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Se quedó un rato recargada en la puerta, escudriñando de un lado a otro el pasillo, pensando hacia donde dirigirse para encontrar a Eros y al no decidir a donde ir, optó por encaminarse por donde había llegado.
Clark tenía razón, tenía que arreglar las cosas con Demian. Y no quería perder más tiempo, ya que él se iría dentro de pocos días y le sería muy duro continuar sin hacer las paces incluso después de que se hubiese ido.
En el trayecto hacia la salida, echó un vistazo a algunas habitaciones que estaban abiertas, donde se alcanzaba a ver las siluetas de las personas hospitalizadas ahí, sufriendo o simplemente descansando.
Le entró pánico y apresuró el paso.
Se abrazó a si misma y con la cara inclinada hacia abajo, se escabulló en todo el resto del pasillo, en dirección a la calle.
Le enfermaba bastante el olor a enfermo de los hospitales y más aún que se hallaba sola en ese instante sin saber a donde ir.
-¡Aquí estás!

Saltó del susto tras escuchar el grito de Eros a varios pasos de distancia detrás de ella. Giró sobre sus talones para mirarlo.
-¿A dónde vas?-le preguntó, frunciendo el ceño y acercándose a ella a pasos largos.
-A casa.
-No traje mi coche, si me esperas unos minutos, nos iremos juntos en un taxi.
-No, gracias. Necesito hablar urgentemente con Demian.
-De todos modos no dejaré que te vayas sola. Te puedes perder-añadió con suspicacia-dame un momento y nos vamos.
-¿Es tan necesario...?
-Sí. Espérame.

Eros se dio la vuelta y la dejó con la palabra en la boca en medio del pasillo como si fuera una tonta. Y como no tenía otra alternativa, se dispuso a esperarlo en la sala de espera donde habían sillas donde sentarse.
Mientras aguardaba, su mente fue divagando a través de recuerdos y momentos extraordinarios con Demian, haciendo lo posible para reunir valor de hablar con él y solucionar las cosas.
Por más descabellado que pareciera, Clark la había ayudado a pensar con más prudencia con respecto al conflicto y estaba muy agradecida con él.
Buscó su teléfono en el abrigo y verificó los mensajes.
Tenía de su madre y tía, quiénes estaban preocupadas por ella, pero ninguno de Demian.
Estremecida, pensó en mandarle un mensaje y retuvo el impulso de hacerlo; puesto que, si quería arreglarlo, tenía que estar frente a frente con él y no detrás de una pantalla.

-Vamos.

Se levantó cuando Eros la alcanzó en la sala de espera.
Juntos salieron a la calle y detuvieron un taxi.
No obstante, ninguno de los dos habló. Mantuvieron la boca cerrada hasta llegar al departamento, donde encontraron a la familia de Skyler muy preocupada y esperándolos en el porche con desasosiego, pero entre ellos no estaba Demian y eso la perturbó.
-Necesita arreglar un asunto-dijo Eros, haciendo mucho énfasis en la última palabra, evitando así los interrogatorios por parte de los parientes de ella.
Se limitaron a abrirle espacio para entrar al departamento y a observarla al caminar sin decir nada.

Con pasos inseguros, se deslizó hacia la habitación de Demian, la cual estaba cerrada y llamó con temor a la puerta.
No hubo respuesta de por medio.
Volvió a llamar y escuchó un leve gruñido en el interior.
-¿Quién?

Una sensación de estremecimiento la inundó y dudó en contestarle.
-Soy... soy yo, Skyler.

Segundos después de hablar, un silencio extenuante envolvió la atmósfera y se sintió intimidada.
Y tras un minuto de agonía, la puerta se abrió y la mano de él salió a agarrarla del brazo y a tirar de ella hacia el interior del dormitorio.
Una vez dentro de la recámara, que estaba en penumbras, y ni si quiera un poco de claridad podía colarse de las cortinas corridas de la ventana, Skyler vislumbró a su novio sentado en la cama con la vista fija en ella.
-¿Puedo encender la luz?
-No.

La voz de él salió ronca y ruda.
-De acuerdo-dijo Skyler y se acercó a donde él estaba con las manos cerradas en puño a sus costados-vamos a hablar en la oscuridad para que sea menos vergonzoso.
-Ah, vergonzoso le llamas el hecho de querer ocultarme de las miradas cotillas de tu familia, en especial la de tu madre, quién parece querer matarme por lo de la revista-masculló con irritación-FABULOSO-espetó con sarcasmo-yo no quería dar una explicación sin antes dartela a ti, pero al verte con Ravel hace un rato en ese maldito parque, pensé que lo mejor era encerrarme todo el día y no ver a nadie, ni si quiera a ti, y sin embargo, aquí estás, torturandome.
-¿Torturandote? ¿Ya te diste cuenta quién fue el primero que cometió el error?-musitó, encolerizada e incapaz de contener la calma.
Se quedó justamente de pie frente a él, sin la menor intención de tranquilizarse.
-Tú fuiste quién me convenció de ser un maldito modelo, sabiendo lo que implicaba. Así que no me reclames-le gritó Demian, mandando al carajo cualquier intento de hablar con normalidad y se puso en pie para confrontarla mejor-y esas malditas fotografías las sacaron mientras hablaba con ella. Ni si quiera nos preparamos del todo, nos dieron indicaciones y eso es todo. No pensé que Jack sería tan imbécil de elegir esa sesión.
-¿Y pensabas decírmelo alguna vez?
-¿Qué cosa?
-De esa sesión-siseó.
-Claro que no-repuso.
-¿Y por qué no?-replicó ella con amargura.
-¡Porque no era importante! Además, esa chica no es mi amiga y apuesto que tampoco tuya. Era algo dentro de mi trabajo de ahora, ¿entiendes?-dio un paso a ella y la agarró con fuerza de los hombros.
-Me lastimas-se quejó y lo empujó, pero él no la soltó.

Mi Supermodelo Personal (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora