65: Temible asesino de sonrisas

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Tras su primer contacto con fracturas y agua salada, quien una vez había sido la vendida sin dueño hizo parada más al interior de Antlia para comer y descansar un par de horas. A ella y al cazador les esperaba un largo viaje de regreso al refugio, y ninguno pretendía desmayarse a mitad de vuelo y morir por la caída.

Por primera vez Leiah probó la ensalada de camarones y carne de cangrejo además de un cóctel de mariscos pues en Ara había probado otros platillos marítimos a un precio exorbitante y menor calidad. Archivaría aquellos sabores en su lista de cosas que no sabía que debió probar antes de morir.

Luego de la rápida siesta ambos emprendieron el vuelo de regreso, pero seguían tan cansados que Leiah consumió todo el cosmo de Sah en busca de crear una resistencia infranqueable para resistir el trayecto y el agotamiento mental que dejaba el aleteo en contra del viento. Pero aquel abuso del poder del águila la iluminaba completa con el aura blanquecina de una estrella.

—¡Brillas como una luciérnaga! —exhortó la inflexible voz de Orión al pasar por su lado como un fastidioso mosquito.

—¡¿Y a quién sirios le importa?! ¡El sol brilla más que yo!

—La idea es que practiques tu resistencia con menos estímulos que te ayuden a hacer trampa —discutió él acoplándose al aleteo justo que lo mantenía a la misma distancia en que Leiah estaba—. Si estuvieras en una situación de riesgo necesitarías el resto del cosmo para otras cosas. Como levantar una espada, o agudizar tus sentidos. O proteger una herida de tornarse mortal. No es bueno que te acostumbres a la totalidad del poder cuando vuelas.

—¡Orión! —rugió Leiah para espabilarlo—. Acabas de partirme la maldita muñeca, no hemos dormido sino dos horas en casi treinta y me duelen partes del cuerpo que es mejor no mencionar. Creo que me merezco un maldito respiro.

Orión rio en el aire, el celaje de las nubes arrastrando consigo aquel sonido hasta el oeste. Leiah le empujó el hombro también riendo, pero había olvidado que tenía una fuerza añadida por el cosmo, así que lo que parecía un gesto amistoso acabó desorientando al cazador, mandándolo a dar vueltas descoordinadas en dirección del viento.

Mientras ella se burlaba de cómo él buscaba recuperar el control de sus alas, algo tiró de su estómago, una sensación que desdibujó su sonrisa como el agua lava la acuarela.

Un sonido, uno que a pesar de los sentidos del cazador él no parecía percibir. Era difícil distinguirlo entre el aullido del cielo, además parecía lejano, pero veloz. Lo que sea que fuera, rompía la barrera del viento y se intensificaba en dirección a Orión.

Desde la perspectiva de él, solo había parpadeado en mitad de su lucha con sus alas, pero de pronto tenía a Leiah surcando el cielo detrás de él. Ni siquiera con la velocidad máxima a la que habían volado hasta entonces podía justificar la distancia que ella recorrió hasta alcanzar la flecha a su espalda, girar y devolverla en un mismo impulso. Tal fue su precisión que el retroceso de la flecha dio justo en el blanco, acribillando a un arquero oculto entre los altos muros de la ciudad.

Orión todavía desorientado, vio cómo Leiah miraba en dirección a los muros con los ojos entornados.

—Sirios —murmuró en explicación—. Los malditos destructores que han paralizado de miedo nuestra población, uniformados con el emblema del escorpión coronado. ¿Cómo mierda tienen sirios por soldados?

Otra nueva bandada de flechas voló hacia ellos, así que Orión tomó a Leiah del brazo y la subió con él tan alto como pudo hasta atravesar el manto de nubes, quedando más cerca que nunca del temible sol donde ninguna flecha podía alcanzar.

—Desde que se sabe de los cosmos la corona mantiene un registro de cada uno de nosotros. —Aunque Orión estaba siendo explicativo, no miraba a Leiah al hablar, sus ojos se movían con desconcierto revelando el trabajo que había dentro de su cabeza por atar cabos—. Aquellos cosmos a los que hayan permitido vivir seguro serán usados como armas, o como mínimo tendrán que declarar un montón de mierda antes de volar de un lado a otro. Tiene sentido que tengan vigías, tuvieron que habernos visto llegar y nos esperaban en emboscada para cuando saliéramos. En lo que a ellos respecta, somos sujetos voladores no identificados.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora