6. Señales del fin del mundo.

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Recordar los eventos desagradables de su vida pasada, hizo que la nariz de Qin Chi se sintiera agría.

Suspiró y tomó la mano de Zhang Zhi.

Juntos recorrieron el supermercado y eligieron entre la variedad de comida enlatada.

—Mira, esta carne en lata se ve deliciosa. ¿La llevamos?

Zhang Zhi asintió y Qin Chi puso la caja en el carrito.

—¿Qué tal este? —Zhang Zhi agarró un pescado amarillo.

—Cualquier cosa que te guste está bien.

Qin Chi recordó que a Zhang Zhi, también le gustaba el pescado, así que agarró una lata de pescado con frijoles negros.

Antes, Qin Chi nunca había ido de compras al supermercado, pero ahora que estaba allí, se dio cuenta de que había muchas latas de comida. Había albóndigas de diferentes sabores, jamón con pescado, atún, arenque rojo y cerdo al vapor. Era abrumador. Estuvieron frente al estante por un rato y llenaron la mitad del carrito con latas.

Zhang Zhi pensó que Qin Chi quería encontrar comida fácil de preparar, así que preguntó:

—¿Quieres verduras deshidratadas?

—Vamos a ver. —Qin Chi no lo había probado y no sabía si serían útiles.

Zhang Zhi encontró el estante correspondiente y le dio a Qin Chi un paquete de flores amarillas secas.

—Remojadas en agua, se pueden estofar o saltear con carne —explicó.

Qin Chi sostuvo el paquete y notó que las verduras deshidratadas eran muy ligeras y no ocupaban mucho espacio. Después de remojarlas en agua, tendrían mucha cantidad y aún conservarían su valor nutricional. Eran muy convenientes.

Qin Chi era un amante de la carne y no necesitaba muchas verduras, pero sabía que era importante comer alimentos saludables.

Él y Zhang Zhi también eligieron algunos hongos shiitake, hojas de quinua secas y hongos negros secos. Había muchas opciones, pero solo pudieron elegir algunas porque no tenían suficiente espacio en el carrito.

Todo eso, sabía que tendría que cocinarlo en fuego. Pero no le importó. Lo importante era encontrar un lugar seguro donde vivir. Si tenían eso, siempre habría la oportunidad de cocinar.

Qin Chi llevó a Zhang Zhi de regreso a casa con dos bolsas llenas de comida. Después de cenar, se ocupó de algunos asuntos. Recibió una llamada de la empresa responsable de modificar su todoterreno, y del amigo que había encargado comprarle los medicamentos. Por suerte, Zhang Zhi tomó su medicina y se durmió temprano, de lo contrario, Qin Chi habría tenido que inventarle una excusa.

Qin Chi se sentía incómodo engañando a Zhang Zhi, pero no tenía el coraje de revelarle la verdad sobre su renacimiento.

En medio de la noche, el teléfono de Qin Chi sonó de repente. Estaba en la tranquila biblioteca y el tono de notificación personalizado de Lao Yuan sonó especialmente fuerte.

Qin Chi sostuvo su teléfono por un momento antes de responder.

—¿Lao Yuan?

—¡Ja, ja, ja! ¡Por fin te dignas a llamarme, mocoso! —La voz ruda y arrogante de Lao Yuan, mezclada con el sonido del viento, se escuchó a través del teléfono y resonó en toda la biblioteca—. Estuve en las montañas nevadas y no había señal. Tan pronto como encendí mi teléfono, te llamé. ¿No es eso considerado?

Qin Chi cerró los ojos y no pudo hablar por un momento.

Para Lao Yuan, solo habían pasado unos meses desde la última vez que hablaron, pero para Qin Chi, después de pasar por muchas cosas terribles, poder hablar con Lao Yuan de nuevo era un alivio.

Pequeño lobo arrepentido.Where stories live. Discover now