Capítulo 22: Ara salve al rey

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Sargas Scorp, una vez príncipe heredero, bastardo maldito por las estrellas, ahora rey regente de Áragog en espera del día de su coronación y el veredicto del caso de su padre.

Ni siquiera las estrellas pudieron impedir su ascenso.

Estaba en el salón del trono custodiado por media docena de guardias, sin la presencia de nadie más. Incluso el trono de su prometida, la futura reina de Áragog, el reino de las constelaciones, estaba desierto y frío. Permanecería así hasta que el nuevo rey decidiera liberar al cisne, lo cual no pretendía hacer hasta el día de su boda.

Sargas Scorp vestía con una capa de abundante pelaje animal junto a un largo abrigo con un estampado dorado de constelaciones sobre un fondo negro. Su cabeza estaba adornada por el oro macizo y las joyas brillantes de la corona de la monarquía, aquella por la que los distintos monarcas de Áragog entregaron más que solo sus vidas con el pasar de los siglos.

Una de sus manos jugueteaba con su cetro, un regalo generoso de su Mano, hecho de plata con un escorpión tallado en rubí como mango.

Los guardias pronto anunciaron la llegada de un mensajero  y abrieron paso para dejarlo avanzar a la presencia del rey.

—Majestad —saludó el hombre, al cual el rey ignoró, concentrándose mucho más en el brillo de sus anillos, encajados sobre el cuero de sus guantes que cubrían la negrura marchita de su piel.

—No tengo tiempo ahora —anunció de forma despectiva, comenzando a levantarse. Tenía una reunión de mayor importancia que requería su atención inmediata.

Pero el mensajero lo persiguió por el pasillo con persistencia, y como no le permitieron acercarse mucho le gritó desde la distancia:

—Me pidió acudir a usted y solo a usted si tenía noticias de Deneb, y por ello...

Sargas Scorp volteó de forma agresiva. Su mirada era una mezcla de  amenazas e improperios hacia el mensajero, a pesar de que su imprudencia había sido un recurso desesperado gracias a la indiferencia del rey.

Sargas se aproximó hacia el mensajero con lentitud, alejando a sus escoltas con un gesto de sus manos enguantadas. Cuando habló, su voz, un susurro helado, parecía provenir de las escasas sombras que rozaban los muros de piedra y no de sus labios. Si la oscuridad tenía voz, debía ser idéntica a esa.

—Dime que estas noticias vienen acompañadas de la cabeza de mi hermano —pidió el rey a su súbdito.

—No lo sé, majestad —confesó el mensajero sin inmutarse ante la presencia hostil de su rey—. El general de su guardia regresó de la brigada que mandó a inspeccionar Deneb luego del ataque, pero el hombre no ha querido decirme ni una palabra, dice que solo hablará con usted. Y por eso he venido aquí, para avisarle que el general Amstrong solicita una audiencia inmediata con usted.

—Dígale que venga, y que sea ya mismo. Tengo otros asuntos que resolver.

    Menos de una hora más tarde el general Amstrong fue llevado a la presencia de Sargas. Un pelirrojo de barba abundante, armado con su espada al cinto, vestido de pieles con la constelación de su casa prendida en el escudo que hacía de unión en su capa.

—Majestad —saludó con la respectiva reverencia.

—General Amstrong. —Sargas se acomodó al borde de su trono sin poder contener su ansiedad—. Dime que tienes buenas noticias para mí.

—Las hay, de cierta forma. Mis hombres tomaron Deneb y se encargaron de que cada lord jurara lealtad a la corona del escorpión de Áragog. Todo el que se resistió fue ejecutado públicamente como sugirió. Así que sí, son buenas noticias. Deneb es nuestro y siempre lo será.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Where stories live. Discover now