Capítulo 45: Reencuentro

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Orión y Leiah entrenaban día, tarde y noche, principalmente el vuelo de Leiah y para que aprendiera a utilizar su cosmo, pero lo que Leiah más odiaba era el combate cuerpo a cuerpo. Orión sabía que no podía molerla a golpes en el primer round, así que lo que hizo fue intentar que ella aprendiera a esquivar los golpes, que agudizara sus reflejos, esa sería su estrategia.

Pero por desgracia a veces Leiah pasaba un par de segundos de más fijándose en el sudor del cuerpo de Orión, en la manera en sus músculos se tensaban bajo la camisa.

Normalmente Leiah dejaba a Orión usar su cama, pero cuando sus heridas fueron sanando empezaron a turnarse, un día uno y al siguiente el otro en el mueble. Había un ático, pero lo habitaba Henry cuando no estaba haciendo algún recado para Leiah.

Esa mañana ella estaba tirada en su cama, exhausta y adolorida, cuando Orión apareció y le arrancó la sábana de un tirón.

—A despertarse, holgazana.

Leiah, casi rugiendo, se giró en la cama y le mostró el dedo medio al indeseado.

—Despiértame esta, Sarkah.

Orión agradeció que Leiah no le estuviese viendo la cara, y aún así se tapó la boca para no reírse de la exclamación de la dama.

—Eso no fue muy madame de tu parte —opinó él—, se te están pegando mis malos hábitos.

Con un gruñido, Leiah contestó a través de las sábanas.

—No soy ninguna madame en este momento, soy un despojo humano luego de la paliza que me diste anoche.

—No me interesan tus quejas, Leiah, hoy tenemos algo importante que hacer así que empezaremos nuestra jornada temprano.

—¿Te lo digo en Bahamita? —espetó ella volteando para darle la cara—. Nat's yah, kas.

«Maldita sea, Leiah, no hables esa lengua delante de mí», fue lo que Orión temblaba por decir. Pero no podía, porque ella claramente exigiría un motivo, y él no tenía uno que quisiera confesarle.

Cuando recuperó su raciocinio, ella ya estaba envuelta de nuevo en las sábanas.

—A la mierda, me cansé de ti.

—Ya te habías tardado —murmuró ella contra la almohada.

Pero alzó el rostro rápidamente al sentir el peso al otro lado de la cama.

Tal como sospechaba, Orión se había tirado en la cama junto a ella.

—¿Qué sirios haces?

Él se giró y con toda su fuerza bruta le puso una mano en la cabeza solo para volver a enterrarle el rostro en la almohada.

—¿Es tu mejor intento de asfixia? —inquirió ella divertida, casi en un grito por la voz amortiguada por la tela.

Él presionó más fuerte en un último impulso y acabó soltándola con brusquedad. Luego se giró al otro lado de la cama, dándole la espalda.

—Me rindo, Leiah —dijo él con indiferente tranquilidad—. Duerme hasta el próximo eclipse si así lo prefieres.

—¿Por qué te metiste a la cama?

Él mantuvo su cuerpo en su sitio pero volteó apenas la cabeza, con una ceja enarcada, y le dijo:

—Espero que mi molesta presencia en algún punto te persuada y decidas huir.

—¿Y ese es tu brillante plan para despertarme? —inquirió ella, escéptica.

—Uno en el que estoy bastante confiado, así que... Si me disculpas.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora