LXXXII. Dolor

377 51 13
                                    

Cuando su madre apareció en la habitación con lágrimas brotando de sus ojos abriendo fuertemente la puerta corrediza mientras en uno de sus brazos cargaba su hermanito pequeño, los tres niños se pusieron alerta e inconscientemente se pusieron en posición de batalla para defender a su madre mientras sus ojos vagaban por la habitación buscando cualquier amenaza hacia su mamá.

—Nos vamos —dijo su madre con la voz rota y ninguno de los tres niños la contradijo ni intentó buscar explicaciones y simplemente corrió rápidamente hacia ella mientras se colocaban a sus costados como perros guardianes dispuestos a protegerla.

Sinceramente, los tres estaban -muy, extremadamente- preocupados de como Elise llegaría al lugar que quería sin ser shinobi y sin sus habituales medios de transportes, no solo eso, sino porque la mayoría de las veces su madre era una persona extremadamente torpe con las direcciones y solía perderse hasta en un camino recto porque iría en la dirección equivocada y luego tendría que devolverse todo el camino, pero ellos la seguirían incondicionalmente como sus cachorros guardianes listos para destrozar a cualquiera que se interpusiera en su camino.

Cuando salieron de la residencia del clan y salieron del barrio exclusivo del clan Uchiha, sintieron una gran cantidad de chakra oscurecido y loco dentro de donde estaría la residencia principal en la cual se realizó la fiesta, pero que ninguno de los niños pudo reconocer el chakra violento y oscurecidos, a excepción de Kimimaro, que abrió sus ojos casi saliéndose de sus orbitas mientras una gruesa gota de sudor corría por su rostro al recordar la maldad y crueldad que emanaba su padre cuando se encontraron por primera vez.

Solo que esta vez, era mucho peor.

Sai se ofreció a crear sus tigres de tinta para ir más rápido, su Jutsu no estaba perfeccionado y mucho menos era como los que sería en el futuro, pero la adrenalina hace milagros y mirar a su madre estar tan caótica y desesperada fue suficiente impulso en como para que un milagro sucediera y sus tigres de tinta no se deshicieran y corrieran rápidamente con ellos hasta la residencia de su madre antes de explotar en charcos de tinta negra.

Los tres niños se miraron en silencio mientras miraban a su madre entregarle al pequeño Kagami al mayordomo principal y simplemente correr hacia su nueva habitación. Gruesas lágrimas volvían a correr por el rostro contorsionado tan amargamente de su madre, que les hizo doler el corazón a los tres niños y les dieron ganas de llorar.

Shin fue el primero en romper a llorar, normalmente le gustaba hacerse el duro y el fuerte como hermano mayor de Sai para ser uno de sus pilares, pero esta vez no podía parar de llorar porque su confusión era tan dolorosa y el rostro tan roto de su madre simplemente era demasiado para él.

No le importaba nada, pero su madre era tan importante para él y ahora que ella estuviera sufriendo tanto sin decir palabra y que él no pudiera hacer nada...

El siguiente fue Sai mientras se agarraba el pecho y se ahogaba ligeramente sin saber cómo actuar.

Y Kimimaro... Kimimaro se quedó como piedra mientras se acercaba al mayordomo y le pedía suavemente a Kagami, el cual lloraba amargamente sintiendo el malestar en la habitación mientras el albino intentaba calmar a sus tres hermanitos menores, aun en un estado de shock.

Kimimaro era el mayor, había pasado por muchas situaciones de mierda en su corta vida, pero nada tan... tan impactante como esto, pero aun en su estado entumecido, se encargó de ayudar a sus hermanitos menores a regularse como lo hacía Elise en esas raras ocasiones en las cuales ellos mostraban algo de debilidad y los tres, a solas, lloraban espesas lágrimas calientes y húmedas.

Pero Kimimaro no era Elise, no tenía ese mismo efecto calmante y su propio shock no le permitía acceder y conectarse con los sentimientos de sus hermanitos para ayudarlos a regularse.

So Mine [Yandere! Uchiha Shisui]Where stories live. Discover now