Capítulo 13: Dorian Gray

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Leiah

—¿Sigues sin escoger tu próximo proyecto? —preguntó Draco lanzándose a la cama junto a Leiah.

Ella estaba sentada con la espalda pegada al respaldo de la cama, un par de almohadas entre ella y la madera, y otro par debajo de sus rodillas. Estaba arropada, leyendo el guión de una de las obras que le habían ofrecido protagonizar.

Draco recostó su cabeza en el regazo de Leiah, elevando las manos hasta su rostro, interponiéndose entre ella y su lectura, para tentarla con las barras de bellota, pasas y miel de girasoles que este tenía a medio comer, encerradas entre sus dedos.

—¿Me quieres engordar? —preguntó ella riendo con la boca llena luego de pegarle un mordisco a una de las barras.

—Eso depende.

—¿De qué?

—¿Te puedo usar de cena cuando lo logre?

Leiah miró a Draco con los ojos entornados, este acabó por torcer los suyos y replicar:

—Estas cosas ni siquiera engordan.

—No, pero los panqueques con sirope de avellanas y frutas confitadas que me diste después del desayuno estoy segura de que sí.

Draco se encogió de hombros y se levantó para quedar sentado junto a Leiah, no sin antes meterse media barra a la boca de un mordisco.

—Más para mí.

—¿Cómo haces para verte así si comes tanto? —preguntó Leiah cerrando el guión, consciente de que no podría volver a concentrarse con Draco recostado junto a ella.

—¿Y cómo me veo, según madame Leiah? —inquirió este conteniendo una sonrisa de burla.

—Pues...

La actriz lo miró de arriba hacia abajo, con su cabello tan rubio como el reflejo del sol a través de una ventana, usualmente peinado al detalle, pero entonces suelto y menos elaborado al haberse levantado hacía poco, sin reuniones ni eventos formales pautados. Vio sus ojos, del color de las cenizas, rayados como los de un gato persa. Y su sonrisa contenida, que resguardaba en su interior el gesto de un lince, y una perfecta dentadura. También se fijó en su camisa entreabierta, y en que si estiraba su mano y removía solo un poco la tela, podría volver a fijarse en el dorso que varias veces espió de reojo cuando Draco se paseaba en toalla de su cuarto de baño a la habitación.

Y a pesar de su estudio, y de que Leiah podía reconocer que lo que veía era como mínimo agradable y atractivo, pudo mantener la objetividad en su rostro, como juez que analiza un texto con potencial, pero sin el toque del talento ni ningún prodigio. Incluso, pudo decidir qué matiz debía proyectar su voz, y emitirlo sin problemas.

Y así lo hizo, contestando con indiferencia.

—Pulcro.

—¿Eso soy?

—Así te ves.

—¿Y cómo me ves tú?

Hubo un espacio en el tiempo durante el que sus miradas se interceptaron, confrontándose. Ella la habría apartado, pero se rehusaba a reflejar debilidad. Así, prefirió mirarlo con tanta frialdad que fue él, en medio de aquel basto silencio, quien tuvo que cambiar de tema para recuperar la respiración.

—No me contestaste hace rato. ¿Sigue sin interesarte ningún nuevo trabajo?

—Nada, por ahora. Siento que ninguno me dice «voy a ser un éxito, confía en mí». Además, no te veo especialmente entusiasmado en ninguno, y para mí eso tiene una sola traducción: estas ofertas no valen más que mi caritativa evaluación.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Where stories live. Discover now