54: Acepto

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Lyra

Lyra estuvo ausente durante la mayor parte del baile.

Su cuerpo asistió, desde luego, mas su mente estuvo recluida todo el tiempo a un espacio de esta donde el frío era acogedor y el silencio agradable.

Sonreía, bailaba y asentía cuando debía hacerlo, pero no era algo consciente. Era un instinto.

Por suerte, nadie parecía advertir nada extraño. Las personas que le presentaban no hacían comentarios al respecto, tampoco Ausrel, quien no se despegó de ella casi en ningún momento.

Lo único que recordó Lyra a ciencia cierta fue cuando lord Ausrel, intentando tranquilizarla, le dijo que todos los presentes desconocían su identidad antes asistir al baile así que era poco probable que fuese emboscada por los hombres de la capital.

En el reino la daban por muerta y nadie sospechaba de los Sagitar, y sin embargo, la presentaban como lady Cygnus sin ningún tapujo, así que si antes no sabían de su paradero, luego de ese baile el reino entero se enteraría y sin la intervención de Levith.

«Algo muy extraño está pasando aquí, y no me gusta para nada estar en medio», pensó Lyra.

Y tal cual temía, un cambio drástico en la manera de mirar de lord Ausrel, en la presión en su brazo cuando la condujo a la pista para ese último baile, hizo salir a Lyra de su estupor.

Lyra no preguntó nada, pero lo miró, lo miró en serio por primera vez en toda la noche.

«Algo va a pasar...».

—Mi lady —susurró Ausrel en un tono distinto al que había empleado en toda la celebración.

Muchas parejas bailaban a su alrededor, pero evidentemente ellos eran el espectáculo. El heredero de Hydra y la princesa cisne, dada por muerta y antaño prometida al rey, bailando juntos durante toda una noche como dos tórtolos a mitad de un recatado cortejo.

—Tengo que hablar con usted —insistió lord Ausrel.

—Hace rato venimos hablando, ¿no? —dijo Lyra con una sonrisa, fingiendo tranquilidad—. ¿Le pasa algo, mi lord?

—Te he estudiado, Lyra. Tú observas, analizas, callas y asientes. Así te ha ido bien, y no puedes cambiar eso. No ahora. Solo calla, asiente y analiza luego.

Lyra le sonrió con dulce inocencia, casi divertida.

—¿Por qué tanto protocolo para un simple baile, mi lord? ¿Qué es lo que sucede que lo tiene tan inquieto?

Ausrel suspiró, frustrado. Estaba temblando, impaciente y nervioso. No tenía tiempo para hacer entender a Lyra.

—Voy a hacer algo —dijo, ese temblor nervioso alcanzando su voz—. Algo que no será del todo agradable dada la premura, algo que tal vez preferirías considerar. Pero no puedes, ¿de acuerdo? Debes decir que sí, sin importar lo que sientas, o pienses. «Sí» es tu única alternativa.

Lyra frunció el ceño, perdiendo gradualmente su sonrisa.

—Mi lord, me está asustando.

—Debes temer, y lo lamento, pero es la única manera en la que entenderás lo serio que es esto. No puedes decir tal vez. No puedes decir luego. Debes decir que sí. Por el bien de todos.

Lyra entendió que lo que realmente intentó decir Ausrel, aunque era demasiado amable para llegar a ello, no era «por el bien de todos» sino un implícito «por tu propio bien».

Lyra tenía el impulso latente de entornar los ojos, agriar su mirada y borrar cualquier atisbo de agrado en su rostro. Quería protestar, aunque fuese con un gesto. Quería hacer todo lo que contrario a lo que le estaban sugiriendo, y ordenando. Pero, en especial, quería seguir con vida.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora