Capítulo 1: Lady Bird

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  Antes, mucho antes

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  Antes,
mucho antes.

Leiah

—Ningún hombre te comprará si no le muestras las tetas.

Aquel derroche de sabiduría manó de la Preparadora mientras señalaba el boceto de un vestido con escote de vértigo recién dibujado en la pizarra de la clase.

—Si quieres que un hombre se interese en pagar por ti, debes mostrarle parte de lo que estará poseyendo —continuó mientras todas las jovencitas de Lady tomaban nota en sus diarios de aprendizaje—. Pero no todo, ni demasiado. Si no queda nada a la imaginación creerá que ha visto suficiente, acabarás con el misterio y por lo tanto con su deseo.

La Preparadora desfiló, en medio de una pausa dramática, de un extremo del salón al otro. Su intensión era dar a sus palabras el tiempo y la libertad necesaria para calar en el fondo de cada una de las niñas que tarde o temprano tendrían que enfrentarse al Mercado.

—Si quieren ser compradas —prosiguió, esta vez deslizando sus dedos con parsimonia por las ondas naturales del cabello de una de sus aprendices—, asegúrense de que sus mirada digan cómprame. Y no cualquier cómprame, no. Debe ser una invitación sensual y pecaminosa, pero sin rayar en lo bulgar, haya que dejar esos matices para la cama (o la mesa). —Las niñas empezaron a reír desde distintos rincones del salón—. Todo esto va a depender de qué tipo de hombre les toque. No pueden ser vulgar con un letrado con el síndrome del caballero de fábula.

Lyn le propinó un leve codazo a su hermana del asiento contiguo, quien captó el mensaje de inmediato. Fue justo ese error, el que describía la Preparadora, el que cometió Cephy. El día de su compra se comportó como una ramera con un humilde maestro al que le gustaba besar manos y regalar flores.

—Avanzando por el tema de la mirada clave para el contacto visual con sus posibles compradores... Como les decía, sus ojos deben decir cómprame o no me compres, en caso de que les toque un hombre de estos a los que les encanta ser desafiado, solo para poder poner a prueba su orgullo. En ese caso, se sentirá desafiado y definitivamente querrá comprarlas. De nuevo he de repetir: aprendan a identificar el tipo de comprador, mis instrucciones no aplican para todos.

»Para concluir, lo más importante es que no lo dejen indiferente, porque entonces pasará a la siguiente jovencita y se olvidará de ustedes como se olvida una cortina insípida al lado de una ventana abierta que refleja una puesta de sol. Y así sucederá con el siguiente, y el siguiente, y el próximo... Y se quedarán sin ser compradas.

—Como usted.

La clase estalló en carcajadas por el comentario de Lyn. Solo una de ellas no reía, y no porque el chiste no le pareciera divertido, sino porque ni siquiera lo había escuchado.

Leiah estaba inmersa en el boceto que cobraba vida en el papel apergaminado de su libreta. El grafito afilado garabateaba los últimos trazos de la falda, abierta por delante y de larga cola ondulada detrás, partes del diseño que Leiah había tenido toda la semana en su cabeza hasta que al fin había cedido a darle vida.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora