74: La carta final

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Orión,
Refugio en Hydra.
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Esa carta de Ares lo cambió todo.

«Orión, tengo noticias que deberías conocer, te adjunto los detalles en bahamita en la siguiente carta, espero entiendas la mayoría, o al menos lo que es crucial.

Ella estará allá. Tú lo sabes, yo lo sé.
No llegaré a tiempo a Hydra, pero por suerte mi capitán ya está allá.

Pd: no te preocupes por mí, hermano. Tienes permiso de morir si es tu destino. No te odiaré por ello.»

Orión leyó la segunda carta y llegó a la misma conclusión que Ares: ella estaría ahí.

Arrugó ambos papeles, los arrojó a la chimenea y se fue en busca de Amarok a la habitación que alguna vez le había pertenecido al asesino.

—Teniente Kolbex —lo llamó.

—Capitán —saludó él mirando la preocupación en su rostro.

—Reúne a todos. Es hora.

—Enseguida. —El teniente prosiguió a hacer el saludo en señal de respeto y obediencia—. ¿Qué les digo, capitán? ¿Para qué los reúno?

—Para morir —dijo Orión casi para sí mismo—. Lo harán sin nombre, pero por la causa correcta.

El teniente asintió y se fue de inmediato, solo haciendo una pausa para recoger su espada.

Orión esperó a que saliera y luego se encerró en su habitación.

No había tiempo que perder.

En el pasado, cuando cazaba con Sargas y entrenaba con el sueño de volverse caballero, le había dicho a su medio hermano que quería gloria para su apellido. Un apellido que acabó marchito. Enif, la marca de un traidor a la corona ejecutado públicamente.

Le había contado esa misma versión a Aquía antes de marchar a Baham. Entró a la guardia real persiguiendo la gloria, añorando un indulto.

Ya no reconocía esas palabras.

Ese día, Orión prefería morir sin nombre y que sus hombres vivieran. Prefería que la historia lo olvidara y poder evitar lo que estaba por desatarse. Prefería perder y salvar a Leiah.

No tenían una relación, ni siquiera se habían separado en buenos términos, pero se habían vuelto una familia. El vínculo que tenían los tres —Ares, Leiah y él mismo—, iba más allá de lo romántico, y él daría su vida por cualquiera de esos dos.

En su avanzar hacia la espada en la cama, hizo ademán de tomarla; pero se detuvo, deslizándose sobre la superficie de la hoja sintiendo la fuerza de Enif vibrar contra sus dedos. Inspiró, como si pretendiera beberse el poder, mas solo lo dejó hormiguear, confirmando su existencia.

—No te soltaré, Cassio —le dijo a la espada, sus ojos intensamente fijos en el arma, en el aura que la rodeaba—, tú no me dejes caer en manos enemigas. Nos unimos para esto. Estoy seguro de que si en las estrellas está escrito un mañana para mí, será contigo. Y si no es así, no me permitas vivir otro día. Sé que puedes hacerlo, aunque no quieres. Y también sé que respetarás esta petición, aunque no sea de tu agrado.

Orión exhaló, como soltando una pesada carga, y determinado tomó la espada para reunirse con sus hombres.

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Nota:

Sip, el capítulo es así de corto. Es solo una transición, no se me alarmen. Mañana les subo otro. Pero igual cuénteme qué les pareceee.

Vencida [Sinergia II] [COMPLETA]Where stories live. Discover now