47: La ejecución del cisne

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Muchas gracias por todo el amor que le dieron al capítulo anterior, esperen disfruten igual de este y admiren la ilustración de mi diosa Shaula

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Muchas gracias por todo el amor que le dieron al capítulo anterior, esperen disfruten igual de este y admiren la ilustración de mi diosa Shaula.

Lyra


El pensar que existe algo semejante a «tiempos oscuros» es una tontería. Los tiempos son neutrales en su totalidad, la oscuridad la llevan los humanos encarnada en su interior y son ellos quienes deciden manchar de penumbras los momentos de paz.

Y a pesar de ello, en Áragog había empezado algo muy cercano a «tiempos oscuros», aunque no muchos lo asumieron hasta que la historia se escribió, llamando a ese lapso «La
Persecución».

Los guardas de la fe, aquel grupo de hombres que el nuevo rey instauró para asegurarse de que la devoción a Ara no había sido corrompida, ese afamado y temido grupo liderado por la mano del rey, eran los responsables de la Persecución.

La raíz de todo fue el final del torneo de los asesinos. Con el secreto de los cosmos divulgado, se dio cabida a un pánico que a su vez acarreó el caos que el reino terrenal tanto había temido por siglos. Sargas no permitiría que ninguna nueva mujer se levantara con el poder del águila que casi lo destruyó una vez, así que escogió a sus hombres más devotos, y les dio el poder de juzgar y condenar sin ningún mediador.

Los guardas de la fe barrían Áragog por las noches, escogiendo ciudades al azar por explorar. Cualquier indicio de herejía despertaba sus alertas. Si alguna llamaba su atención, inmediatamente se convertía en sospechosa, lo que daba derecho a los guardas a ponerla a prueba. La llevaban al frío de la noche de Ara, sometiéndola a la tortura de su letalidad hasta probar con el cielo su inocencia o culpabilidad.

El tiempo que pasaban a la intemperie dependía de qué tan fuertes eran las pruebas contra la acusada. Si un guarda estaba totalmente seguro, o muy cerca de estarlo, las dejaba más tiempo expuestas a la noche de Ara, sabiendo que la única posibilidad que tendrían estas mujeres de sobrevivir sería accediendo al poder de las estrellas, lo cual no serviría para nada puesto que cualquier indicio de que alguna de ellas fuese un cosmo implicaba su inmediata ejecución.

Muchas inocentes no sobrevivían a estos juicios y solo hasta el final, cuando con su muerte probaban que no tenían ningún poder cósmico, es que eran creídas sus palabras. Los guardas consolaban a las familias de estas mujeres, explicando que era así la voluntad de Ara. Ellas habían muerto como parte de la causa, un sacrificio que les sería recompensado en el reino cósmico, una muerte más cerca de evitar miles.

A la corona esto no le afectaba lo suficiente para ponerle un alto. Después de todo, eran tiempos difíciles. Tiempos con olor a guerra. Había que tomar medidas drásticas. Un poco de misericordia estaba bien. ¿Un voto de confianza? Aceptable. Pero el margen de error era tan ínfimo, y las consecuencias tan aterradoras, que era preferible evitar, erradicando así cualquier posible cabida a una catástrofe.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Where stories live. Discover now