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A final de cuentas; llegó la noche. Y mi familia había adoptado la tradición de coronar al cumpleañero una noche antes con una corona de flores en la cabeza y hacer un mini convivio.
Y así fue.
La abuela y mamá se encargaron de hacerme una corona de rosas rojas muy bellas mientras Dem y Eros me entretuvieron en la televisión.
Jack y el abuelo salieron discretamente a comprar bebidas y pizza para celebrar.

-¡Todavía no es mi cumpleaños!-dije entre risas luego de haber recibido una oleada de abrazos.
-La tradición que adoptamos-mamá me hizo el favor de recordarmelo.

Comimos y bebimos hasta reventar.
Incluso llegué a pensar que llegaría hasta mi habitación rodando en vez de caminando.

-¿Puedo invitar de una vez a Wes y a Mauro para mi fiesta de mañana?-pregunté,  a nadie en particular. De hecho estaba esperando la respuesta vaga para deslizar el dedo en la opción "enviar" a los dos mensajes dirigidos a ellos.
-Claro. Invitalos de una vez-contestó Jack del otro lado del sofá. Demian asintió y me besó la frente con ternura.
-¿Podrían darme la dirección?
-Te voy a enviar la ubicación y se los reenvias, ¿vale? Nunca me he podido ubicar por calles-repuso él, avergonzado.

Asentí y envié los mensajes.

Una hora más tarde, de que la pizza se asentó en mi estómago, decidí que ya era hora de dormir. Eran pasadas las once de la noche y tenía que tener fuerzas suficientes para afrontar mi cumpleaños número veintiuno.

Demian y yo nos despedimos de todos, quiénes miraban alegremente la televisión. Mamá nos envió una mirada discreta mientras se acurrucaba en los brazos de Eros en el sofá.
A decir verdad, Eros había limpiado la habitación extra que estaba en el ático para que mis abuelos pudieran instalarse mejor en donde mi tía y Jack tenían planeado pasar la noche, es decir, en la habitación de huéspedes.
Jack subió tranquilamente las cosas al ático y mi tía siguió viendo la televisión a petición de él.

Y una vez estando dentro de mi habitación, Demian cerró la puerta y la aseguró.
Para ese entonces yo ya me había quitado parte de la ropa y lo vi sonreír de oreja a oreja.

-Por fin... completamente solos-le oí decir con voz ronca. Estaba muy excitado, como yo. Podía sentir claramente como trataba de controlar su respiración al verme frente a él en ropa interior.
-Sí, completamente solos-repetí y entonces sentí un calor punzante en mi interior y entre los muslos. Mi cuerpo estaba deseando ser amado por él.

Acto seguido, Demian se abalanzó sobre mí, tumbandome en la cama. Él arriba y yo; abajo.
Comenzó a besarme el cuello, yendo poco a poco abajo, buscando la manera de hacerme sentir mejor de lo que ya me sentía.

Tomó posesión de mis labios en un instante y ahogó un gemido de excitación cuando le mordí el labio inferior con picardía y deseo.
Su breve barba acarició mis mejillas y pecho mientras besaba mi piel con ansiedad.
-Ya es...-jadee y revisé la hora en el móvil-veinticinco de julio...
-Ya eres legal en San Francisco y en todo el mundo-susurró en mi oreja.
-Sí, supongo que si-gemí, en el momento que me regaló una mordida en el cuello.
-¿No quieres saber qué te daré de regalo?-preguntó sin dejar de besarme.
-Estar conmigo es lo mejor que has podido darme, Dem, lo digo en serio-lo besé en los labios y conduje una de sus manos al tirante de mi sostén.
-En verdad, quisiera entregarte en este instante tu regalo de cumpleaños-insistió y dejamos de besarnos para mirarnos fijamente a los ojos.
¿Qué rayos le ocurría a Demian? ¿Acaso su obsequio era más importante que nuestro momento íntimo?

Me rasqué una ceja al verlo deslizarse fuera de la cama con mucha emoción.
Abracé las sábanas y fruncí el ceño.

-¡Aguarda un segundo!-pidió y desapareció en la puerta del baño.

Mi Supermodelo Personal (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora