuesto a dejar todos estos lujos si eso significaba que su hermanito podría vivir bañándose en esta luz de felicidad. Porque en sus momentos más oscuros dentro de la fundación, fue Sai quien iluminó su vida, él fue quién le devolvió su humanidad-.

Cuando Kimimaro abrió la puerta del aula para entrar, ambos ex ninjas en entrenamiento de Raíz se tensaron ligeramente y se acurrucaron imperceptiblemente contra el cuerpo de Elise, quien les dio un suave apretón en los hombros y luego acarició con ternura sus delgados brazos en señal silenciosa de que los apoyaba y que todo estaría bien.

Sai y Shin miraron con una cara en blanco como Kimimaro fue gratamente bienvenido con una bola de pintura en la cara y luego, ambos niños miraron el caos dentro del aula de clases. No fue hasta que Elise rio ligeramente divertida que ellos salieron de su shock y miraron a sus compañeros de clases con completa y total incredulidad sin adulterar.

Dios, decir que el escenario caótico era un eufemismo, incluso para niños que fueron privados de emociones como ellos, el par de hermanos no podían mantenerse indiferentes ante la mierda absoluta que pasaba dentro de esa pequeña sala de clases.

—Bienvenidos al infierno, se acostumbrarán después de un tiempo —habló monótonamente Kimimaro mientras sacaba un pergamino de sellado y procedía a limpiarse pacientemente el rostro—. Oh... supongo que debí de advertirles sobre traer mudas de ropa y esas cosas...

—Espera un momento, que demo... —Shin mira con incredulidad como Kimimaro salta rápidamente alejándose de las cadenas que iban hacia él.

—¡Bastardo! ¡Sé que fuiste tú quien tiño mi camisa favorita de negro! —gritó Karin furiosa.

—Tch... —Kimimaro empieza a evadir fácilmente las cadenas que intentan matarlo, pero no niega la acusación y parece más fastidiado porque lo hayan descubierto que ofendido por las acusaciones sin pruebas o arrepentimiento por sus acciones despiadadas.

So Mine [Yandere! Uchiha Shisui]Where stories live. Discover now