Capítulo 2: El poder del fracaso

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Antes, aunque no tan atrás

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Antes,
aunque no tan atrás

Leiah se estudiaba a sí misma en el espejo. Uno de sus ojos era como un muro de oscuridad, relleno del humo turbio que alojaba en su ser, contenido con cadenas invisibles e intangibles. Y, el otro, casi ni tenía color. Insípida y llamativa era aquella carencia, y todavía más insólita era la combinación por completo descombinada de sus dos ojos, como si tuviera uno de plata y el otro hecho de la materia cósmica que constituía la absoluta nada del universo. El manto negro del cielo y su luna en un mismo rostro.

Aquella dualidad la representaba muy bien a ella. Porque si bien Verity le caía bien y quería consolarla mientras la pobre lloraba en el baño al comprender que nadie pagaría más de trescientas Coronas por ella, mayor era su deseo por escalar.

Leiah era rara, una anomalía que muchos habían juzgado con crueldad, no hubo anestesia en las palabras que se usaron para describirla, así que su única oportunidad para ser comprada era venderse mejor que las demás. Y era mucho más fácil convencer a las otras de que no valían la mitad de un anillo que convencerse a sí misma de que valía diez mil.

Así que sonrió al espejo, empleó su mejor expresión de hermana preocupada, y, sosteniendo las manos de Verity, le dijo:

—Lamento mucho no poder mentirte. De ser posible, emplearía mis mejores palabras para hacerte creer que vales más que la cotización estimada en la pizarra, pero, ¿qué habría de ganar al envenenarte con tales ilusiones? —Verity lloró todavía con más fuerza, y Leiah se agachó para tomarle el rostro y mirarla a la cara con su mejor expresión para infundir fuerza—. Tarde o temprano descubrirías la verdad, a pesar de mis inventos, y acabarías odiando a esta prisionera de la mentira por no tener el valor de mirarte a la cara y obligarte a enfrentar tu realidad.

—Dices que no me comprarán nunca.

—Ay, Verity... —Leiah la abrazó con fuerza—. Por supuesto que lo harán, siempre harán falta Vendidas que apoyen con la limpieza. Además, se rumora que las Vendidas que apoyan en el aseo son más propensas a entablar amistades perennes con las esposas.

Verity se zafó del abrazo de su hermana y, todavía entre lágrimas, adoptó la actitud más malcriada que pudo.

—No quiero ser amiga de ninguna esposa, quiero que alguien pague por mí lo que valgo.

Leiah se mordió los labios conteniendo una sonrisa burlona.

—¿Qué? —Verity se acercó, casi empujando a la otra contra el espejo. Se secó las mejillas con rabia y, armándose de valor, la desafió con la mirada—. No te atrevas a contener la honestidad que te caracteriza y di lo que tengas que decir.

—La honestidad tiene un límite, cuando se trata de palabras que nadie necesita escuchar y dejas salir a pesar de ello, la verdad pasa a perder su esencia para tornarse en crueldad.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Where stories live. Discover now