Giyu Tomioka

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—Por favor llevame contigo...

Giyu se detuvo al escuchar tus palabras, lo estabas tomando del haori mientras llorabas. Él al parar volvió a acercarse a ti para poder escucharte, el tono en el que hablaste fue muy bajo. Se agachó a tu altura, sus fuertes ojos zafiro miraron a los tuyos sin un signo de rudeza, parecía compadecerse de ti, lo soltaste empezando a sollozar más fuerte, no sabía que decir así que esperaba a que tu volvieras a hablar para así, él poder responder.

—No quiero vivir así —negaste mientras te limpiabas las lágrimas. —Ya no tengo con quien quedarme, ¿usted arriesga su vida matando a esas cosas?

Tú pregunta lo hizo pensar.

—Sí.

—Quiero ser como usted —tus palabras lo sorprendieron —quiero matarlos también, asegurar que ningún otra familia se quede sola... ¿Podría llevarme con usted?

Aunque tus palabras fueron simples, un discurso normalmente típico cuando suceden este tipo de cosas, Tomioka vio la motivación en tus ojos, el intenso brillo que apareció cuando lo decías, no podía negarse y tampoco iba a ser tan desalmado como para dejarte a tu suerte incluso después de que le pidieras ir con él. Aunque en su cara aún había una expresión seria parecía que quería sonreír, te dijo la mano para después limpiar las demás lágrimas que salían de tus ojos.
Obvio, por tal acción, tú siendo aún una niña fue el primer acercamiento que tuviste con el amor.

• • •

Un rubio llorón, Kanao, Tanjiro, Genya eran los últimos que había terminado la selección. Cuando todo terminó caminaste de vuelta a casa, con Tomioka en ella.

Desde hace tiempo querías hablar con el chico al cual tu maestro recomendó a Urokodaki, te causaba intriga él y su hermana demonio. Por supuesto por tu amor y respeto al pilar del agua te quedaste callada, obedeciste su petición. El camino era largo sabiendo tus heridas, te esforzaste lo mejor que pudiste e incluso salvaste a todas las personas posibles pero al parecer no sirvió de nada. Sólo querías regresar, tomar un gran descanso y recibir un cumplido por parte de Giyu.

Afuera en la finca no había nadie pero a comparación de aquella montaña; la brisa ahí era de tranquilidad e incluso estaba fresca.

Al entrar casi caes porque te mareaste perdiendo el equilibrio pero unos fuertes brazos te sujetaron de la cintura, abrazándote. De inmediato reconociste quien era, una sonrisa se formó en tu cara mientras aún abrazada a Giyu empezabas a llorar, aferrándote fuerte a él. Un par de palmaditas en tu espalda y unas caricias en la cabeza fue lo suficiente para que te sintieras feliz.

—Bien hecho _______.

Como esta vez fue Tomioka quien te entrenó, el simple hecho de no mandarte con Urokodaki hizo que su relación se volviera más estrecha, así fue como Giyu aprendió a tratar un poco más a las personas, gracias a tu ayuda.
Cuando se separaron, sacaste su espada de tu cinturón para devolvérsela.

—Muchas gracias por todo, maestro —le dijiste esperando a que él tomara su pertenencia.

—¿Cuántas veces te he dicho que no me digas así? —respondió agarrando la espada. —Me alegra que hayas vuelto, si no lo hubieses hecho Tanjiro habría sido mi sucedor.

—¡Eso es cruel! —le dijiste exaltada.

Te tranquilizaste al sentir un dolor en el brazo, el azabache te llevó a una silla para que te sentaras.

ᴋɪᴍᴇᴛꜱᴜ ɴᴏ ʏᴀɪʙᴀ ᔕⓞⓝⒺ ⓢⓗⓞⓣⓢᔕ TERMINADO.Where stories live. Discover now