Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]

69: Cisne y escorpión [+18]

Capítulo dedicado a esta personita de la imagen<3

Lyra

Antares nunca había permitido que nadie le afeitara el rostro, a excepción de sus vendidas. Hacía falta confiar demasiado para rendirse en tranquilidad con el cuello extendido mientras otra persona acerca una hojilla filosa a tu quijada.

Pero no podía quejarse de estar recostado del respaldo de un sillón con las rodillas de su pequeño cisne clavadas a cada lado de su cuerpo. Ella intentaba concentrarse en lo que hacía mientras Antares, torturado por esa posición, inmiscuía las manos en su falda y las deslizaba hacia arriba por sus muslos. No podía entender cómo ella estaba tan plácida en su labor, mientras él sentía todo su sangre reunida en un mismo e inoportuno sitio.

Una de las manos del cisne estaba aferrada a la quijada del príncipe para evitar los movimientos bruscos mientras la otra deslizaba la hoja por sus mejillas en un tacto delicado y paciente que arrastraba toda la espuma sin dejar ningún corte en la hermosa piel del escorpión.

Humedeció parte de un pañuelo y prosiguió a dejar toques con este por el rostro de Antares para limpiar los residuos. Al pasar los dedos por el resultado, palpó una piel lisa y sensible.

Pero Antares era como una mascota inquieta. Mientras ella estaba concentrada en no degollarlo, él tuvo la indecencia de subir las manos hasta su trasero. Acarició toda la piel expuesta más allá de la ropa interior, apretó como si quisiera tentar a su cisne de proferir alguna queja, y al no conseguir resistencia, acabó reclamándola con firmeza, deslizando las manos hasta el interior de sus rodillas y tirando para dejar sentada a Lyra sobre su entrepierna.

Ella cayó con una exhalación agitada, su cabello yéndose hacia adelante y cubriéndolos a ambos. Estaban tan próximos que no solo podían besarse, sino que claramente se morían por hacerlo.

—Estás... —Ella no terminó la frase, intentó tragarla, pero sintió que requeriría agua para ello.

Él alzó las cejas, como instándola a continuar.

—Estoy... —insistió él, deslizando la mano desde la zona lumbar de Lyra al interior de su ropa interior. Con ese nuevo anclaje, la presionó más contra su entrepierna, que no le quedara ni la más mínima duda de lo que deseaba hacerle.

—Listo. Terminó de afeitarte —culminó ella con nerviosismo.

Él suspiró ante ese enternecedor intento de huida, su cara sintiéndose fría luego de haber perdido todo ese vello.

—Apuesto lo que me pidas a que tú también estás lista, mi cisne.

Lyra mordió su boca, aunque en realidad quería morder la de él.

Antares llevó una mano al cuello de Lyra, ascendiendo tras su oreja, enterrándose en su cabello. La atrajo, que ni las paredes escucharan todo lo que quería decirle, y tras besar cerca de sus pendientes, susurró: