Capítulo 41: La verdad del dragón

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Cuando Leiah bajó en la zona de Ara de la mansión Sagitar y el carruaje se perdió, dejando todo su equipaje a sus pies, Leiah se giró para despedirse de Ares, al que sin duda había visto bajar detrás, pero este ya había desaparecido con la facilidad que el humo se escabulle por una ventana. No había ni un indicio del asesino a su alrededor.

«Asesino», pensó Leiah con una sonrisa mental, pensando que a Ares le gustaría saber cómo pensaba de él entonces.

«Igual te seguiré llamando ladronzuelo».

Leiah no se creía capaz de llevar sola ambos baúles que tenía con toda la ropa y accesorios que Ares le había recuperado de la mansión de manera fraudulenta. Así que esperó al primer hombre que pasaba, alguien cuya ropa sucia y remendada señalaba su bajo estatus social, y le detuvo con un silbido.

—¿Sí, señorita? —preguntó el hombre.

Leiah estaba tan absolutamente feliz de su inminente reencuentro con Draco que ni siquiera le pasó por la mente el disgusto de no haber sido reconocida como madame.

—Necesito acercarme al portón de la mansión Sagitar. Para eso debo cargar estas cosas por todo ese sendero y... —Se señaló a sí misma, que no parecía más resistente que un mondadientes—. ¿Cree que podría ayudarme? Le pagaré, claro.

El chico abrió la boca, pero el gesto que hizo Leiah a continuación lo dejó descolocado sin palabras.

Con una sonrisa amable, ella se quitó uno de los pendientes y lo tendió al joven frente a ella.

—Como garantía —dijo, pues los pendientes tenían mucho valor—. Me lo puede devolver apenas lleguemos a la mansión y le daré la mitad de su valor en coronas. Puede huir con el y venderlos, claro, pero le tomarán por un ratero y le darán una miseria por él, así que igual es su decisión.

—Pero... —El hombre veía el pendiente en su mano como si fuese un pedazo del sol—. ¿Solo por ayudarla a alzar esos baúles?

Leiah sonrió todavía más amplio y, quitándole importancia a su generosidad, le dijo:

—Es un tramo largo, ¿no?

Así, ambos llegaron frente a la mansión y Leiah se dirigió a los guardias que la resguardaban.

—¿Qué se le ofrece? —preguntó uno de ellos antes de que Leiah pudiera decir nada.

—Linda tarde, caballeros. Estoy de vuelta. Sé que deben avisarle a Draco pero preferiría entrar sin que lo supiera, para sorprenderlo. ¿Creen que podrían hacerme ese favor?

El guardia que la atendió le dijo, de manera cortante y despectiva:

—¿Y usted quién se supone que es? ¿Una actriz con la que tiene alguna entrevista?

—¿Qué? —Leiah suspiró, pero no perdía el buen ánimo. Era una mala suerte que justo la atendieran guardias que no la reconocían—. No, no, yo no vengo para ninguna entrevista, yo ya trabajo con él y...

—El señor Sagitar no está atendiendo a nadie del trabajo esta semana.

Leiah, todavía amable y paciente, le explicó:

—No me ha entendido, no vine por trabajo. Soy su prometida.

—¿Mi prometida?

Leiah se puso la mano sobre los labios para disimular las ganas de reír que tenía. Inspiró fuerte y prosiguió.

—No, sir. Soy la prometida de Draco.

Ambos guardias en el portón intercambiaron miradas misteriosas.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Where stories live. Discover now