ᴋɪᴍᴇᴛꜱᴜ ɴᴏ ʏᴀɪʙᴀ ᔕⓞⓝⒺ ⓢⓗⓞⓣⓢᔕ TERMINADO.

Giyu Tomioka e Iguro Obanai

Continuación de la parte anterior.

Dormir junto es muy... Lindo.
Dormir juntos. Jamás hubieras imaginado dormir junto a alguien, mucho menos si es la persona que te gusta. Abrir los ojos en las mañanas y encontrarte con el rostro tranquilo de Obanai al durmiendo es todo un sueño.
Q

uizás no duerman juntos siempre pero cuando lo hacen suele ser muy dulce, como dijo; lo hacen funcionar y aunque puede que Iguro aún no olvide por completo a Kanroji, realmente se esfuerza contigo.

Te ibas a levantar para cambiarte y empezar el día sin embargo apenas estabas parándote, la mano de el de ojos bicolor tomó tu muñeca deteniendote. Sonreíste, volviste a acostarte a su lado mientras lo abrazabas.

—Buenos días —saludaste.

—Hola _______ —también sonrió.

—Iguro —lo llamaste, puso toda su atención sobre ti. —Te amo.

—Yo también.

Dejó un beso en tu mejilla para después soltarte y que pudieras pararte. Lo hiciste, imitó tu acción mientras Kaburamaru entraba por la puerta e iba hacia él. Antes de que Obanai saliera para ir a su habitación a cambiarse le diste un beso, el correspondió y después salió.

Una vez afuera suspiraste, te encontrabas tan enamorada... Que de verdad parece un sueño estar con él pero, ¿qué es un sueño?, ¿una realidad o una ficción? Debido a que tan unidos se volvieron estabas más feliz e incluso sonreías más,  ya no eras tan seria con tu mentor, seguías usando el haori que te regaló claro pero algunas veces te ponías el que tú te habías comprado. Y hoy es día de usar el de él, o sea el que te regaló. Cuando te cambiaste fuiste de inmediato a buscar a Iguro, cuando llegaste a su habitación lo encontraste leyendo una carta, estaba de espaldas pero algo volteado por lo cual sólo podías ver la carta en sus manos, la expresión de su rostro era imposible de observar.

—¿Iguro? —lo llamaste para que volteara pero no te hizo caso. —Iguro, vamos a desayunar.

Volviste a llamarlo pero seguía muy concentrado en la carta.

—¡Obanai!

No fue hasta que le gritaste que volteó muy sorprendido. Dejó la carta en el piso y se levantó para ir donde tú.

—Vamos, vamos —te dijo mientras daba leves empujoncitos en tu espalda.

—¿Qué leías que estabas tan concentrado? —preguntaste con una risa.

—Una carta...

—Eso lo sé pero ¿de quién era? Oh... De Kagaya, ¿verdad?

—Claro.

Seguiste caminando normal, a pesar de que se habían vuelto aún más unidos su personalidad no había cambiado tanto. Lo tomaste de la mano sorprendiéndolo, volteó a verte y es fácil de asegurar que debajo de sus vendas había un sonrojo. Esperó atento tus palabras.