Capítulo 38: Cicatrices

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Leiah

Leiah había leído Vendida, se aprendió su adaptación a guión de principio a fin, estuvo en la final del torneo, hizo el papel de la asesina de Áragog y la admiraba de una manera abismal al punto de empezar a entrenar por ella, pero incluso así seguía sin conocerla.

No fue hasta sentir el poder de sus huesos, hasta el momento en que lo dejó entrar, que su cosmo la inundó con más de una corriente indeseada.

Leiah no tuvo acceso a nada del presente del alma, pero sí a una oleada de su pasado. Y fue suficiente.

La asesina de Áragog había sido una excelente persona. Había tenido espacio para amar a tantos... Shaula. Lyra. Andrómeda. Ares. Leo... Orión. Y admiración también desbordaba. Hacia el antiguo rey, lo cual dejó a Leiah descolocada, porque en su impresión de espectadora Lesath fue quien la había vencido, pero no tuvo suficiente tiempo con su cosmo para entender esa parte. Y también estaba Delphini.

Que Aquía conociera a Madame Delphini dejó en Leiah una sonrisa indeleble.

Leiah con solo aceptar su cosmo pudo asomarse a todos sus recuerdos, a las sensaciones que tuvo la asesina en cada uno de esos momentos...

No era algo que quisiera para sí. No le parecía justo desnudar así a una persona que no había conocido.

—Le dije a Ares que no te dejara entrar —dijo Orión al ver llegar a Leiah a su habitación en el fuerte.

—Y yo le pedí que me ayudara a hacerlo. Parece que yo le caigo mejor.

—Ladronzuelo traidor.

Orión estaba recostado al respaldo de su cama con un cáliz lleno de licor en una mano. En la otra tenía una hoja recién arrancada de las sagradas escrituras de Ara, la tenía sobre la llama de una vela, dejando que se consumiera.

Leiah manoteó los pies descalzos de él hasta bajarlos de la cama y hacerse espacio para sentarse, erguida como la estrella del teatro que era.

—Espero que no hayas venido a evitar que me hunda en la miseria ni nada parecido.

—Para ser honesta… —dijo Leiah inclinándose para quitarle el cáliz de las manos—. Venía a hundirme contigo.

—Lo lamento, madame, los cupos ya se agotaron.

—Soy la directora, co-productora y actriz estelar de Vendida, Orión, nada está agotado para mí.

Pero apenas le dio el primer sorbo al contenido del cáliz, cambió de opinión. Prefería embriagarse con cianuro, así que se lo devolvió.

—Por la manera en que arrugaste el gesto intuyo que te supo a mierda —comentó Orión recibiendo su cáliz de vuelta.

—Con eso confirmo que te estás envenenando.

—Te ahorro el trabajo.

—Me insultas, a decir verdad. No me gusta que nadie haga mi trabajo.

Orión suspiró, cansado, y con la vista en el hecho le preguntó:

—Nunca voy a ganarte, ¿no es así? Te ofendo existiendo, respirando de la manera incorrecta y hasta cuando pretendo no hacerlo.

—No es personal —dijo Leiah dando un par de golpes conciliadores a la rodilla de Orión, aunque capaz se le pasó un poco la mano con la fuerza, pues hizo que a él se le derramara el licor de los labios mientras bebía—. Los odio a todos. Claro que un poco más a quienes me raptan, aíslan y me mantienen en incógnita por días, como hiciste tú, pero ignoremos ese detalle.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Where stories live. Discover now